Un equipo liderado por Sant Pau viaja al Himalaya con Ferran Latorre para averiguar la respuesta del genoma a la altitud

FUENTE: Vanguardia

“A veces pienso que lo que hago es inútil y eso me plantea dudas, pero en esta ocasión siento que mi actividad servirá para algo útil. Por primera vez es una suerte hacer de conejillo de indias”. Así, parafraseando al Lionel Terray de “Los conquistadores de lo inútil” , se expresaba esta mañana Ferran Latorre en la presentación de su expedición al Everest, que, en esta ocasión, irá de la mano de un estudio científico encaminado a identificar los mecanismos fisiológicos de adaptación a la altura de sherpas y alpinistas a partir de las diferencias en la expresión del genoma. Los resultados de este trabajo se prevé que permitan avanzar en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las personas que sufren EPOC(enfermedad pulmonar obstructiva crónica), casi un 15% de la población.

Latorre parte este domingo rumbo a Katmandú con un equipo científico, en el que se encuentran los doctores José Manuel Soria, responsable de la unidad de genómica y de enfermedades complejas de Sant Pau y líder del estudio, y Oriol Sibila, neumólogo del mismo centro hospitalario, además de 15 personas que los acompañarán en el trekking hasta el campo base del Everest, a 5.350 metros, y que participarán en este proyecto, financiado por la Fundació Bancària La Caixa. Tanto Latorre como este grupo ya se han sometido a una serie de pruebas en Barcelona, que se repetirán en el campo base, para ver cómo responden a una situación de hipoxia moderada (falta de oxí­geno).

Identificar las vías fisiológicas de adaptación a la hipoxia

Latorre, que si alcanza la cima del Everest culminará su reto de coronar los 14 ochomiles del planeta sin la ayuda de oxígeno artificial, también hará más pruebas al descender desde su punto más alto, a 8.848 metros, o en todo caso de una altura superior a los 8.000 metros, y de nuevo, una vez recuperado, en Barcelona. “La idea es ver cómo afecta una situación extrema, en este caso la falta de oxígeno, a la ­expresión de los genes en diferentes alturas: a nivel de mar, a 5.350 metros y a más de 8.000. Queremos identificar las vías fisiológicas de adaptación a la hipoxia a partir de la expresión de nuestros genes”, de­talla Soria. Este equipo tomará muestras de sangre y de saliva en cada etapa y someterá a ecocardiogramas, espirometrías y pulsioximetrías a más de 30 alpinistas y sherpas (habituados a una vida en pueblos ubicados a más de 3.500 o de 4.000 metros) que planean hollar el Everest durante las mismas fechas que Latorre, alrededor del 20 de mayo.

Los compañeros: Yannick Graziani y Henz Wenzl

Los compañeros de expedición de Latorre, el francés Yannick Graziani y el austriaco Hanz Wenzl, y el sherpa con el que acometerá el ascenso, participarán en este proyecto, bautizado Sherpa-Everest 2017. Los investigadores también recabarán la complicidad de otros tantos alpinistas de todo el mundo que este mes llegarán al campo base para aclimatar y preparar el ascenso, la inmensa mayoría con la ayuda de oxígeno embotellado.

“Si identificamos los mecanismos que hacen que el individuo se adapte a la hipoxia, también podemos aplicarlos a los enfermos de EPOC, que están en una situación permanente de falta de oxígeno, pues no respiran bien. Un objetivo secundario son los 140 millones de personas que cada año se exponen a alturas superiores a los 3.000 metros por turismo o trabajo, el 80% de los cuales sufren mal de altura”, añade Soria. Así, discerniendo las vías de aclimatación se podrá predecir quién sufrirá mal de altura.

Enterrar las muestras en el glaciar de Khumbu

La logística de este estudio, en el que también participan el hospital Germans Trias i Pujol, la UB y la UPC, es sumamente compleja. Además de tener que recabar un puñado de permisos de las autoridades de Nepalpara poder tomar muestras biológicas, analizar una parte en un laboratorio de Katmandú y enviar otras a Barcelona, la conservación de estas en el campo base es otro de los retos. “Enterraremos las muestras en cajas de po­liespán en el glaciar del Khumbu. Estarán congeladas hasta que un helicóptero las transporte hasta Katmandú”, cuenta Soria.

Así, a la conquista del Everest, este proyecto suma una segunda cima: la búsqueda de los mecanismos que pueden mejorar la vida de las personas que sufren insuficiencia respiratoria.

El séptimo intento de Everest

“En la primavera del 2012, Ferran estaba muy cerca de la cumbre del Everest pero en el ascenso se encontró con un sherpa que sufría edema pulmonar. Paró para ayudarle, le inyectó dexametasona y aquí acabó su ataque a la cima”, recordaba esta mañana Alfredo Bustillo, director de Patrocinios de CaixaBank, espónsor principal de Latorre. Este alpinista afincado en Vic se encontraba a unos 8.200 metros cuando se percató del estado del montañero y decidió aparcar la cumbre para poder ayudarlo. Ese era su sexto intento de Everest, todos sin oxígeno embotellado. El primero fue en 1995, por la cara norte, junto con Ernest Bladé Manuel de la Matta, fallecido posteriormente en la exigente Magic Line del K2. En las seis ocasiones ha superado la cota de los 8.000 metros “y en el 2000, con Al filo... llegamos a los 8.650”, apunta. Sólo una quincena de personas han coronado los 14 ochomiles sin tener que chupar oxígeno artificial, el primero, el legendario Reinhold Messner, entre 1970 y 1986. Latorre, de 46 años, quiere ser el primer catalán en conseguirlo. A Òscar Cadiachtambién le falta una montaña, el Broad Beak, en el Karakórum, para completar la lista.

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