Europa celebra el Día Internacional de una enfermedad que está al alza ligada al envejecimiento

FUENTE: ABC

Quienes la sufren sienten que el corazón se les agota. Viven en una fatiga constante, se les hinchan los pies, los pulmones se encharcan y su vida transcurre entre ingreso e ingreso hospitalario. Cada paciente con insuficiencia cardiaca es un reto. «Necesitamos un diagnóstico preciso y precoz con cardiólogos expertos», reclama Marisa Crespo, cardióloga del Complejo Hospitalario de A Coruña, perteneciente al Cibercv, y miembro del comité ejecutivo de la Asociación Europea de Insuficiencia Cardiaca. Esta asociación, vinculada a la Sociedad Europea de Cardiología, conmemora este fin de semana el Día Europeo de la Insuficiencia Cardiaca, con iniciativas que buscan sensibilizar a la población y dar a conocer una enfermedad aún muy desconocida.

—Al cáncer se le teme, pero el corazón mata más. ¿Por qué sabemos tan poco de insuficiencia cardiaca?

—Es más mortal que la mayoría de los cánceres y ni los pacientes ni la población en general son conscientes de esto. Es la primera causa de hospitalización por causa médica en mayores de 65 años y, tras un ingreso por esta enfermedad, la mortalidad a los cinco años se dispara hasta el 50 por ciento.

—¿Cuál es el mayor veneno? ¿El sedentarismo? ¿el tabaco?

—Cualquier enfermedad que dañe el corazón puede contribuir a su desarrollo. En realidad, es el estadio final de cualquier patología cardiaca, pero la buena noticia es que es un problema prevenible. La insuficiencia cardiaca se produce cuando el corazón, responsable de enviar la sangre con oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo, deja de bombear correctamente. Hay muchos factores de riesgo identificados: la hipertensión, el tabaco, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo..., cuanto más cardiosaludable sea nuestro estilo de vida menos riesgo tendremos de tener un problema de corazón. Muchos de estos factores son modificables y eso es lo que hay que enfatizar, está en nuestras manos cambiar el destino de esta patología. Otra buena noticia es que existen terapias útiles y si se emplean en las diferentes etapas de la enfermedad podemos evitar que evolucione o incluso mejorar.

—¿Y lo estamos haciendo?

—A veces el diagnóstico se retrasa y otras, aunque esté diagnosticado, el paciente no recibe los tratamientos correctos. El abordaje de estos enfermos es un verdadero reto.

—¿Por qué?

—Es muy complejo. Existen muchas terapias disponibles (fármacos, marcapasos, desfibriladores, cirugía, trasplante...). Los pacientes, además, suelen tener otras patologías añadidas que empeoran al tomar los fármacos que son útiles en la insuficiencia cardiaca. Y, al mismo tiempo, son personas que están polimedicados y les cuesta seguir su propio tratamiento. Todo esto es un verdadero reto y, por eso, es tan importante que sea individualizado. Es clave la formación de los profesionales, por ello, la insuficiencia cardiaca ya se considera una subespecialidad dentro de la Cardiología. En España no se ha reconocido, pero sí en otros países como el Reino Unido y Estados Unidos.

—En el Complejo Hospitalario de A Coruña, usted dirige una Unidad de Insuficiencia Cardiaca. ¿Es lo habitual en otros centros?

—Cada hospital debería tener su propia unidad para cuidar a estos pacientes, en colaboración con atención primaria y otros servicios hospitalarios. Es esencial contar con cardiólogos y personal de enfermería especializados, consultas específicas y capacidad de colaborar con diferentes niveles asistenciales. En las unidades de Insuficiencia Cardiaca se evalúa minuciosamente cada paciente y se planifica el tratamiento, en especial se asegura que recibe aquellos tratamientos para los que existe evidencia que mejoran la supervivencia.

—¿Qué tratamientos están cambiando la enfermedad?

—Uno de ellos es el «sacubitril-valsartan». Ha demostrado una gran mejoría en la supervivencia y en la calidad de vida de los enfermos. Está recomendado para determinados pacientes, en todas las guías de práctica clínica europeas y americanas.

—Los nuevos pacientes de los cardiólogos son los supervivientes del cáncer. Superan una grave enfermedad, pero pagan el precio de la toxicidad de sus tratamientos.

—Cierto. Tanto la radioterapia como muchos fármacos oncológicos pueden producir toxicidad cardiaca. Y por diferentes mecanismos: daño directo del musculo cardiaco o acelerar otras enfermedades cardiovasculares ya presentes. Cada vez nos llegan más pacientes a nuestras consultas con historia de cáncer y que posteriormente desarrollan insuficiencia cardiaca. Es necesario conocerlos, diagnosticar precozmente el daño al corazón para tratarlo a tiempo y evitar que la enfermedad progrese.

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