No duele. No pica. Pero la mordedura de una minúscula garrapata puede transmitir la mortífera fiebre hemorrágica de Crimea-Congo o la invalidante enfermedad de Lyme. El cambio climático las ha multiplicado. El verano las activa: quieren nuestra sangre

FUENTE: Las Provincias

Un pinchacito te puede destrozar la vida. Las garrapatas pasan meses en el campo, escondidas entre la hierba, esperando víctimas a las que picar. Ellas solo quieren una gota de sangre y cuando están satisfechas se dejan caer. Pero durante esos días sorbiendo, muy despacito, su alimento, algunas de estas minúsculas gorronas olvidan en su involuntario benefactor agentes patógenos que adquirieron en un ‘hotel’ anterior. «Hasta hace poco se pensaba que eran desagradables y asquerosas. Ahora sabemos que nos transmiten muchas enfermedades», recuerda el médico José Antonio Oteo, que las estudia desde hace 30 años.

¿Por qué las garrapatas se han convertido ahora en objeto de atención? «No podemos hablar exactamente de plaga, aunque desde que las conocemos mejor hemos tomado conciencia y las vemos por todas partes. Pero siempre han estado ahí», advierte el jefe del área de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Pedro de La Rioja.

El aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático parece haber cambiado su distribución y haberlas vuelto «más voraces y agresivas», confirma Abel Saldarreaga, especialista en Microbiología y Medicina Familiar y Comunitaria. Así, algunas especies de estos ácaros que antes picaban a los seres humanos casi por accidente nos buscan ahora activamente para introducir sus pequeñas trompas en la piel y extraer la sangre con la que se mantendrán vivos hasta encontrar un nuevo huésped. «Si una persona se encuentra cerca, la detectan por la temperatura: para ellas somos como un supermercado de 15 plantas rebosante de alimentos -explica Saldarreaga, impulsor de un protocolo preventivo para los trabajadores de la consejería andaluza de Medio Ambiente-. Son bichos muy listos que han sobrevivido millones de años. En la saliva tienen sustancias anestésicas y muchas veces ni te enteras de que te han picado».

La alarma subió varios grados el pasado agosto tras la muerte de un hombre de 62 años en Ávila, el primer caso de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en Europa occidental. «Al volver del monte, la pierna se le puso negra», describieron sus vecinos. Se cree que el artrópodo causante de la infección llegó a bordo de un ave migratoria procedente de África. Una enfermera del hospital en el que el hombre estuvo ingresado antes de morir también contrajo el virus -con un índice de letalidad de hasta el 40%-, pero sobrevivió.

En abril, un estudio realizado por el Ministerio de Sanidad y cuatro comunidades autónomas presentó un panorama inquietante: este nairovirus se halló en el 3% de las casi 9.000 garrapatas recolectadas en ganado y animales silvestres en siete de las once comarcas analizadas en Extremadura, Madrid y las dos Castillas. «No hay ningún tipo de alarma -tranquilizó la directora general de Salud Pública del Ministerio, Elena Andradas-. No podemos descartar que aparezca algún caso esporádico de la enfermedad, pero el riesgo es muy bajo».

Las garrapatas son ácaros hematófagos, es decir, que dependen de la sangre de otros animales para vivir y reproducirse. Resultarían simplemente unos invitados molestos si no fuera porque son potenciales vectores de más de 50 enfermedades infecciosas, de las que se convierten en reservorio y que transmiten de un huésped infectado a otro sano entre un amplísimo catálogo de más de 300 clases de mamíferos, desde topos y ratones hasta corzos y venados, reptiles y 140 tipos de aves. Las migraciones de estas últimas les permiten viajar largas distancias y extender por todo el globo agentes infecciosos antes confinados a un continente, como ha ocurrido con esa fiebre hemorrágica endémica en África, Asia y los Balcanes.

Longevas y ahorradoras

Además, son muy longevas. Cuando no están firmemente sujetas, con su apéndice bucal clavado en un hospedador, pueden permanecer en la naturaleza -a menudo en zonas boscosas, maleza o hierba alta- más de un año sin alimentarse, reduciendo sus funciones vitales cuando hace frío. En su periodo reproductivo hacen puestas de centenares o miles de huevos. Son capaces de absorber sangre en sus tres fases de desarrollo: en su más tierna infancia, cuando aún son larvas de apenas 1 milímetro de longitud con seis patas, en su etapa juvenil (ninfas de ocho patas de 2 a 3 milímetros) y en la edad adulta, cuando las hembras pueden alcanzar los 9 milímetros.

Hay más de 200 especies de garrapatas, pero no todas habitan las mismas zonas ni transmiten iguales patógenos. En España está extendida por toda la geografía la ‘Rhipicephalus sanguineus’, que transmite la fiebre botonosa mediterránea, conocida desde el siglo pasado y responsable de varias muertes cada año. La ‘Hyalomma lusitanicum’, transmisora de la fiebre Crimea-Congo, prefiere los climas secos y cálidos y se ha encontrado en el centro y sur de la Península, mientras que la ‘Ixodes ricinus’, abundante en el norte y en zonas húmedas y boscosas del resto del país, puede transmitir media docena de infecciones, entre ellas anaplasmosis, ricksettiosis, bartonelosis, babesiosis y enfermedad de Lyme.

Esta última es la que más alarma está causando en los últimos tiempos. En Estados Unidos, donde hasta hace poco se contabilizaban 30.000 casos, se calculan ya en 300.000 al año, y en Europa hay registrados unos 200.000. En algunos países hablan de pandemia. Saldarreaga, que forma parte de la sociedad científica internacional que estudia este mal, ILADS, estima que en España podría haber unos 40.000 afectados, pero la gran mayoría no lo saben. Solo tiene un síntoma específico: una irritación cutánea con forma de anillo alrededor de la picadura, que se extiende y forma círculos concéntricos por la piel del paciente. La infección aguda produce síntomas parecidos a los de la gripe -cansancio, febrícula y dolor en las articulaciones-; lo que chirría es que esa falsa gripe aparece en pleno verano.

Si la infección es tratada con antibióticos, suele remitir sin problema. Pero hasta un 25% de las personas no se enteran de que han sido mordidas por el parásito ni sufren el llamado ‘eritema migrans’. Cuando la enfermedad de Lyme no se combate a tiempo, la bacteria que la produce puede hacerse fuerte y reproducirse en el organismo, de forma lenta y callada, a veces durante muchos años. Hasta que en un bajón del sistema inmune -por otra enfermedad, un embarazo, un periodo de estrés o un disgusto- la infección da la cara. Los síntomas son difusos -digestivos, musculares, articulares, cardiacos y neurológicos- y a veces las pruebas serológicas no encuentran anticuerpos. Ni rastro de la ‘Borrelia burgdorferi’, agazapada en las células del enfermo. Estudios recientes apuntan la posibilidad de que pueda transmitirse de madre a hijo durante el embarazo.

El médico andaluz considera que el Lyme crónico está «muy infradiagnosticado» y que a menudo sus síntomas se confunden con los de otras patologías, como la fibromialgia, la fatiga crónica, el alzhéimer o el párkinson. «Hay médicos que creen que no existe», admite este especialista, quien resalta que muchos enfermos añaden a los graves problemas causados por la patología el estigma de estar fingiendo sus dolores o de sufrir una enfermedad mental. Prueba de que el debate está vivo es que el doctor Oteo cree, por el contrario, que el Lyme está «sobreestimado. Hay muchas personas mal diagnosticadas. No podemos hablar de pandemia, pero es posible que el problema vaya a más».

Campaña divulgativa

Quizá porque esta enfermedad es más frecuente allí, en EE UU y Centroeuropa es habitual encontrar en espacios protegidos y senderos carteles en los que se alerta de la presencia del parásito y se informa de la importancia de tomar medidas preventivas. «No se puede decir que en España tengamos retraso, quizá sí que se les tiene menos miedo -admite Oteo-. Pero las cosas están cambiando».

El Ministerio de Sanidad y algunas comunidades impulsan campañas divulgativas de prevención dirigidas a profesionales que trabajan en el campo y entornos rurales -agentes forestales y de medio ambiente, agricultores o efectivos contraincendios- y a quienes salen al campo para hacer deporte o disfrutar de la naturaleza.


Cómo prevenir

 

ROPA ADECUADA

Además de utilizar repelentes, conviene usar calzado cerrado y ropa clara: camisa o camiseta de manga larga por dentro de un pantalón largo con los calcetines por encima.

EVITAR EL CONTACTO DIRECTO
Las garrapatas viven en el campo y entornos rurales, pero también en jardines y parques. Están más activas en verano. En el campo, es conveniente andar por la zona central de los caminos y evitar tocar la vegetación, especialmente pastos, arbustos y acumulaciones de hojas.

REVISAR, DUCHAR Y LAVAR
Antes de entrar en casa hay que revisar la ropa y, una vez dentro, el cuerpo, incluidas zonas húmedas y calientes, sus preferidas: bajo los brazos, en las ingles, detrás de las orejas, en el pelo o detrás de las rodillas. Mejor ducharse cuanto antes. Y no olvidar revisar a los niños.

CUIDAR A LAS MASCOTAS
Las mascotas corren un gran riesgo de ser picadas por garrapatas. Los perros son inmunes a algunas patologías y en otras, como la enfermedad de Lyme, pueden hacer de vectores y transmitirla a los humanos. Por eso deben ser vacunados y desparasitados con frecuencia.
17%
de las enfermedades infecciosas son transmitidas por animales vectores, como las garrapatas y los mosquitos, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Causan un millón de muertes al año, 400.000 de ellas por malaria.

SILVESTRES Y DE GRANJA
A menudo el ganado está afectado por garrapatas y debe ser tratado con productos antiparasitarios. Los lugares frecuentados por ovejas, cabras y vacas son hábitats potenciales de estos ácaros, que también infestan a todo tipo de mamíferos silvestres.
300

casos de zika, enfermedad tropical que transmite el mosquito tigre, se registraron en España el año pasado. Todos ellos eran casos importados de Latinoamérica. El pasado julio nació en Barcelona el primer bebé con microcefalia a causa del virus.

 

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