Científicos desvelan que la falta de sueño no tiene por qué tener un origen psicológico: también puede albergar una base genética

FUENTE: La Razón

Responden a los poco ortodoxos nombres de MEIS1, HHEX, RHCG, IPO7, TSNARE1, MED27 y SCFD2. Y si usted tiene problemas para dormir y no consigue resolverlos, es muy probable que sea «poseedor» de alguna de estas intrincadas siglas. Se trata de los siete genes relacionados con el insomnio. Por primera vez, un equipo internacional de científicos ha encontrado las variantes genéticas que causan desvelo. El hallazgo, publicado en «Nature Genetics», no sólo desentraña los mecanismos biológicos del insomnio; también indica que, si no podemos dormir, no es por motivos meramente psicológicos, sino que podemos estar predispuestos a ello.

«Se han hecho muchos estudios sobre la gravedad, la prevalencia y los riesgos del insomnio. Sin embargo, sólo unos pocos han estado dirigidos a sus causas», afirma el profesor Eus Van Someren, del Instituto para la Neurociencia de los Países Bajos y uno de los líderes de esta investigación. «Muy frecuentemente, se habla del insomnio como algo que está en la cabeza del paciente. Nuestra investigación brinda una nueva perspectiva: el insomnio está también en los genes», añade.

Un problema del que los españoles no estamos precisamente exentos: alrededor de cuatro millones de adultos padecen insomnio crónico, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Aparte del hecho de que la falta de sueño puede desencadenar otras enfermedades –obesidad, diabetes, hipertensión, etc–, también ha supuesto un aumento del consumo de benzodiacepinas. La SEN alerta de que la toma crónica de estos psicotrópicos incrementa hasta un 51% el riesgo de desarrollar Alzhéimer.

Los científicos hallaron estos siete genes en una muestra de 113.006 individuos y vieron que desempeñan un papel en dos procesos: lo que se conoce como «regulación de la transcripción», el proceso en el que la información del ADN pasa al ARN mensajero (ARNm), dando pie a la síntesis de proteínas; y la exocitosis, la liberación de moléculas por parte de células con el objetivo de interactuar con su entorno. Otro grupo de la investigación, radicado en el Helmholtz Zentrum de Munich, comprobó que, de todos los genes presentes en aquellos individuos insomnes, el MEIS1 era el más frecuente. Curiosamente, ya había sido relacionado con otros dos trastornos del sueño: los síndromes de piernas inquietas y de movimientos periódicos de extremidades.

Otro de los hallazgos del estudio refleja que hay una fuerte superposición genética del insomnio con otros trastornos como la ansiedad, la depresión y el neuroticismo –también conocido como «inestabilidad emocional»–. «Es un descubrimiento interesante: son características que suelen ir de la mano del insomnio. Ahora sabemos que, en parte, se debe a que hay una base genética compartida», aseguró Anke Hammerschlag, del Instituto para la Neurociencia de los Países Bajos y primer firmante del estudio.

¿Estas variantes genéticas son iguales en hombres y mujeres? Parece ser que no. «Parte de estas variantes resultó ser diferente, lo que sugiere que hombres y mujeres podemos tener mecanismos biológicos diferentes a la hora de desencadenar el insomnio», aseguró el profesor Danielle Posthuma, del instituto holandés.

Los científicos esperan que el hallazgo no sólo sea de utilidad a la hora de comprender mejor la naturaleza de este trastorno; también confían en que se pueda abrir una nueva vía en la búsqueda de tratamientos más certeros para combatirlo.

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