Los niños que viven en un entorno con humo no son sólo fumadores pasivos, sino que también se considera que sufren tabaquismo de tercera mano.

Fuente: La Razón

Los números son muy contundentes: 700 millones de niños, casi la mitad de los menores del mundo, respiran aire contaminado por humo de tabaco. Y es que el 40% de los niños tiene al menos un progenitor fumador. Lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, desde hace años, libra su particular batalla contra el tabaco y, en especial, para proteger a los fumadores pasivos.

No es el único organismo que trabaja por que el número de espacios libres de humo sea mayor. Los médicos, en especial los neumólogos, son sus principales aliados, pero ya no son los únicos. Los enfermeros también se han sumado.

El Consejo General de Enfermería puso en marcha ayer una campaña para convertir a los niños en agentes de salud y conseguir que sus padres no fumen en el coche. Para ello, los 52 colegios que lo componen enviarán a profesionales a los centreos educativos para dar charlas a los niños de 5 a 10 años y que, así, ellos les transmitan el mensaje a sus progenitores y el tabaco desaparezca de los vehículos. «Queremos que los niños protagonicen una pequeña revolución social con este tema y conciencien a sus padres», explicó Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería. «Coche sin Humo. Protégeles», es el lema que quieren trasladar a todas las familias.

Esta reivindicación ya la inició la Organización Médico Colegial (OMC) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) y cada vez cuenta con más apoyo.

¿Por qué deben los padres dejar el tabaco fuera del coche? «Porque el tabaquismo pasivo altera la maduración pulmonar y de los bronquios de los niños y además produce más neumonías y crisis de asma», explica Carlos Jiménez, presidente de Separ. Pero estas no son la únicas enfermedades relacionadas con el fumador pasivo. También es el origen de graves problemas de salud infantil, como sibilancias, tos crónica, asma, bronquitis, infecciones severas, neumonía, otitis e, incluso, obesidad y cáncer.

Fumar medio cigarrillo en el coche genera una contaminación diez veces superior a los límites considerados peligrosos para la salud. Hay que tener en cuenta que el humo del tabaco contiene 7.000 sustancias: 250 de ellas son muy nocivas, mientras otras 70 son cancerígenas. Todas ellas permanecen en el coche durante semanas. Y es que conocemos muy bien lo que significa ser fumador secundario o pasivo, pero hay un término mucho más desconocido: el tabaquismo de tercera mano. Y este término no se ciñe sólo al coche. Se da en todos los sitios cerrados donde se fuma. «Cuando una persona fuma en el interior del vehículo o en su casa no sólo produce humo, sino que las partículas también se posan sobre la tapicería, el salpicadero... Y, cuando el niño entra, se impregna de estas moléculas nocivas», explica Jiménez. Es más, este experto afirma que el ambiente en el que viven estos niños es mucho más nocivo que la contaminación ambiental que se produce en las grandes ciudades por la polución.

Y no sólo eso, como explica Andrés Zamorano, vicepresidente del Comité Nacional Para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), «si se fuma en los coches, el humo se concentra en la zona de atrás y los niños respiran un tipo de partículas que llegan a sus pulmones».

En un estudio que realizaron desde el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo sobre fumadores pasivos, destacan que los niños de padres y madres que fuman inhalan nicotina en cantidad equivalente a un tabaquismo activo de entre 60 y 150 cigarrillos al año. Asimismo, el 42 por ciento de los niños con enfermedad respiratoria crónica es fumador pasivo. De ahí la importancia de ampliar los espacios libres de humos. «Lo que queremos es implantar la idea de que lo normal es que no se fume, y no lo contrario. Queremos desnormalizar el hecho de fumar y conseguir bajar la prevalencia hasta el 5 por ciento en 2040», añade Zamorano. Una meta que sabe que es difícil, ya que actualmente estamos entre un 25 y 30 por ciento de españoles que consume tabaco.

Desde que se conocen los efectos nocivos del tabaco se han hecho multitud de estudios para comprobar cómo afecta este consumo al entorno. En uno de ellos, la Sociedad Americana de Cirugía Torácica muestra cómo las personas que se exponen durante más de 20 minutos al humo en un entorno cerrado experimentan cambios fisiológicos inmediatos, como que su aparato respiratorio crea cierta resistencia a la hora de respirar. Esto demuestra, según los científicos, que no es necesaria una exposición larga para que los efectos nocivos del fumador pasivo aparezcan. «El fumador pasivo es una forma de violencia hacia los menores a nivel global», afirma el presidente de esta sociedad científica, Darcy Marciniuk, e insiste en que «los efectos en los menores no son sólo a corto plazo, si no también en el futuro».

Es cierto que la ley antitabaco que se implantó en 2011 y que limitó los espacios de fumadores ha ayudado a reducir el número de usuarios. Sin embargo, según una investigación de la Universidad de Granada, la ley ha reducido la concentración de nicotina en los adultos no fumadores, pero no en los niños. Es el hogar y el coche los lugares donde más expuestos están.

Al problema de Salud Pública se suma el elemento de distracción al volante que produce el tabaco. Un hecho del que son conscientes desde la Dirección General de Tráfico (DGT), ya que el 30 por ciento de las víctimas mortales que se producen al volante está relacionado con distracciones al volante, lo que se traduce en 500 muertes al año. Es cierto que el uso del móvil es uno de los principales responsables, pero encender un cigarrillo también es una distracción. El conductor deja de tener las manos sobre el volante sólo para encender el cigarrillo o para tirar la ceniza.

Desde el Consejo de Enfermería tampoco descartan promover una Iniciativa Legislativa Popular para que se prohíba, por ley, el consumo de tabaco en los vehículos.

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