Las personas mayores que han realizado ejercicio mantienen su masa muscular, carecen de grasa corporal y tienen el sistema inmunitario típico de las personas jóvenes

FUENTE: ABC

El ejercicio físico es muy, pero que muy beneficioso para la salud. No en vano, infinidad de estudios han constatado que el ejercicio es la forma más universal para prevenir la mortalidad por una enfermedad cardiovascular. Sin embargo, las bondades de la actividad física no acaban aquí. También evita el desarrollo de patologías muy graves y potencialmente mortales, caso de la obesidad, la diabetes y el cáncer. Pero aún hay más: la práctica de ejercicio regular también posibilita que las personas mayores puedan disfrutar de una vita totalmente productiva e independiente. Y es que como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), el ejercicio frena de forma muy notable los efectos del envejecimiento.

Como explica Janet Lord, directora de esta investigación publicada en la revista «Aging Cell», «Hipócrates ya dijo en el año 400 a.C. que el ejercicio es la mejor medicina para el hombre, pero este mensaje se ha perdido con el paso del tiempo y nuestra sociedad es cada vez más sedentaria. Sin embargo, nuestros hallazgos echan por tierra la asunción de que el envejecimiento provoca que, de forma automática, seamos más frágiles. Así, ahora contamos con una evidencia contundente para alentar a la población a que realice ejercicio de forma regular a lo largo de toda la vida como vía para solventar el problema que deriva de que ahora vivamos más pero no con mejor salud».

Timos más grandes

Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 125 ciclistas aficionados con edades comprendidas entre los 55 y los 79 años. Y de los mismos, los 84 varones eran capaces de recorrer 100 kilómetros en menos de 6,5 horas y las 41 mujeres podían pedalear un mínimo de 60 kilómetros en menos de 5,5 horas. Además, todos los participantes se encontraban perfectamente sanos, hasta el punto de que ninguno fumaba ni bebía alcohol y no padecía ninguna enfermedad.

Los autores sometieron a los ciclistas a distintas pruebas médicas y compararon los resultados con los alcanzados con otros 125 participantes que, de diversas edades –75 voluntarios de 57 a 80 años y 55 con 20-36 años–, se encontraban igualmente sanos pero no realizaban ninguna actividad física regular. ¿Y qué pasó? Pues que los ciclistas no habían experimentado una pérdida de masa muscular y, por tanto, de fuerza. Tampoco presentaban un incremento de la grasa corporal o de las cifras de colesterol asociado a la edad. Y en el caso de los varones, aquellos que practicaban ejercicio regular mantenían unos niveles elevados de testosterona, disminuyendo así sus probabilidades de padecer la denominada ‘andropausia’ o ‘menopausia masculina’.

Es más; de manera totalmente inesperada, los resultados también revelaron que el sistema inmunitario de los ciclistas no había envejecido con el paso de los años. Como refieren los autores, «el timo, esto es, el órgano que produce los linfocitos T, comienza a encoger a partir de la edad de 20 años y fabrica menos de estos linfocitos. Sin embargo, los timos de los ciclistas producían tantos linfocitos T como los de las personas jóvenes».

Como refiere Niharika Arora Duggal, co-autora de la investigación, «esperamos que estos hallazgos prevengan el peligro de que, como sociedad, aceptemos que la edad avanzada y la enfermedad sean compañeros completamente normales y que la tercera edad sea algo que debamos vivir pero no disfrutar».

Causa y efecto

Pero, llegados a este punto, ¿no es posible que los ciclistas pudieran practicar ejercicio porque estaban sanos? Pues no. Fue completamente al revés. Como indica Stephen Harridge, co-autor del estudio, «nuestros hallazgos destacan el hecho de que los ciclistas no se ejercitaban porque estuvieran sanos, sino que se encontraban sanos porque habían realizado ejercicio durante una gran parte de sus vidas. En consecuencia, sus cuerpos habían envejecido de forma óptima, libres de problemas habitualmente causados por la inactividad. Tal es así que si se eliminara este ejercicio, su salud probablemente se deterioraría».

Como concluye Norman Lazarus, co-autor de la investigación, profesor emérito y ciclista aficionado, «la mayoría de las personas que practicamos ejercicio ni nos acercamos a las capacidades fisiológicas de los atletas de élite. Hacemos ejercicio sobre todo para divertirnos. Pero casi todo el mundo puede participar en un ejercicio acorde con sus capacidades fisiológicas. Se trata de encontrar un ejercicio que nos divierta y convertirlo en un hábito. Así logrará una recompensa futura: disfrutar de una edad avanzada independiente y productiva».

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