Administrada en ratones, la vacuna redirige la respuesta de las células inmunológicas a los cacahuetes, previniendo así la aparición de síntomas alérgicos

Fuente: ABC

De acuerdo con los datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), entre un 4% y un 8% de los niños de nuestro país padecen algún tipo de alergia alimentaria, por lo general a los frutos secos, al pescado o al marisco. Un tipo de alergia que, lejos de constituir un mero problema culinario o nutricional –reduce notablemente la variabilidad de la dieta del menor–, se asocia con problemas muy graves para la salud e, incluso, puede resultar fatal. Además, el número de ingresos hospitalarios por alergias alimentarias en la población infantil española se ha multiplicado por siete en solo una década. De ahí la importancia de un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Alergias Alimentarias Mary H. Weiser de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (EE.UU.), en el que se describe una vacuna eficaz, por fin, frente a una de las alergias alimentarias más comunes en los niños y adultos de todo el mundo: la alergia a los cacahuetes. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.

Como explica Jessica O’Konek, directora de esta investigación publicada en la revista «The Journal of Allergy and Clinical Immunology», «estamos cambiando la manera en la que las células inmunes responden ante la exposición a los alérgenos. Y lo que es muy importante, podemos hacerlo una vez la alergia ya se ha desarrollado, lo que ofrece una terapia potencial para el tratamiento de las alergias en los seres humanos».

Prevenir los síntomas

En el estudio, los autores emplearon un modelo animal –ratones– que, cuando se alimentaba de cacahuetes, experimentaba los síntomas característicos que sufren los seres humanos con alergia a este fruto seco, caso entre otros del picor, las erupciones cutáneas o las dificultades para respirar. Y lo que hicieron fue administrarles una vez al mes y durante tres meses una vacuna para tratar de curar esta intolerancia alimentaria. ¿Y qué pasó? Pues que gracias a la vacuna, los animales pudieron comer cacahuetes sin padecer ninguna reacción alérgica. Pero, esta vacuna, ¿anula la respuesta de las células inmunes cuando se topan con este fruto seco? Pues no. Lo que hace es cambiar el tipo de respuesta que desencadenan los cacahuetes en las células inmunes, previniendo así los síntomas alérgicos.

Como indica Jessica O’Konek, «al redirigir las respuestas inmunológicas, nuestra vacuna no solo suprime la respuesta, sino que previene la activación de las células que iniciarían las reacciones alérgicas».

Y esta inmunidad que confiere la vacuna frente a los cacahuetes, ¿es de por vida o la vacuna debe administrarse cada cierto tiempo? Pues la verdad es que no se sabe. Los hallazgos muestran que los ratones seguían sin experimentar ningún síntoma a las dos semanas de concluido el tratamiento. Y aquí acaban los resultados publicados. Sin embargo, el seguimiento para ver hasta cuándo se mantiene la protección sigue en marcha, y como apuntan los propios autores, «creemos que nuestro enfoque conducirá a una supresión a largo plazo de esta y otras alergias».

Además, la vacuna se administra por vía nasal, lo que resultaría una ventaja a la hora de administrarla a los niños –y adultos– con fobia a las agujas. Sin embargo, su eficacia y, sobre todo, su seguridad, todavía deben ser evaluadas en los humanos. Aún habrá que esperar.

Como recuerda Jessica O’Konek, «a día de hoy, las únicas vías aprobadas por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para abordar las alergias alimentarias son evitar los alimentos o tratar las reacciones alérgicas una vez se han presentado. Nuestro objetivo es utilizar la inmunoterapia para cambiar la respuesta del sistema inmune mediante el desarrollo de una vacuna terapéutica frente a las alergias alimentarias».

Mucho por aprender

Los próximos pasos para lograr una vacuna de uso humano serán identificar –todavía en modelos animales– los mecanismos responsables de la supresión de las alergias alimentarias y entender cómo prolongar la duración de la protección frente a la alergia a los cacahuetes.

Como concluye James Baker, co-autor de la investigación, «se han desarrollado muchos estudios para evaluar la prevalencia y la incidencia de las alergias alimentarias, pero la verdad es que sabemos muy poco sobre las mismas porque la investigación realizada al respecto es escasa. Nuestro trabajo amplía nuestro conocimiento sobre cómo se desarrollan las alergias alimentarias y sobre los cambios que debemos llevar a cabo en el sistema inmunitario para tratarlas».

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