Tanto los prebióticos como los probióticos proporcionan beneficios en nuestra salud. Pueden tomarse por separado, pero juntos pueden ser más efectivos. Cada vez más, médicos y pediatras los recetan en caso de toma de antibióticos o cuadros de diarrea.

Un estudio coliderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reveló que los antibióticos producen cambios en los patrones microbianos y metabólicos del intestino. Los investigadores analizaron por primera vez las bacterias, genes, enzimas y moléculas que forman la microbiota intestinal de pacientes tratados con antibióticos.

El intestino está poblado por un trillón de bacterias, que se conocen en su conjunto como microbiota o flora intestinal, y que han coevolucionado en simbiosis con el ser humano. Según este trabajo, el tratamiento con antibióticos puede alterar esta simbiosis desde etapas tempranas de la terapia.

Asimismo, el citado estudio sugiere que la microbiota intestinal presenta una menor capacidad para asimilar hierro y digerir ciertos alimentos, así como de producir moléculas esenciales para el organismo.

Así pues, el uso combinado de prebióticos y probióticos es una buena solución, sin efectos secundarios, para mejorar el funcionamiento intestinal y por tanto mejorar la salud. Se recetan cada vez más, por tanto, cuando hay un tratamiento antibiótico. Por otro lado, la unión de probióticos y prebióticos puede fortalecer el sistema inmune, con su acción sobre múltiples enfermedades, y tratar asimismo la diarrea crónica.

Pero ¿qué son los probióticos y los prebióticos?

Según la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos, hay una serie de definiciones de consenso de estos dos conceptos. Así, los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio de salud del hospedador. Esto está supeditado a que para que un microorganismo sea calificado de probiótico es imprescindible demostrar científicamente que produce efectos beneficiosos en la salud del hospedador y que estos efectos beneficiosos deben demostrarse mediante estudios realizados en población humana con metodología científica adecuada.

También es importante destacar que una cepa microbiana con categoría de probiótico por haber demostrado eficacia en una indicación concreta (por ejemplo, prevención de diarrea) no es necesariamente válida para otras indicaciones (por ejemplo, prevención de alergia). Así, las cepas con categoría de probiótico, dependiendo de sus características, pueden ser eficaces sobre una patología determinada u otra. Es el caso de Lactobacillus rhamnosus GG, cuya utilidad se ha demostrado en múltiples estudios para el tratamiento de la gastroenteritis pediátrica y diarreas asociadas a tratamiento con antibióticos. Sin embargo, no hay recomendaciones para el uso de esta cepa en otras situaciones como prevención de las infecciones genitourinarias. Los estudios aleatorizados de intervención con L. rhamnosus GG y controlados con placebo, realizados para contrastar la capacidad preventiva sobre el desarrollo de eczema y sensibilización atópica en niños con riesgo, han dado lugar a resultados contradictorios en cuanto a la prevención de eczema, en general, y negativos en cuanto a la prevención de eczema con sensibilización atópica, en particular.

Por otro lado, los prebióticos se definen como ingredientes alimentarios que al ser fermentados selectivamente producen cambios específicos en la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal confiriendo beneficios en la salud del individuo.

Efectos beneficiosos de los prebióticos

Algunos estudios sugieren que los prebióticos pueden ejercer efectos fisiológicos beneficiosos para la salud y el bienestar del hospedador en relación fundamentalmente con su capacidad de modular la microbiota intestinal. Entre los efectos producidos en el colon cabe mencionar que los prebióticos estimulan el crecimiento de bacterias fermentativas (bifidobacterias y lactobacilos) con efectos beneficiosos para la salud. Generan SCFA que producen un descenso del pH controlando el desarrollo de ciertas comunidades de la microbiota que puede tener efectos perjudiciales.

Existen datos que apoyan el hecho de que la ingesta de prebióticos podría reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades como el síndrome de colon irritable, enfermedad inflamatoria intestinal y de enfermedades inflamatorias crónicas como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y la pouchitis. Además, estudios recientes han descrito diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre pacientes con síntomas digestivos funcionales y sujetos sanos, si bien los resultados no son totalmente concordantes. Por tanto, son necesarios más estudios para determinar el papel de los prebióticos en la fisiopatología y tratamiento de la patología intestinal crónica.

Los prebióticos pueden tener también un efecto protector frente a infecciones intestinales, diarreas del viajero o producidas por tratamiento con antibióticos, probablemente debido a las propiedades antiadherentes que presentan. Por otra parte, también se ha observado que los carbohidratos prebióticos favorecen la absorción de minerales (calcio, magnesio, zinc y hierro), reducen la presión arterial, y los niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos y fosfolípidos en sangre, así como la síntesis de triglicéridos y ácidos grasos en el hígado previniendo, de este modo, el riesgo de padecer diabetes, obesidad y de desarrollar ateroesclerosis. Además, los prebióticos y concretamente la lactulosa, también se utilizan en el tratamiento de la encefalopatía portal sistémica, enfermedad que afecta al sistema nervioso central por la elevación del contenido de amonio en sangre. Los prebióticos restablecen la microbiota beneficiosa y frenan el crecimiento de bacterias productoras de amonio.

Aunque se han demostrado un gran número de efectos beneficiosos de los prebióticos, hay que tener en cuenta un factor muy importante para evitar efectos adversos, esto es, establecer la ingesta adecuada de estos carbohidratos, ya que, si esta es excesiva, podría provocar molestias intestinales, diarrea y flatulencia. Por otra parte, también habría que tener en cuenta la microbiota de cada individuo.

Para mayor información y resolver todas las dudas que tengas al respecto, no dudes en hablar con tu farmacéutico, que te asesorará sobre la ingesta de prebióticos, probióticos o ambos a la vez. Si tu caso requiere un estudio más personalizado, el farmacéutico te derivará a tu médico de atención primaria para que evalúe que tipo de tratamiento de prebióticos o probióticos puede ser el más efectivo para tus necesidades.

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