La alergóloga gallega Charo López Rico a la calma tras la alarma desatada por los últimos ataques de véspidos este verano

Fuente: ABC

 

Rosario López Rico (Charo, en las distancias cortas) reconoce que los últimos ataques de ejemplares de la familia de los véspidos en su tierra gallega han despertado todas las alarmas. En el departamento de Alergología del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (Chuac), del que es adjunta, cada vez son más numerosas las visitas de pacientes y las preguntas de interesados. Las últimas dos muertes registradas esta semana en la Comunidad atlántica han provocado cierta neurosis: solo es mortal (pero no tiene por qué serlo tampoco) un picotazo de avispas velutinas si eres alérgico al veneno de himenóptero y lo es un 3% de la población, dice, y confirman las estadísticas de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).

López Rico (La Coruña, 1968) llama a la calma. Deslavaza en conversación telefónica con ABC la rápida expansión que ha tenido en nuestro país la llamada avispa asiática, de gran tamaño (la reina mide hasta 3,5 centímetros), muy agresiva (puede insertar el aguijón varias veces en cada ataque, por tanto su reacción es más violenta y con más veneno) y a la que se identifica fácilmente por el manto negro que recorre tórax y abdomen solo cortado por una línea de color amarillo.

Su dieta, las abejas

La especie invasora desembarcó al sur de Francia en un buque proveniente de China cargado de cerámicas, entre otros menesteres. Luego dio el salto a la zona cantábrica (el primer caso se detectó en la Península en 2010), y proliferó, gracias a que necesita clima subtropical y zonas húmedas para vivir, en Galicia.

Según los científicos consultados por este diario, la voraz especie, de nombre técnico vespa velutina, captura entre 25 y 50 abejas diarias, que conforman su dieta predilecta, y está invadiendo a un ritmo de unos 50 kilómetros al año la zona norte del país, especialmente el País Vasco, Cantabria y Galicia. También se han acreditado casos en Navarra, Asturias, Castilla y León, La Rioja y, desde 2015, en Baleares y Cataluña.

La especie daña la biodiversidad y crea alarma social porque muchos de los nidos están en entornos urbanos. Las estructuras más grandes pueden alcanzar un metro de alto y 0,80 metros de diámetro, pueden tener hasta 15.000 celdillas y entre cinco y seis capas de celulosa en la parte exterior. Para hacerse una idea de la «colonización» de la velutina, de la que también habla López-Rico, cada nido puede llegar a tener entre 1.200 y 1.800 avispas.

Esta especie está causando estragos en el sector apícola. De hecho, según datos de la Asociación Gallega de Apicultura, existen unos 100.000 panales en la comunidad y de acuerdo al mapa que va cumplimentando la Xunta de Galicia y al que ha tenido acceso este periódico, la invasora asiática se ha extendido ya por la mayoría de los 313 localidades gallegas, con «alerta roja» en 38 de esos concellos o municipios.

La experta no oculta que un factor en contra de Galicia es el «paisanaje» singular, con muchas personas ancianas residiendo en el medio rural y con localización muy dispersa, lo que dificulta que, al ser picadas, reciban un tratamiento inmediato. También complica que averigüen que son alérgicos.

Evitar los aspavientos

Ante cualquier encontronazo inesperado con véspidos, la doctora gallega aconseja, primero, que se eviten todo tipo de aspavientos. Si pica, hay que acudir al médico de atención primaria o al especialista con urgencia si provoca mareos, asfixia, náuseas o vómitos, dolor abdominal, además del clásico edema o hinchazón de la piel. El penúltimo anciano fallecido en Galicia entró en shock anafiláctico, aunque en su caso murió por la picadura de dos avispas autóctonas, que no son tan agresivas como las velutinas, pero de consecuencias funestas para los alérgicos.

El tratamiento para un alérgico, prosigue la doctora, se mantiene durante cinco años y siempre bajo control, aunque solo requiere un pinchazo al mes. El tratamiento consiste, en los casos de anafilaxia, en administrar un autoinyector de adrenalina, antihistamínico y corticoide. Lo más importante, repara López Rico, es «la administración temprana de la adrenalina, porque en caso de haber tenido una reacción grave previa, tiene un riesgo elevado superior al 60% de tener una reacción de la misma gravedad o incluso mayor».

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