Se trata de un temor que lleva aparejado muchos otros miedos y ciertas creencias

Fuente: EFE Salud

 

Cada día que pasa, y en todo el mundo, son miles las personas que evitan ir al médico. La razón de esta actitud, más común de lo que se piensa, es el miedo que tienen a descubrir que padecen alguna enfermedad. En realidad se trata de un temor que lleva aparejado muchos otros miedos y ciertas creencias.

Al final, el miedo, según la Real Academia Española (RAE,) es un sentimiento de angustia por un riesgo o daño real o imaginario, pero también un recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

En su libro “La Enfermedad y sus metáforas”, la estadounidense Susan Sontag escribió que “es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara”.

Pero añadía que la enfermedad no es una metáfora, y que el modo más auténtico de encarar la enfermedad —y el modo más sano de estar enfermo— es el que menos se presta y mejor resiste al pensamiento metafórico.

No obstante reconocía que “sin embargo, es casi imposible residir en el reino de los enfermos sin dejarse influenciar por las siniestras metáforas con que han pintado su paisaje”.

Los miedos del miedo

Para Lydia Feito Grande, profesora de bioética de la Universidad Complutense de Madrid y magister en neuropsicología cognitiva y neurología conductual, son muchos los miedos que encierra el temor a que un médico te pueda diagnosticar una dolencia.

“Miedo a ser examinado físicamente; al centro hospitalario, que se percibe como hostil; a las investigaciones y pruebas médicas; al tratamiento, al estigma o discriminación que pueda suscitar tu enfermedad; a ser presionado; a cambiar de estilo de vida; a parecer débil o a no tener el control de tu vida; a las consecuencias que pueda tener en tu pareja o vida laboral”.

“Miedo a la disfunción sexual después del tratamiento; a situaciones embarazosas o vergonozosas, por ejemplo, verse sometido a pruebas clínicas que estén relacionadas con la próstata o el recto; o a situaciones que tienen que ver con la higiene, la limpieza”.

Así lo ha explicado Feito durante el curso de verano de El Escorial “El miedo: entre la clínica, la historia y la política”, al que EFEsalud ha asistido.

“Curiosamente es una etapa donde hay mayor riesgo de que aparezcan enfermedades como la diabetes o los infartos”.

Pero este temor también está relacionado “con algunos estilos de vida”.

Según los estudios, entre las personas fumadoras, bebedoras, obesas, con hábitos de vida o dietas poco saludables, se produce con más frecuencia este retraso en la búsqueda de un diagnóstico.

“Parece que también es un elemento predictivo el bajo nivel educativo”.

Además hay una serie de factores coadyuvantes en el recelo a descubrir: “por ejemplo hay personas que retrasarían la búsqueda de un diagnóstico porque tiene una cierta confianza en la naturaleza, en la providencia o en el destino”.

“O la negación del problema simplemente como mecanismo de defensa”, señala.

También influye el que familiares o amigos hayan padecido tal o cual enfermedad: “con lo cual ya vivimos en alerta porque conocemos la situación, y no queremos pasar por lo mismo”.

“O una baja expectativa ante la medicina, no creemos que la medicina nos pueda curar y no merece la pena por tanto buscar un diagnóstico”.

“O aquello de yo me lo guiso yo me lo como, se como resolver mis propios problemas y me automedico.”

Angustia ante la incertidumbre

En el fondo, y según Lydia Feito, hay una angustia ante la incertidumbre.

“Es la angustia ante lo desconocido, ante lo incontrolado y por una necesidad, la de saber, necesito saber que tengo, pero al mismo tiempo temo saber lo que me va a ocurrir y si voy a tener un cierto control sobre ello”.

“Cuando hablamos del miedo al diagnóstico o tratamiento, en realidad habría que añadir un tercera pata, que es el miedo al pronóstico”.

“Aquí el temor es a qué me sucede y qué pruebas me tienen que hacer par encontrar cual es la entidad”.

El pronóstico abre otras preguntas diferentes: ¿Qué me va a ocurrir? Abre otra expectativa y por tanto aquí la aprensión es ¿Qué puede uno esperar: cambios en tu vida, secuelas, limitaciones…?

Tres claves fundamentales

Hay, señala la experta, tres claves fundamentales en esta cuestión del miedo al tratamiento y el diagnóstico:

“Por una parte está el temor a tener que afrontar el dolor, el sufrimiento, las pruebas, la incapacidad, las secuelas, la muerte…”

En segundo lugar está el pavor a la adversidad:

“Digamos que la enfermedad o el sufrimiento me colocan en una posición en la que tengo que reinventarme, volver a encontrar otra manera de ser yo, y esta vez con limitaciones o incapacidades, y ya no puede haber las mismas cosas que antes.”

En tercer lugar el enfrentamiento con los límites, “de alguna manera nos marca nuestra finitud , nuestra fragilidad, nuestra digamos incapacidad para poder realizar muchas cosas”.

Todas las fobias: Latofobia, Tripanofobia, agliofobia..

Los miedos patológicos o irracionales,  de carácter enfermizo, hacia una persona, una cosa o una situación, pasan a tener la categoría de fobia.

Ligadas al ámbito sanitario encontramos unas cuantas:

Latofobia o iatofobia. – Miedo irracional y persistente a los médicos, al entorno sanitario, a los centros, y en algunos casos a los medicamentos.

Tripanofobia.- Miedo a ponerse inyecciones. Se trata de un miedo patológico causado por un contacto, vista, etc., a las agujas u objetos que puedan cortar o pinchar, y de otros tipos.

Agliofobia.- Miedo a experimentar dolor. Es un trastorno psicológico que puede ser descrito como el miedo de experimentar dolor.

Tanatofobia.- Miedo a la muerte.

Nosofobia o hipocondria .- Miedo exacerbado, irracional e incontrolable a padecer o desarrollar una enfermedad mortal.

Hematofobia.- Miedo a la sangre.

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