Un estudio con casi 3.000 mujeres de 10 provincias españolas respalda la creación de más zonas verdes

FUENTE: El País

Una de cada ocho mujeres tendrá cáncer de mama en algún momento de su vida. En muchos casos, el origen de este tumor es un misterio. Los factores de riesgo conocidos —como las mutaciones genéticas hereditarias, la obesidad y el consumo de alcohol— apenas explican la mitad de los casos detectados. Un nuevo estudio con casi 3.000 mujeres de 10 provincias españolas arroja un poco más de luz sobre este tumor. Vivir a menos de 300 metros de una zona verde urbana reduce el riesgo de sufrir cáncer de mama, según el trabajo, firmado por científicos de una quincena de instituciones punteras.


Los resultados del estudio muestran que vivir a menos de 300 metros de un parque o de un jardín disminuye el riesgo un 35%. Y la asociación es lineal. Vivir a menos de 100 metros supone una reducción del 44%. La epidemióloga Cristina O'Callaghan, coautora de la investigación, pide interpretar estos porcentajes “con todas las cautelas”, dado el amplio margen de error estadístico, pero subraya que la asociación observada es “robusta”.


“A partir de un único estudio no se puede extraer un porcentaje fiable, son necesarios más trabajos y con una muestra más amplia. Pero sí podemos afirmar que vivir cerca de una zona verde urbana reduce el riesgo de cáncer de mama”, sostiene O'Callaghan, del Instituto de Salud Global de Barcelona, un centro impulsado por la Fundación Bancaria "la Caixa". La investigación se acaba de publicar en la revista especializada International Journal of Hygiene and Environmental Health.


El trabajo hace un seguimiento de 1.129 pacientes con cáncer de mama y de otras 1.619 mujeres sanas, de similar edad y lugar de residencia, reclutadas en Asturias, Barcelona, Cantabria, Girona, Gipuzkoa, Huelva, León, Madrid, Navarra y Valencia. Los investigadores saben casi todo sobre estas mujeres, desde su nivel socioeconómico a sus hábitos de vida.


La hipótesis de partida de los investigadores era que la proximidad a un parque o a un jardín haría que las mujeres tuvieran una mayor actividad física, con el consiguiente efecto protector frente al cáncer de mama. Otra presunción era que la cercanía a una zona verde supondría una menor exposición a la contaminación atmosférica. “Ninguna de las dos hipótesis explica la asociación que hemos observado”, reconoce O'Callaghan.


“Nuestra hipótesis ahora es que se puede deber a una reducción de los niveles de estrés y depresión”, apunta la epidemióloga. Otro de los autores del estudio, Mark Nieuwenhuijsen, detectó hace tres años menos síntomas de ansiedad y depresión en personas que vivían a menos de 300 metros de un parque en Cataluña. En la ciudad de Baltimore (EE UU), un seguimiento a más de 3.000 personas durante 24 años ha mostrado un mayor riesgo de cáncer de mama en mujeres con depresión.


El nuevo trabajo también sugiere que las mujeres que viven a menos de 300 metros de una zona agrícola presentan un mayor riesgo de sufrir un cáncer de mama, pero el margen de error es muy grande. El riesgo aumenta entre un 0,7% y un 65%, según detalla O'Callaghan, que insiste en no quedarse en los porcentajes y en centrarse en la robustez del vínculo observado. En este caso, su hipótesis es una mayor exposición a pesticidas, no demostrada en la investigación.


El trabajo forma parte de un estudio más amplio, bautizado MCC-Spain y llevado a cabo con más de 10.000 personas entre septiembre de 2008 y diciembre de 2013 en una docena de provincias españolas. El objetivo general es evaluar los factores ambientales y genéticos asociados a los tumores colorrectal, gástrico, de mama y de próstata, además de a la leucemia linfática crónica. El MCC-Spain está coordinado por los epidemiólogos Manolis Kogevinas, del Instituto de Salud Global de Barcelona, y Marina Pollán, del Centro Nacional de Epidemiología. Unos 4.000 participantes son “controles”, personas libres de cáncer.


“El MCC-Spain es el estudio de casos y controles más grande de España”, subraya Beatriz Pérez, epidemióloga del grupo de Pollán. Pérez reconoce las limitaciones del nuevo estudio, como la falta de un mecanismo real que explique el efecto observado. En cualquier caso, la investigadora es contundente. “A un concejal de urbanismo le diría que las zonas verdes ayudan a que la gente adopte hábitos de vida más saludables. El entorno favorece que las personas salgan a caminar o a hacer ejercicio y, más allá del cáncer de mama, esto disminuye las enfermedades cardiovasculares”, señala Pérez. “Las ciudades tienen que favorecer que la gente salga a la calle”.

 

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