En el Día Mundial de la Lucha contra esta enfermedad, los expertos alertan de las secuelas psicológicas de este mal crónico.

FUENTE: La Razón

 

Se habla mucho del factor estético y de los efectos que el exceso de peso puede tener en la salud del que lo sufre: hipertensión, diabetes o complicaciones cardiovasculares son los más comunes. Sin embargo, hablando en términos generales, los pacientes se preocupan poco del aspecto psicológico que se asocia a un mal que solo en España afecta al 21,6 por ciento de la población –y, es más, hasta el 39,3 por ciento tiene sobrepeso–. Pero lo cierto es que una parte muy importante de la obesidad está en la cabeza. Así lo apunta el último informe que emitió ayer la Sociedad Española de la Obesidad (Seedo-Seo) con motivo de la celebración del Día Mundial de la Lucha contra esta enfermedad. En él, los expertos señalan que los efectos psicológicos ligados a la obesidad están presentes antes y después de desarrollarla. Ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria (como atracones o bulimia) son algunos de los más frecuentes, por no hablar de la baja autoestima que presentan los enfermos.

Por eso, los expertos en endocrinología y nutrición enfatizan en la importancia de contar con un buen grupo de psicólogos para abordar el problema desde una perspectiva multidisciplinar. No en vano, se trata de uno de los retos más difíciles de abordar desde el punto de vista de la salud pública, tanto en los países más prósperos como en los que están en vías de desarrollo. En concreto, el 30 por ciento de las personas que sufren obesidad y que acuden a terapia tienen rasgos de bulimia. De ellos, la mitad presenta depresión. Diversos estudios científicos apuntan a que las personas con esta enfermedad crónica muestran un riesgo más elevado de padecer trastornos y alteraciones psicológicas respecto a las personas con «normopeso» –entendido como el peso normal de una persona respecto a su estatura en función del Índice de Masa Corporal (IMC)–.

Entonces, ¿por qué es tan importante cuidar el aspecto psicológico en el tratamiento de esta enfermedad? Porque los trastornos que aparecen asociados a ella pueden mermar la adherencia a la terapia y condicionar su fracaso a largo plazo. «Por el hecho de tener más peso, las personas están fuertemente estigmatizadas, tanto durante la niñez en la escuela, como en la edad adulta en el ámbito laboral. Esto conlleva una disminución de su autoestima, un incremento de la ansiedad y empeoramiento de la relación con la comida, de sus hábitos y relaciones personales. En definitiva, de su calidad de vida», alertan desde Seedo.

Así, la mejor manera de evitar que la obesidad mine también la salud psicológica de los pacientes es acudir a terapia. En ella, el paciente deberá pasar por un proceso de maduración psicológica que le lleve a tomar conciencia de su problema y mejorar así su calidad de vida. De esta manera, logrará adquirir hábitos saludables, entre ellos la realización de actividad física y la implantación de una dieta ordenada. Y con ello, un incremento de la autoestima personal.

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