Contenernos durante periodos prolongados y de forma repetida puede llegar a causar problemas

FUENTE: Levante EMV

 

El trabajo, las prisas, una larga película en el cine o simplemente una prolongada jornada al aire libre puede llevarnos a retener muchas veces la orina más tiempo del aconsejable. Pero, ¿se puede calcular cuándo este tiempo pasa de lo razonable y puede convertirse en un riesgo para nuestra salud?

La orina es muy importante para el correcto funcionamiento del cuerpo humano. Contiene las toxinas que debemos ir eliminando del organismo.

Más allá de la evidente incomodidad y del riesgo que puede generar para las personas con problemas de retención, aguantar la orina no tiene por qué generar problemas si se hace de manera puntual o esporádica, pero sí puede llegar a causarlos si lo hacemos de forma habitual.

Si retener la orina se convierte en una costumbre pueden acabar apareciendo desde infecciones -la dolorosa cistitis-, hasta las disfunciones del sistema urinario.

Por eso, debemos revisar bien nuestras rutinas fuera de casa, donde corremos más riesgo de que esto suceda. Esto puede ocurrir especialmente en nuestro puesto de trabajo, especialmente si encadenamos tareas sin parar y nos cuesta encontrar tiempo para ir al baño de forma natural.

La vejiga de una persona tiene una capacidad de almacenar unos 500 o 600 mililitros, aunque se dilata permitiendo que se acumule una cantidad bastante mayor. Esto pasa cuando dormimos. En casos de retención, además, puede llegar a contener incluso más de dos litros.

Pero las ganas de orinas pueden aparecer desde el momento en el que llegamos a entre 250 y 350 mililitros. Entonces, el líquido se retiene por la acción de dos músculos: el esfínter, que se contrae para evitar la salida de la orina, y el detrusor. En principio, estos músculos se regulan de forma inconsciente, pero conforme aumenta la cantidad de líquido, es necesario hacer un mayor esfuerzo.

Si nuestro cuerpo nos lo pide, ese será el momento de orinar. Pero si no, podemos entrar en una fase en la que el detrusor, el músculo que se encarga de contraer la vejiga para el vaciado que pide el cerebro se contrapone con la acción de nuestro lado consciente, que, a través del esfínter distal, frena las ganas de ir al baño.

Cistitis

Pero en casos de retención del pis largos y habituales, pueden surgir algunos problemas. La orina contiene sustancias ácidas y partículas de amoníaco, en concentraciones bajas, pero que pueden afectar a las paredes de la vejiga o el tracto urinario. La confluencia de la inflamación de las paredes de la vejiga con la acumulación de los microbios causa la cistitis, una inflamación de la vejiga que puede venir acompañada o no de infección.

La cistitis se da más habitualmente en mujeres, porque su tracto urinario está más cerca del ano, y por ende acumula más gérmenes. Sus síntomas son, sobre todo, que las micciones se vuelven más frecuentes, y cuando se producen, duelen. La orina, además, puede salir rojiza, sucia de sangre. También se suele sentir malestar en la zona del bajo vientre, y la inflamación puede acarrear fiebre.

Reflujo

Otro de los riesgos de retener la orina es el de originar el reflujo vesicoureteral. Este se produce cuando la orina retrocede desde la vejiga a los riñones. Se trata de un caso anómalo, que puede estar causado por una enfermedad congénita pero también por las dificultades para orinar con normalidad.

Lo normal es que en ese reflujo la orina no pase de la uretra, pero si llega a los riñones. Podría generar dolor o infectar órganos.

Ensanchamiento de la vejiga

Pero aguantar las ganas de ir al baño de forma frecuente también puede ocasionar otras disfunciones, como el ensanchamiento crónico de la vejiga. Esto puede generar asincronías a la hora de hacer pis. La vejiga dejará de funcionar con normalidad al perder sensibilidad, y ello llevará a una incapacidad para controlarla como solíamos.

Cólicos nefríticos

En determinados casos, se puede llegar a producir un cólico nefrítico. Ocurre porque el estancamiento de la orina puede producir que las sales y minerales que porta se acumulen y sedimenten en los riñones, formando cristalitos conocidos como cálculos renales. Expulsarlos de forma natural, por el tracto urinario, es una experiencia muy dolorosa.

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