Acariciar suavemente a los bebés antes de los procedimientos médicos, como un análisis de sangre, puede reducir la sensación de dolor.

FUENTE: ABC

El dolor infantil, agudo o crónico, sigue constituyendo un reto para los profesionales sanitarios. Determinar si un niño, especialmente un bebé, sufre un dolor agudo durante un tratamiento, es una cuestión muy compleja debido a que los niños en edad preverbal no puede determinar el grado del dolor que están padeciendo. Ahora, gracias a un estudio que se publica en la revista «Current Biology», al menos se sabe que si acaricia suavemente a los bebés durante una intervención médica se puede paliar dicho dolor.

Los investigadores de la Universidad de Oxford y de la Universidad John Moores de Liverpool (Reino Unido) han descubierto, gracia al empleo de la electroencefalografía (EEG), que acariciar suavemente a un bebé parece reducir la actividad en el cerebro infantil asociada con experiencias dolorosas. Sus resultados sugieren que acariciar ligeramente a un bebé a una cierta velocidad podría proporcionar un alivio efectivo del dolor antes de los procedimientos médicos clínicamente necesarios.

«Los padres acarician a sus bebés de manera intuitiva a esta velocidad -señala la autora del estudio, Rebeccah Slater-. Si podemos entender mejor los fundamentos neurobiológicos de técnicas como el masaje infantil, podríamos mejorar los consejos que brindamos a los padres sobre cómo consolar a sus bebés».

Slater y su equipo midieron las respuestas de dolor de 32 recién nacidos a los análisis de sangre observando su comportamiento y detectando su actividad cerebral gracias a la electroencefalografía, una técnica que mide pequeñas ráfagas de actividad eléctrica desde la superficie del cerebro. En la mitad de los bebés se acarició suavemente la piel con un cepillo justo antes del análisis de sangre.

Actividad del cerebro

Un trabajo previo de Slater mostró que la actividad del EEG aumenta en el cerebro del bebé inmediatamente después de un análisis de sangre. Este patrón de actividad relacionada con el dolor puede reducirse mediante intervenciones, como la aplicación de un anestésico local antes del procedimiento. En este estudio se ha visto que los bebés que recibieron una caricia suave mostraron una menor actividad de EEG relacionada con el dolor.

Slater cree que el poder para reducir el dolor de las caricias parece ser clínicamente útil y podría explicar la evidencia del poder calmante de las intervenciones basadas en el tacto, como el masaje infantil y el método canguro, la práctica de sostener a los bebés prematuros pegados a la piel del padre o la madre. Fomentar la unión entre padres e hijos podría reducir el dolor, concluye Slater que planea repetir su experimento en bebés prematuros, cuyas vías sensoriales aún se están desarrollando.

«El trabajo ha demostrado que el contacto físico puede aumentar el vínculo con los padres, disminuir el estrés tanto para los padres como para el bebé y reducir la duración de la estancia en el hospital». «El tacto –añade- parece tener potencial analgésico sin elriesgo de efectos secundarios».

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