Deslizarse por la nieve es una práctica exigente en la que conviene tener en cuenta una serie de pautas si se quieren prevenir daños físicos

FUENTE: Heraldo

 

El esquí, debido a la exigencia física que requiere su práctica, es un deporte que, mal realizado, puede acarrear lesiones diversas. Aunque las roturas en piernas y hombros y las luxaciones son algunas de las afecciones más comunes en las estaciones, existen otras que, aunque menos importantes aparentemente, en numerosas ocasiones se arrastran durante varios meses al afectar a tejidos como ligamentos o tendones.

Además de tener presente que esquiar muchas horas seguidas es la causa de una de cada tres lesiones y de que es fundamental ser consciente de las limitaciones de cada uno a la hora de hacer deporte, existen algunas pautas sencillas para evitar que se produzcan este tipo de daños.

  1. Una adecuada preparación antes de la práctica deportiva es clave. En este sentido, cabe destacar los frutos de un buen estiramiento, un hábito que favorece el alineamiento corporal y la postura, además del hecho de tener una buena movilidad muscular y reforzar la flexibilidad, una serie de factores muy útiles cuando se desciende por una pista a gran velocidad.
  2. La elección del equipamiento también ocupa un lugar destacado en este ámbito. Aunque este tipo de productos suelen tener un elevado coste económico, a menudo es recomendable gastarse un poco más de dinero para preservar la integridad física lo máximo posible. En cuanto a las tallas en las botas para esquiar, por ejemplo, es conveniente que te pruebes varias y te quedes con las que más cómodas te resulten. Los esquís tienen una medida justa, de forma que no pueden ser ni demasiado largos ni excesivamente cortos, así que si tienes dudas al respecto lo mejor es que consultes con un profesional. La ropa también es importante, hasta el punto que una buena vestimenta puede evitar que sufras rasguños, laceraciones y quemaduras.
  3. Aprender a caer correctamente, hacer un buen uso de los bastones y proteger bien partes del cuerpo como las rodillas es fundamental para prevenir roturas como las del menisco o el ligamento cruzado anterior. Para esto último, es preciso ajustar de manera adecuada las fijaciones de las botas al esquí y comprobar su buen funcionamiento de forma periódica, todo ello con el fin de asegurarse de que, en caso de caída, el esquí se libere automáticamente y no funcione como palanca con la rodilla.
  4. Ejercicios clásicos del tren inferior como zancadas y sentadillas de todo tipo son muy apropiados para estar en forma en este deporte y, junto a otros destinados al fortalecimiento de caderas, son de gran utilidad para estar más seguro a la hora de deslizarse por la nieve.
  5. No lleves tu cuerpo al límite. El cansancio es uno de los mayores culpables de las diferentes contusiones, luxaciones o esguinces que padecen los usuarios del deporte blanco, pues este no solo nos agota, sino que también nos hace más torpes, impidiendo así que llevemos a cabo una buena coordinación.
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