Las alergias son ese enemigo silencioso que no sabes cómo ni cuándo llega y tampoco está muy claro en qué momento se va. Sí se conocen los serios trastornos que provocan y el malestar físico que trae consigo

FUENTE: La Razón

 

Con seguridad en su entorno, querido lector, conocerá a alguien –puede que más de uno– que padece en estos momentos un indisimulado malestar con frecuentes estornudos, lagrimeo, tos, picor de garganta y de ojos y, claro, un consumo compulsivo de kleenex. Puede incluso que sea usted mismo y que su hartazgo sea poco menos que comprendido por aquellos que también pasan las de caín en esta amargura primaveral. La probabilidad es muy alta.

Nada menos que 16 millones de españoles padecen los trastornos propios de una reacción alérgica, de los que la mitad, ocho millones, lo desarrollan por exposición a los pólenes. Y subiendo, pues la incidencia está en una dinámica alcista que no parece haber tocado techo, ni mucho menos. De hecho se estima que llegará al 50% de la población afectada cuando era del 20% hace apenas dos décadas. ¿Es alarmista hablar de pandemia cuando se manejan esos porcentajes? No lo parece. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa estas afecciones entre las seis patologías más frecuentes, además de estar consideradas como la enfermedad crónica más común en la infancia.

En estos momentos, atravesamos unas semanas especialmente complicadas y anómalas para estas alturas del año, que han disparado las concentraciones de pólenes acompañados de síntomas de rinitis, conjuntivitis y asma. Y bien que lo han sufrido y lo sufren las consultas de medicina de familia. Los enero y febrero primaverales han favorecido este caldo de cultivo tan inconveniente para los alérgicos.

Pero además de los desagradables y nocivos efectos de no tolerar determinados alérgenos presentes en nuestro día a día, a la enfermedad le acompaña también un cierto halo de misterio extendido entre los pacientes que no acaban de encajar ni comprender por qué su cuerpo es tolerante un día e intolerante al siguiente. Existe, en ese sentido, una curiosidad no satisfecha con un argumentario consistente que responda a preguntas lógicas sobre la alergia en particular de cada uno y en general: ¿por qué hay tantas alergias ahora? ¿Por qué me he hecho alérgico si antes no lo era? ¿Si tengo hijos serán alérgicos? ¿Por qué hay gente alérgica y gente que no?

Los especialistas reconocen que no hay explicaciones sencillas sobre el mecanismo que provoca que de golpe cosas con las que hemos estado en contacto durante muchos años alteren nuestro sistema inmunológico en un momento determinado. Pese a todo, el consenso de los expertos hablan de múltiples causas que abarcarían desde el factor hereditario a las transformaciones medioambientales pasando por el cambio de dieta y hábitos alimentarios e incluso una excesiva higiene, hasta el punto que una sustancia normal pudiera ser tomada como nociva por el organismo.

Sea como fuere, las alergias del siglo XXI no nos lo ponen fácil, evolucionan y son un reto creciente de salud pública, con efectos sociolaborales y económicos, a los que hacer frente para que la primavera sea un despertar menos angustioso.

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