Un grupo de expertos defiende ante Bruselas que se prohíba el tabaco en los vehículos por su incidencia en los no fumadores.

FUENTE: La Vanguardia

Las mediciones de los niveles de nicotina en el aire no dejan lugar a dudas: los fumadores pasivos están constantemente expuestos a este producto cancerígeno, pese a las prohibiciones legislativas. Bien porque en muchos espacios aún se permite fumar, como es en los coches privados o en las casas, o porque no se cumple la ley, como en las terrazas, en las entradas de
los colegios o en los parques infantiles.

Especialmente preocupante es la situación en los vehículos. Estar en el interior de un coche mientras el fumador se echa un pitillo tiene un impacto muy alto en la salud de los no fumadores ya que el nivel de nicotina en el ambiente es de los más elevados encontrados: 21,4 microgramos por metro cúbico de aire. ¿Qué significa? Pues que el que viaja con un fumador respira más nicotina que la que inspira, por ejemplo, uno no fumador cuando está en una terraza semicerrada tomando un café junto a alguien que se está echando un cigarro. De hecho, los niveles detectados son 15 veces más altos que los de dichas terrazas. Sólo se puede comparar con los alcanzados en las discotecas de los años noventa a altas horas de la madrugada cuando aún se podía fumar.

Estas son algunas de las conclusiones de un ambicioso estudio financiado por la Unión Europea, el proyecto TackSHS, dirigido por el doctor Esteve Fernández, director de la Unidad de Control del Tabaco del Institut Català d’Oncologia, y que ayer fue presentado en el Parlamento Europeo. El proyecto, en el que han participado 12 países y decenas de investigadores, se centra en evaluar la exposición al humo ambiental del tabaco de los fumadores pasivos, especialmente en los lugares en los que aún no hay regulación al respecto o, si la hay, es tan difusa que al final no se cumple.

El estudio, que ha durado cuatro años, muestra algunas evidencias. Una, el daño que causa en los no fumadores el humo dentro del coche, especialmente en los niños y en los pacientes con enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Dos, el perjudicial consumo en el hogar. Según las investigaciones realizadas por María José López, de la Agència de Salut Pública de Barcelona, se ha detectado nicotina en el 93% de los hogares de personas fumadoras, unos niveles que se multiplican por 20 (independientemente de si fuman o no en su interior) si en esas casas se consume tabaco.

“El gran problema es que en el hogar hay niños, mayores, personas con asma, embarazadas... que están constantemente expuestos a la nicotina, durante muchas horas y todos los días”, señala López. El proyecto TackSHS ha evaluado que acabar con el hábito de fumar en el hogar supondría un ahorro de 200 millones de euros en cuatro años en costes sanitarios en España. “Sólo si se acabara con el tabaco en los hogares”, recalca el doctor Fernández.

¿Y en las terrazas? Los resultados de esta investigación, que ha recibido una financiación de 3 millones de euros de las arcas europeas, revela que en más del 90% de las terrazas con algún tipo de cierre se ha detectado nicotina en el aire, más nivel cuanto más cerrada está y, especialmente por la noche. ¿Qué conclusiones sacan los expertos de estos datos? Según Esteve Fernández, que “las legislaciones parciales no funcionan. Empezar a decir que si la terraza tiene un lado o dos, o si tiene techo, no funciona. Ocurrió con la ley del 2005, que permitía fumar en espacios reservados para ello si el local tenía unos metros determinados, y al final hubo de reformarla y prohibir fumar en todos los espacios públicos cerrados”.

Pero si para una persona sana estar expuesto a la nicotina es perjudicial, para un niño o un paciente con una enfermedad pulmonar es claramente dañino. El doctor Joan Soriano, del hospital La Princesa (Madrid) y que también ha participado en el proyecto TackSHS, centró su investigación precisamente en pacientes con asma y EPOC. “Medimos la exposición a la nicotina de estos pacientes mientras permanecían en la terraza semicerrada tomando un refresco junto a un fumador y los resultados son elocuentes. Con sólo siete minutos de exposición, sus problemas respiratorios se agravaban. Siete minutos”, insiste.

Con estos datos, y muchos más que irán desgranando los distintos grupos de investigación tanto por países como a nivel europeo, los participantes del proyecto, con su coordinador a la cabeza, han acudido al Parlamento Europeo con un conjunto de recomendaciones: que se prohíba fumar en todos los vehículos privados y públicos, independientemente de si viajan o no niños o mujeres embarazadas, y en las terrazas que tengan algún tipo de cubierta (“si se hacen excepciones, las leyes no funcionan”, insisten los investigadores). En España, los agentes de Tráfico tienen la potestad de sancionar a aquellos conductores que se muestren distraídos o
que pongan en peligro la seguridad vial.

Los ponentes del proyecto consideran que es preciso que, en el caso español, se potencien las inspecciones para impedir que se fume en espacios ya protegidos como en los parques infantiles (donde también se ha detectado nicotina y en el 60% de estos espacios, se han hallado colillas) y en la puerta de los colegios y hospitales. Además, piden que se intensifiquen las campañas de concienciación e información para que los ciudadanos sean conscientes de los problemas del consumo pasivo, por ejemplo, en los hogares.

“Hay que proteger la salud de los no fumadores, especialmente de los más vulnerables, los niños, los mayores y los enfermos pulmonares y de corazón”, señala el doctor Fernández.

Estas medidas coinciden en parte con la propuesta de la Conselleria de Salut, que este verano adelantó su intención de aumentar los espacios sin humo a marquesinas de autobuses, las entradas de los colegios y hospitales, los lugares con fines deportivos, en el interior de los coches privados y, su propuesta más polémica, prohibir fumar en las terrazas sin excepción. Estas medidas, que aún hay que consensuar, se incluirían dentro de una nueva ley de adicciones que sustituirá a la actual ley autonómica de prevención y asistencia en materia de sustancias que pueden generar dependencia.

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