La Helicobacter pylori afecta a más de la mitad de la población mundial.

FUENTE: 20 Minutos

La Helicobacter pylori es una bacteria causante de “la gastritis crónica, la úlcera péptica y el cáncer gástrico”, como indica la Asociación Española de Gastroenterología (AEGASTRO). Aunque los ácidos del estómago evitan que esta sobreviva, en ocasiones, lo consigue provocando una inflamación que puede derivar en alguno de los problemas ya mencionados.

La AEGASTRO advierte que este patógeno afecta “a más de la mitad de la población mundial” y que esto “supone una gran carga sanitaria al ser la causante de un alto porcentaje de las consultas referidas a trastornos digestivos que se atienden en Atención Primaria”.

Con todo, es necesario saber qué síntomas alertan de una infección por la Helicobacter pylori, así como los posibles tratamientos que disminuyan el riesgo de poder sufrir cáncer gástrico. Para esto, la detección precoz y la cura completa de este patógeno es imprescindible para lograrlo.

¿Cómo se transmite la Helicobacter pylori?

La Helicobacter pylori se puede transmitir entre las personas, sobre todo, si no se lavan las manos con frecuencia, algo que indica el Manual MSD. La importancia de adquirir este hábito está en que esta bacteria se “encuentra en las heces, la saliva y la placa dental”. Por esta razón, puede transmitirse a través de los besos, lo que hace que la infección se extienda con rapidez en las familias.

En el instante en que una persona tiene la Helicobacter pylori, como bien mencionamos al principio, esta es muy difícil que sobreviva. Sin embargo, suele adherirse a la mucosa protectora del revestimiento gástrico donde el contacto con los ácidos que pueden destruirla es menor. Así, puede romper esa mucosa para penetrar en el estómago.

Síntomas de la Helicobacter pylori

Según indica el Manual MSD y la AEGASTRO, algunas personas pueden no presentar síntomas, sin embargo, lo más habitual es que sufran algunos de los que vamos a exponer a continuación. Todo ellos se identifican con la gastritis y están relacionados con lo que se conoce como dispepsia.

  • Hinchazón abdominal.
  • Exceso de gases (eructos y flatulencias).
  • Reflujo ácido.
  • Ardor estomacal.
  • Mareos y náuseas.
  • Dolor o malestar en la parte superior del abdomen.

Ante la presencia de esta sintomatología es importante acudir al médico, ya que, aunque pueda remitir, es posible que la bacteria no se elimine y, ello, puede causar un mayor riesgo de sufrir cáncer gástrico en el futuro.

Diagnóstico y tratamiento

El procedimiento que se lleva a cabo para detectar la presencia de Helicobacter pylori es realizando un análisis de aliento o heces, y una endoscopia digestiva alta (aunque no siempre es necesario). Esto permitirá ver el avance de la úlcera, una de las consecuencias que tiene esta bacteria. Una vez diagnosticada, existen diferentes tratamientos.

Antibióticos destinados a reducir el ácido del estómago para ayudar a cicatrizar y proteger la úlcera o úlceras que haya podido provocar la Helicobacter pylori. Por lo general, suelen recetarse dos antibióticos para evitar que la bacteria se vuelva resistente.

Tras el tratamiento, como indica el Manual MSD, se realizarán pruebas para verificar que la infección ha sido erradicada. Las pruebas de aliento o heces se realizan cuatro semanas después de haber finalizado la toma de antibióticos. Si la bacteria se ha combatido con éxito, se dan algunas pautas para evitar, de nuevo, su contagio.

Cambios en la dieta, pues durante el tratamiento, como señala la Asociación Internacional de los Desórdenes Gastrointestinales (IFFGD) “la dieta grasa puede inducir o exacerbar los síntomas”.

Con todo, a pesar de que todas las personas pueden contraer esta bacteria, los grupos con mayor riesgo son las personas mayores y los niños pequeños. Por esta razón, aunque sea una infección común, es conveniente prestar atención a los síntomas e iniciar un tratamiento siguiendo las recomendaciones del médico para erradicar la Helicobacter pylori y evitar que pueda progresar hacia un problema mayor.

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