Todos ellos pueden ser, de alguna forma, perjudiciales para la salud humana, ya sea a través de las picaduras, como las garrapatas, instalándose en nuestra piel como parásito o, la más conocida, provocando alergias.

Este es el caso de los ácaros del polvo, diminutas criaturas invisibles al ojo humano que sobreviven en condiciones extremas en nuestros hogares y producen reacciones alérgicas en al menos el 10% de la población, 15% de los niños.

Los ácaros del polvo son unos arácnidos diminutos que habitan en el interior de nuestras casas -nunca en el exterior- y que se alimentan de la piel que desprendemos.

Su hábitat favorito son los textiles, preferiblemente naturales, como las cortinas, las alfombras, los colchones, sofás e incluso los peluches, y prefieren ambientes húmedos y cálidos.

Dependiendo de la especie, lo ideal para ellos es una humedad de entre el 60 y 80%. Se considera que son peligrosos para la salud de las personas alérgicas cuando se concentran más de 10 mg de ácaros por gramo de polvo.

¿En qué consiste la alergia a los ácaros?

La alergia en realidad no la provocan los ácaros en sí, sino sus excrementos, que contienen una sustancia llamada Der p1, causante de la alergia al ser inhalada con el polvo fino.

Las reacciones alérgicas pueden producirse por inhalación -a través de las vías respiratorias- o por contacto, a través de la piel. Así, los síntomas provocados por inhalación son rinitis, estornudos y, en casos más graves, asma, que puede convertirse en crónica si no se trata. Por contacto, pueden producir dermatitis, eccema, irritación cutánea y ocular, conjuntivitis, etc.

El tratamiento, como el de la mayoría de las alergias, es sintomático a través a antihistamínicos, colirios, cremas, etc. y, evitar en lo posible el contacto con el alérgeno.

¿Podemos evitar los ácaros en casa?

Los ácaros son unos habitantes más de nuestra casa, y su población podría medirse por millones, por lo que evitarlos del todo es imposible.

Lo que sí podemos es tomar una serie de medidas para que la concentración de estos organismos y sus excrementos se mantengan por debajo de 10 mg de ácaros por gramo de polvo y no puedan, por tanto, provocar alergias.

  • Quitar el polvo a menudo. Deberemos retirarlo siempre con una bayeta o año húmero para retirarlo y no sólo moverlo de un lugar a otro de la casa.
  • Aspirar al menos una vez a la semana, no sólo el suelo y las alfombras, también sofás, cojines, cortinas… y una vez al mes, los colchones. Algunas aspiradoras tienen los llamados filtros hepa, que eliminan mejor los ácaros y el polvo.
  • Usar un protector de colchón antiácaros.
  • Evitar las alfombras de pelo largo y tejidos naturales, como la lana, uno de los hábitats favoritos de los ácaros y el látex.
  • Lavar los textiles a menudo, sobre todo ropa de cama, pero también cortinas, peluches, etc.
  • Ventilar a diario, sobre todo las habitaciones, donde más ácaros a causa de la humedad y los textiles se concentran. De este modo, conseguiremos que la humedad de la casa se sitúe en torno al 40-50%, y la temperatura en torno a los 20 cº.
  • Utilizar un purificador de aire, con tecnología iónica, que garantizan un ambiente libre de ácaros e impurezas.

Con estas precauciones, conseguiremos un ambiente más habitable y sano -libre de impurezas y de ácaros- para las personas con alergia.