La hipertensión durante el embarazo puede poner en riesgo la vida del bebé. Existen dos tipos de hipertensión en el embarazo: la crónica y la gestacional. El riesgo de parto prematuro es mayor en las embarazadas que padecen hipertensión.

FUENTE: 20 Minutos

La hipertensión "es un trastorno en el que los vasos sanguíneos tienen una tensión persistentemente alta, lo que puede dañarlos", como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Durante el embarazo, algunas mujeres pueden desarrollarla y su control es fundamental para evitar que la vida del bebé corra peligro.

El Manual MSD clasifica en dos tipos la hipertensión que puede aparecer en el embarazo. Una es la crónica que aparece antes de la semana 20 de gestación y que causa complicaciones hasta en un 5% de los embarazos. El segundo tipo es la gestacional que aparece después de la semana 37, normalmente, en un 10% de los embarazos, aunque es más común en aquellos que son multifetales.

¿Cómo se diagnostica?

En los diferentes chequeos que se tienen que hacer durante la gestación, el médico siempre utilizará un tensiómetro para medir la tensión arterial de la mujer embarazada. En el caso de que el resultado sea igual o superior a 140/90 mm Hg el diagnóstico será hipertensión.

Tras comprobar esto, el médico suele recomendar la realización de una serie de pruebas para descartar otras causas que puedan estar provocando la tensión alta, por ejemplo, la estenosis de las arterias renales o el síndrome de Cushing.

Si la hipertensión es gestacional, el médico llevará a cabo un seguimiento para tenerla controlada. Con respecto a la crónica, que es más grave, quizás considere necesario recetar antihipertensivos.

Si la madre tiene antecedentes de hipertensión en el embarazo o ha tenido este problema en gestaciones anteriores, puede tener un tensiómetro en su propia casa para controlar ella misma la tensión y reducir los siguientes riesgos.

Riesgos de la hipertensión en el embarazo

Los dos tipos de hipertensión expuestos aumentan el riesgo de preeclampsia, eclampsia e insuficiencia uteroplacentaria. Si no se tratan ni se realiza un control de la tensión alta esto puede provocar complicaciones e, incluso, causar la muerte fetal.

  • Preeclampsia: aparece lentamente y afecta hasta a un 7% de las mujeres embarazadas que tienen antecedentes familiares, sufren obesidad o tienen una edad mayor de 35 años. Termina progresando a eclampsia si no se trata.
  • Eclampsia: son convulsiones que derivan en una pérdida de conocimiento y en un estado de coma. Para controlarla se suministran dosis altas de sulfato de magnesio. En este estado la placenta puede desprenderse prematuramente, una de las causas más frecuentes de muerte fetal.
  • Insuficiencia uteroplacentaria: es la incapacidad de la placenta de proveer de nutrientes al feto. Se relaciona con los dos tipos de hipertensión anteriores. Puede provocar restricción del crecimiento fetal (PEG).

Existen situaciones en las que la tensión alta es leve y esto no suele requerir medidas adicionales más que un estricto control. Sin embargo, en los casos graves puede ser necesaria internar a la madre o empezar un tratamiento hipertensivo. Si la vida del bebé corre peligro, debe tenerse en cuenta la posibilidad de adelantar el parto.

¿Cuándo buscar atención médica inmediata?

Es conveniente acudir a los servicios de emergencia lo antes posible si la mujer embarazada empieza a sufrir mareos, pierde la visión, tiene dolor de cabeza intenso, la cara o las manos se hinchan o nota que el bebé no se mueve. Si a esto se le añaden vómitos, náuseas o sangrado vaginal puede ser indicativo de que la tensión está demasiado alta.

La atención médica inmediata puede evitar que la preeclampsia derive en eclampsia y que la vida del bebé corra peligro. Por eso, es importante vigilar la sintomatología expuesta y acudir a los controles médicos recomendados durante el embarazo.

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