En algunos casos, incluso son síntomas de que todo funciona bien.

FUENTE: 20 Minutos

Casi todas las personas sufren problemas de memoria cotidianos como entrar en una habitación a por algo y no recordar de qué se trata, o conocer a un actor pero ser incapaz de decir su nombre. Estas lagunas son recurrentes, pero no debemos preocuparnos. El País recopila algunos de estos fallos más comunes.

Falta de atención: a veces, no se trata de fallos de memoria, sino de falta de atención. No acordarnos dónde hemos aparcado el coche o perder el hilo en una conversación son ejemplos. Javier Olazarán, director de la unidad de Investigación y tratamiento de los trastornos de la memoria del Centro Integral de Neurociencias HM CINAC cuenta a El País que son 'lapsos atencionales', pero no fallos de memoria genuinos. Un truco puede ser tener un lugar para guardar cada cosa.

Recuerdos en la punta de la lengua: buscamos una palabra, pero no nos sale. Según la Universidad de Harvard, lo que ocurre es que hay otro recuerdo que compite con el que buscamos. Este recuerdo rival es parecido al que buscamos. Este fenómeno es más frecuente con la edad. Por eso, olvidar nombres propios es común, porque éstos están al final de las redes neuronales. Según Javier Olazarán, "Nuestra mente es asociativa y se construye en basa a modelos de información interconectada. Esto significa que, para acceder a estos nombres, tenemos que competir con mucha información relacionada que bloquea el acceso a ellos, como por ejemplo, los rasgos físicos de esa persona, algo que haya dicho o hecho... todos esos bloqueos mentales podemos considerarlos como manifestaciones normales de un cerebro sano".

Plagios involuntarios: hay personas que consideran que tienen una memoria prodigiosa para recordar sucesos del pasado, pero no son conscientes de que sus recuerdos son incorrectos. Pero no es por su mala calidad en la memoria. Ulric Neisser, padre de la psicología cognitiva, preguntó a sus alumnos, el día después de la explosión del transbordador Challenger en 1986, que escribieran lo que había pasado. Tres años después les hizo la misma pregunta. Todos pensaban que sus recuerdos eran precisos, pero sólo el 7% respondió igual que la primera vez. En un 25% de los casos no coincidían los detalles importantes y el resto cambió su versión considerablemente. Este fenómeno aumenta con la edad y los recuerdos son más antiguos. Este fenómeno explica que a veces creamos haber tenido una idea original cuando en realidad, ha llegado desde el exterior, como un plagio involuntario.

Mismo hecho, distintos recuerdos: a veces recordamos una experiencia y este recuerdo es totalmente diferente al que otra persona recuerda. Aunque ambos fabricaron los recuerdos juntos, no se trata de que uno lo recuerde mejor que otro. Hay factores externos que influyen, como el humor del que estemos o experiencias previas ante situaciones diferentes.

Olvidar y recordar mejor: la memoria es transitoria, hay recuerdos que duran más que otros y algunos incluso desaparecen. Según la ciencia, es la respuesta a un mecanismo que sirve para limpiar nuestro disco duro y generar espacio para almacenar nuevos recuerdos.

Estrés y no demencia: a veces nos alarmamos cuando tenemos olvidos frecuentes, pero no tiene por qué ser un preámbulo de la demencia, sino una respuesta del estrés. Así, la falta de sueño también altera el funcionamiento de las células del cerebro. Un déficit de sueño interfiere en la capacidad de las neuronas para codificar y almacenar recuerdos del día durante el descanso nocturno. No sólo sirve el sueño, sino que también es útil desconectar durante el día, haciendo deporte o emprendiendo tareas creativas.

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