Permite atravesar de forma segura y efectiva la barrera hematoencefálica, lo que facilita la administración de medicamentos.

FUENTE: ABC

Las técnicas de ultrasonido podrían sumarse al escaso arsenal terapéutico existente contra la enfermedad de alzhéimer. Según los resultados de un estudio presentado en la Reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA), el ultrasonido es una forma segura y efectiva de dirigirse y abrir áreas de la barrera hematoencefálica, lo que potencialmente permite nuevos enfoques de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer.

Actualmente no existe un tratamiento efectivo para la enfermedad de Alzheimer, la causa más común de demencia. La barrera hematoencefálica, una red de vasos sanguíneos y tejidos que evita que sustancias extrañas ingresen al cerebro, presenta un desafío para los científicos que investigan tratamientos, ya que también impide que los medicamentos, potencialmente terapéuticos, alcancen sus objetivos dentro del cerebro.

Los estudios en animales han demostrado que la técnica de ultrasonido focal de baja intensidad (LIFU) administrada bajo la guía de resonancia magnética pueden abrir reversiblemente esta barrera y facilitar la administración dirigida de medicamentos y células madre.

Una resonancia magnética cerebral realizada posteriormente al tratamiento confirmó que la barrera hematoencefálica se abrió dentro de las áreas diana justo después del tratamiento y se cerró en las 24 horas siguientes

Los investigadores han estado estudiando LIFU en humanos durante más de un año en un ensayo clínico dirigido por Ali Rezai, del Instituto de Neurociencia Rockefeller de la Universidad de West Virginia (EE.UU.). Este grupo administró LIFU en localizaciones específicas del cerebro críticas para la memoria en tres mujeres, de 61, 72 y 73 años, con enfermedad de Alzheimer en etapa inicial y evidencia de placas amiloides, proteínas en el cerebro que están vinculadas con la enfermedad.

Las pacientes recibieron tres tratamientos sucesivos a intervalos de dos semanas. Los investigadores los rastrearon en busca de hemorragia, infección y edema, o acumulación de líquido.

Una resonancia magnética cerebral realizada posteriormente al tratamiento confirmó que la barrera hematoencefálica se abrió dentro de las áreas diana justo después del tratamiento y se cerró en las 24 horas siguientes.

«Los resultados son prometedores –señala el coautor del estudio, Rashi Mehta-. Hemos podido abrir la barrera hematoencefálica de manera muy precisa y documentar su cierre en 24 horas. La técnica se reprodujo con éxito en los pacientes, sin efectos adversos».

La LIFU guiada por RM precisa la colocación de un casco sobre la cabeza del paciente una vez que están dentro de la máquina de RM. El casco está equipado con más de 1.000 transductores de ultrasonido separados en ángulo en diferentes orientaciones. Cada transductor administra ondas de sonido dirigidas a un área específica del cerebro. Las pacientes también reciben una inyección de agente de contraste compuesto de burbujas microscópicas. Una vez que se aplica el ultrasonido al área objetivo, las burbujas oscilan o cambian de tamaño y forma.

«El transductor del casco entrega energía focal a ubicaciones específicas en el cerebro -señala Mehta-. La oscilación de las microburbujas causa efectos mecánicos en los capilares en el área objetivo, lo que resulta en un desprendimiento transitorio de la barrera hematoencefálica».

LIFU podría ayudar a administrar medicamentos terapéuticos en el cerebro para mejorar su efectividad. Incluso sin fármacos, la apertura de la barrera hematoencefálica en animales ha mostrado efectos positivos, apunta Mehta. Estos efectos pueden deberse al aumento del flujo del líquido que limpia el cerebro de sustancias tóxicas, a partir de una respuesta inmune desencadenada por la apertura, o por alguna combinación de los dos.

Si bien la investigación hasta ahora se ha centrado en la seguridad de la técnica, en el futuro los investigadores tienen la intención de estudiar los efectos terapéuticos de LIFU.

«Nos gustaría tratar a más pacientes y estudiar los efectos a largo plazo para ver si hay mejoras en la memoria y los síntomas asociados con la enfermedad de Alzheimer. El siguiente paso sería utilizar este enfoque para ayudar a administrar medicamentos», añade Metha.

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