Los objetos no tienen color, nosotros los percibimos así por la longitud de onda de la luz que reflejan. Y la detección final depende de los conos, unas células fotorreceptoras situadas en la retina.

FUENTE: El Mundo

Empezaremos por una pregunta aparentemente sencilla: ¿el color de la imagen superior es azul verdoso o un verde azulado? Puede parecer algo nimio, pero la discusión sobre si vemos algún objeto más azul que verde o lo contrario puede llegar a generar más polémica que aquel famoso vestido blanco y dorado (o azul y negro).

En este caso no se trata de un truco visual, aunque la forma en que incide la luz también es determinante, como lo es siempre que se trata de distinguir tonos cromáticos. Y tampoco es una cuestión de sexos, tanto hombres como mujeres podemos librar esa discusión desde ambos lados. Pero sí nos sirve como ejemplo de lo subjetivo o personal que puede ser a veces definir un color y eso sin contar con anomalías físicas que nos lo dificulten aún más.

Todos conocemos las famosas láminas en las que se nos pide que leamos el número escondido en un dibujo hecho a base de burbujas de dos colores. Este tipo de pruebas sirven para detectar el daltonismo, una condición por la que es imposible distinguir entre dos tonos concretos, como el rojo y el verde. Existen otras pruebas destinadas a diagnosticar problemas en la visión de los colores, a continuación mostramos una versión de una de ellas, el test de Farnsworth, únicamente con el objeto de comprobar que quizá esta tarea sea más compleja de lo que parece a simple vista.

Puede que incluso viendo el resultado de la prueba aún seamos incapaces de diferenciar algunos de los tonos que aparecen en ella. Y la teoría nos dice que eso sucede con más frecuencia en el caso de los hombres. Para entender el porqué primero necesitamos repasar cómo trabajan ojos y cerebro en la percepción de los colores.

Los objetos no tienen color, nosotros los percibimos así por la longitud de onda de la luz que reflejan. Y la detección final depende de los conos, unas células fotorreceptoras situadas en la retina. Tenemos alrededor de seis millones de conos y si estos no funcionan correctamente se producen anomalías como el daltonismo. Esta condición es de hecho más frecuente en hombres que en mujeres, y el motivo es el mismo que explica que ellas puedan tener mayor capacidad para diferenciar colores.

Existen tres tipos de conos, cada uno es sensible a una longitud de onda diferente: onda corta (azul), onda media (verde) y onda larga (rojo). De estos tres tipos, dos de ellos (verde y rojo) están codificados en el cromosoma X. Puesto que la mujer posee dos copias de ese cromosoma (XX) y el hombre solo una (XY), es como si ellas tuviesen una copia de seguridad que evitase que sufran esa anomalía en caso de que uno de los cromosomas presente una alteración de este tipo. Aunque eso no evitará que sean portadoras. Por otro lado, si el hombre hereda un cromosoma X con genes anómalos tendrá una deficiencia visual sí o sí.

Esta realidad tiene otra consecuencia, o al menos eso es lo que consideran algunos científicos. Si una mujer hereda dos tipos de cromosoma X, en su retina habrá tanto pigmentos normales como anormales. Como resultado, podríamos decir que potencialmente podrían tener cuatro tipos de conos. De hecho se estima que hasta un 12% de las mujeres tienen una visión tetracromática, lo que implica que pueden llegar a percibir hasta 100 veces más colores que el resto de las personas.

Dejando a un lado a estas 'supermujeres' en lo que a visión cromática se refiere, existen más teorías que apoyan la tesis de la mayor habilidad femenina para diferenciar colores. Una investigación publicada en la revista Biology of Sex Differences apunta a la testosterona como última responsable.

En este estudio sometieron a grandes grupos de adultos jóvenes a diferentes pruebas visuales y descubrieron que, de manera habitual, los hombres parecían necesitar una longitud de onda ligeramente más larga que ellas para percibir el mismo color. Eso significa que podrían ver los tonos naranjas más cerca de los rojos o lo que ellas ven como verde intenso con un cierto toque amarillento.

Pero no todo es peor para ellos, este mismo estudio demostró que los hombres parecen tener mejor habilidad para detectar cambios de color a distancia. Los investigadores sostienen que ambas cualidades pueden explicarse por el pasado más remoto: los hombres eran cazadores y por tanto necesitaban detectar depredadores y presas mientras, que las mujeres eran recolectoras y su función dependía de saber diferenciar correctamente alimentos como las bayas silvestres.

Ya en la actualidad, esta diferencia en el reconocimiento del color tiene un añadido: la semántica. Independientemente de nuestra capacidad física lo cierto es que culturalmente siempre se ha asociado esta cualidad a las mujeres, y la facilidad y la creatividad a la hora de nombrar los colores tiene mucho que ver en ello.

En una publicación reciente en Machine Vision and Applications, un equipo de científicos chinos y europeos propusieron ampliar la lista de colores habituales de 11 a 39. La intención es poder describir mejor imágenes para tareas de seguimiento visual o reidentificación de personas. Solo son 39 colores, 11 básicos y 28 adicionales, pero es posible que nos cueste más de lo que pensamos relacionar nombre y color.

Si nos cuesta ubicar el "verde menta" o el "borgoña" mejor no hablamos de "Mandarina Tango", "Orquídea radiante" o "Coral vivo". Son solo algunos de los nombres de los declarados por Pantone como colores del año en ediciones pasadas. Para el año 2020, la tonalidad elegida ha sido "Classic Blue".

Sin duda la creatividad forma parte del trabajo a la hora de nombrar un color, pero también la experiencia previa. Después de todo, muchos se basan en la relación con objetos conocidos, como el coral o la mandarina, para tener sentido.

En esto las mujeres también juegan con ventaja. Según un estudio de la Universidad de Surrey, las mujeres utilizan nombres mucho más elaborados para referirse a los colores, algo que también demostró mejorar con la edad (para ambos sexos) o con la práctica de aficiones relacionadas con el color (en el caso de los hombres).

En un tono más desenfadado pero al mismo tiempo revelador, el artista y científico Von Worley elaboró una visualización con los resultados de la encuesta realizada en una web dedicada a los cómics. En ella se pedía a los encuestados (que resultaron ser más de 220.000) que nombrasen una serie de colores. Como resultado obtuvo más de 5 millones de nombres, que en la visualización aparecen clasificados por popularidad y sexo.

Los hombres, claramente, se ciñen más a una definición básica (verde, azul, rosa), mientras las mujeres demostraron ser mucho más creativas o específicas en su tarea: "lavanda neón", "rosa desteñida", "rubor"... Pero en el lado masculino también hubo aportaciones que merece la pena reseñar, como el color "piel", el color "vómito" o el color "más verde", así como todos los derivados "rosáceo", "azulado", "rojizo"... Sin duda las discusiones sobre de qué color pintar una pared pueden ser de lo más entretenidas.

(El color de la primera imagen es verde azulado, o eso dicen los cánones).

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