La ‘medicalización de la vida’ entra en escena con unos packs que invitan a la peligrosa automedicación.

La noche de fin de año se acerca, una fecha marcada en rojo en la que mucha gente recurrirá a los tan conocidos ‘kit antirresaca’ o ‘kit de supervivencia’ como vía de salvación; un conjunto de objetos que se consideran imprescindibles no solo para despedir el año sino también para otros eventos como bodas o reencuentros de amigos. En muchos de los casos se incluyen productos de higiene, de cosmética, higiénicos e, incluso, caramelos o chicles para utilizar a lo largo de toda la velada y evitar que cualquier imprevisto pueda estropear la fiesta. Todos ellos se describen como “originales” y “divertidos”, pero nada más lejos de la realidad.

Los últimos años estos pequeños packs son protagonistas en numerosos eventos por su practicidad. Hasta ahí todo correcto, el problema viene cuando se introduce en estos kits medicamentos como el ácido acetilsalicílico (aspirina), el omeprazol, el ibuprofeno o el paracetamol para consumirlos tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol y alimentos. Productos sanitarios como apósitos para las rozaduras o bálsamos labiales se ofrecen para mantener una buena apariencia y salud, pero, una vez se introducen los medicamentos, éstos pueden suponer un gran riesgo para la población.

A simple vista, los medicamentos introducidos en estas bolsitas no precisan receta médica para su dispensación en farmacias pero, aun así, se desaconseja su uso. Y es que, en muchas ocasiones, éstos pueden interferir con los tratamientos crónicos que la persona tiene pautadas, produciendo una interacción entre medicamentos que puede reducir los efectos de uno de ellos, potenciarlos o derivar en efectos negativos para el cuerpo. Además, pueden producir alergias (en muchas ocasiones desconocidas anteriormente), sin olvidar el hecho de que el tomarlos bajo unas condiciones inadecuadas posibilita un uso inseguro e incorrecto de los medicamentos.

Por todo ello, se recomienda que no se realicen estas prácticas porque siempre deben tomarse para la indicación del medicamento y, no por ser de venta libre, pueden consumirse sin ningún criterio. Mediante la intervención del farmacéutico se pueden detectar todos los posibles efectos nocivos: si existen interacciones entre los medicamentos o si la persona tiene una condición especial, como estar embarazada, y requiere mayor supervisión.

La ‘medicalización de la vida’ = Automedicación

Con la introducción de medicamentos dentro de las bolsas se está proclamando la ‘medicalización de la vida’. Este término viene a decir que con el uso de estos medicamentos cualquier consecuencia de nuestros actos, como una intoxicación etílica o una comida pesada, puede solucionarse sin que esto afecte a la salud con la salvaguarda de que luego el medicamento contrarrestará los efectos. Esto supone convertir situaciones normales en cuadros patológicos.

Por ejemplo, cuando se come demasiado el cuerpo contrarresta el exceso con un incremento del ácido producido por el estómago. En este caso, aunque el organismo aumente los niveles de ácido provocando, en ocasiones, molestias como acidez, el ingerir un fármaco para evitar estas pequeñas molestias puede implicar el enlentecimiento de la digestión.

Actualmente la sociedad está experimentando una disminución de los niveles de tolerancia que derivan en el miedo a enfermar, lo que genera unas expectativas muy altas de sentirse bien en todo momento. Por ello, debemos minimizar al máximo esta práctica porque, aunque los fármacos son seguros, no se debe abusar de ellos porque, en muchas ocasiones, la elección del medicamento no es la apropiada y, pensando que va a producir un efecto positivo, puede empeorar nuestro estado de salud. En definitiva, la ‘medicalización de la vida’ conduce a la automedicación.

Por último, conviene recordar que lo más peligroso de estos kits es la propia necesidad que se ha creado al introducir estos productos dentro de los eventos de reunión con familiares y amigos. Se debe hacer una pequeña reflexión sobre los hábitos sociales que se están desarrollando, ya que finalmente acaban en el consumo de medicamentos y la meta de los farmacéuticos no es otra que mantener un buen estado de salud de la población.

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