La discapacidad asociada a la prematuridad es elevada en España, sobre todo en aquellos niños extremadamente prematuros. Para disminuir el riesgo de parálisis cerebral o retraso congnitivo es fundamental aplicar una serie de medidas antes, durante y después del parto.

FUENTE: EFE Salud

El 7 % de los niños que nacen en España son prematuros, es decir, nacen antes de cumplirse las 37 semanas de gestación. Y a pesar de que se ha demostrado que hay medidas que pueden mejorar el desarrollo neurológico de estos bebés, la realidad es que no se aplican por igual en todos los hospitales españoles.

El doctor Alfredo García-Alix, neonatólogo especializado en neurología y presidente de la Fundación de Neurología Neonatal “Nene”, analiza esta situación desde los micrófonos de “El Bisturí”.

Desigualdad de oportunidades

En palabras del doctor, “la medicina neonatal española es muy buena, pero en la última década ha estado centrada fundamentalmente en lograr la mejor supervivencia de estos pacientes -los resultados son verdaderamente excelentes-, y no en la protección neurológica de estos bebés, que es bastante desigual”.

Como explica, es relativamente urgente que se apliquen todas las medidas que han demostrado eficacia para proteger el cerebro,  muchas de ellas asociadas a la excelencia en el cuidado de estos bebés.

“Deben aplicarse antes de nacer, durante el parto y después durante el ingreso en el periodo natal; son un conjunto. Es fundamental para disminuir la discapacidad asociada a la prematuridad, que es bastante elevada, sobre todo en los extremadamente prematuros”.

Consecuencias de la desigualdad en los cuidados

Los niños extremadamente prematuros, aquellos por debajo de 28 semanas de gestación, son los que tienen más probabilidades de presentar discapacidad, explica el neonatólogo. “Aproximadamente un 15 % de los bebés por debajo de 27 semanas pueden presentar más adelante parálisis cerebral, es decir, trastorno motor, y casi un 50 % algún tipo de retraso cognitivo”.

A medida que va disminuyendo la gravedad de la prematuridad estos riesgos decrecen drásticamente, concluye.

Avances en la medicina neonatal

En cuanto a los avances en este campo, el doctor apunta que son inmensos si tenemos en cuenta que en los años 60 del siglo XX morían los niños hasta de 1.500 gramos o 1.800. Un ejemplo es el hijo del presidente J.F. Kennedy en Estados Unidos.

“Es entonces cuando surge la medicina neonatal, que va a desarrollar una tecnología específica y un avance en los conocimientos que lleva a que a finales del siglo XX la supervivencia, en términos generales, fuera mayor del 90 %. Hablamos de niños de 28, 29, 30 semanas de gestación, que es una supervivencia fabulosa”, afirma.

Y España no se ha quedado atrás, los resultados en cuanto a supervivencia son excelentes. El problema es que  los problemas a largo plazo que presentan estos niños no han mejorado al mismo paso. Se aplican medidas correctas pero de forma desigual y no todas con el mismo peso, explica el doctor García-Alix.

¿De qué medidas hablamos?

Para el neonatólogo es vitar asegurar, antes del nacimiento, el control exquisito del embarazo, “y más cuando hay amenazas de parto prematuro o ha habido partos prematuros anteriores”, apunta.

Otra medida es la administración de corticoesteroides o esteroides a la madre antes de que el niño nazca cuando hay amenaza de prematuridad de 34 semanas para abajo, de antibióticos cuando la madre tiene una infección que afecta a las membranas de la placenta -corioamnionitis-, y de sulfato de magnesio cuando el parto prematuro es inminente antes de la 30 semana. Estas medidas, como indica el doctor, han demostrado mejorar o reducir la discapacidad de los niños.

“En el nacimiento está el retraso en el pinzamiento del cordón umbilical y también evitar la pérdida de calor, algo a lo que tienen una gran tendencia, y, por último estaría el ingreso, en el que hay una gran cantidad de circunstancias que pueden influir en los resultados. Es indispensable que se proteja en todos los hospitales el sueño de esos bebés, favorecer el contacto piel con piel -cuidado canguro-, la alimentación con leche materna y minimizar procedimientos con impacto negativo en los bebés como procesos dolorosos o el estrés”.

También es muy importante favorecer el vínculo del bebé con la familia, que las unidades sean de puertas abiertas y que los padres se vean incorporados en los cuidados de sus hijos y sean también educados en sus problemas, concluye.

Acompañamiento psicológico a los padres

En la medicina actual la neonatología tiene que estar centrada en la familia, explica el neonatólogo. Los padres son los principales cuidadores de sus hijos, los que tienen que conocer, comprender y participar en sus cuidados, pero hay que tener en cuenta que el parto prematuro es una situación de estrés emocional terrible y de ansiedad para las familias: inseguridad, ansiedad, tensión…

“Han tenido un niño que está en una situación grave si es extremadamente prematuro, y con muchas amenazas sobre su integridad. A los padres, evidentemente, les repercute todo esto y los hospitales necesitan incorporar psicólogos especializados en el apoyo a las familias”.

Seguimiento a largo plazo

Todos los niños prematuros deberían tener un seguimiento a largo plazo individualizado de acuerdo al riesgo que tengan de presentar problemas según como haya ido el periodo neonatal.

Pero además, apunta el doctor, “los más prematuros necesitan servicios de atención temprana, un conjunto de profesionales que van desde logopedas a fisioterapeutas para la rehabilitación motora, o pedagogos para reducir trastornos del aprendizaje. Necesitamos apoyarlo de forma continuada durante un largo tiempo vigilando si aparece algún problema  y poder intervenir precozmente, así  se aminora el impacto sobre el desarrollo del niño”.

Eso es un problema en España, donde no todas las comunidades ofrecen la misma atención temparana, que debería estar dentro de la agenda del Sistema Nacional de Salud, sentencia.

El coste social

La prematuridad tiene un impacto muy grande a lo largo de la vida y los costes son muy altos para las familias y, por tanto, para la sociedad y su conjunto. “Son muchos niños que pueden tener problemas  y que necesitan apoyo y esto perjudica siempre a las familias con menos recursos”.

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