La hinchazón en las piernas y los pies es solo una consecuencia.

FUENTE: El País

Pies que se resisten a entrar en los zapatos, piernas que se abomban como si fuesen las de un muñeco michelín, la implacable celulitis, bolsas bajo los ojos que suman años al rostro, un vientre abultado que nos negamos a reconocer como propio. Son las zonas de nuestro cuerpo que busca el líquido para alojarse. Lo que asoma seguramente nos resulta familiar: retención de líquidos.

El proceso se conoce como edema, que es la acumulación de líquido en el espacio que queda entre las células de los tejidos y en ciertas cavidades del organismo. "Se manifiesta con una sensación de hinchazón o inflamación de los tejidos que se encuentran debajo de la piel y suele verse especialmente en las piernas, brazos y abdomen, observándose un incremento de su tamaño habitual", explica Noelia Bonfanti, nutricionista y doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. La piel se puede ver estirada o brillante, y al presionarla durante unos segundos queda una especie de hoyuelo sobre la misma. Estos son los motivos más comunes por los que sucede.

Porque te pasas con la sal

Le da sabor a las comidas, pero pasarse le hace daño al corazón: cuando este órgano deja de bombear de manera efectiva se altera la presión arterial provocando retención y, en los casos más graves, produce insuficiencia cardiaca y acarrea problemas respiratorios. Limitar la cantidad de sal puede ayudar a prevenir estos síntomas. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), no se debe echar a ningún plato. En su lugar aconseja utilizar hierbas, especias, limón, vinagre y aceites aromatizados con ajo, orégano o guindilla si queremos potenciar el sabor de la comida.

La principal fuente de sal es la de mesa, pero Bonfanti especifica que "no solo debemos fijarnos en la que añadimos en casa a nuestros menús, sino también a la que forma parte de los alimentos, especialmente los elaborados industrialmente". Hay que poner especial atención a las etiquetas de refrescos, panes, galletas, embutidos, quesos, ahumados y enlatados. "Una alimentación saludable, variada, rica en frutas y verduras, carnes magras, granos integrales, legumbres y lácteos naturales es siempre un factor de prevención de la retención de líquidos", aclara.

Porque necesitas más agua

"La ingesta suficiente durante el día es muy importante", dice la experta. Sobre todo, "si hacemos ejercicio físico y aún más si se practica en condiciones de calor y humedad", añade. La actividad física no solo es necesaria para evitar problemas de salud como la obesidad, el sobrepeso, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, sino también la retención de líquidos. "Tiene mucho que ver tanto en el desarrollo como en su prevención y tratamiento", indica Bonfanti. La FEC recuerda que para evitarlo es necesario ejercitarse de manera regular, mantener las piernas elevadas y evitar estar sentado durante periodos de tiempo muy largos.

Por tus hormonas

La retención es mucho más común en mujeres; las hormonas femeninas desempeñan un papel importante en su desarrollo. Durante los meses de gestación el cuerpo retiene más agua de lo normal debido, sobre todo, a los cambios hormonales y el sobrepeso, pero es algo que se resuelve por sí solo después del parto. Atención: si la inflamación es repentina y aparece acompañada de dolor de cabeza, vómitos o problemas de visión, podría ser un signo de preeclampsia, un trastorno específico del embarazo en el que aparece hipertensión arterial, y que requiere atención médica inmediata. Y la alimentación durante embarazo puede influir en los meses posteriores. Cenar tarde, por ejemplo, triplica la posibilidad de retener líquidos hasta 18 meses después del parto, según una investigación del KK Women's and Children's Hospital, en Singapur.

En la retención femenina es también uno de los más de 150 posibles síntomas asociados al síndrome premenstrual. Bonfanti destaca como muy característicos la mastalgia (dolor en los senos), distensión abdominal, aumento transitorio de peso y disminución en la cantidad de orina producida. "Los estrógenos favorecen la retención de líquidos y la tensión mamaria en la segunda fase del ciclo, cuando no hay suficiente progesterona que contrarreste este efecto estrogénico", apunta Bonfanti.

Por problemas de salud

Cuando retienes líquidos, también es posible que esté fallando alguna de las vías que ayudan a mantener los fluidos en niveles saludables. "Puede ser consecuencia de la presencia de ciertas patologías preexistentes graves como la insuficiencia cardíaca congestiva, una enfermedad renal o la cirrosis hepática", aclara la experta.

Otro motivo es un mal funcionamiento del sistema linfático, que defiende el cuerpo contra las infecciones. Esta es, de hecho, una de las causas más frecuentes. Los riñones constituyen un poderoso filtro que permite el acceso al torrente sanguíneo de todo lo que pueda reutilizar y eliminando los desechos a través de la orina. Si hay problemas, falla este proceso y el líquido permanece en el cuerpo.

La inflamación puede ser también parte de una infección o de una alergia. El sistema inmunitario detecta un invasor (bacteria o alérgeno) y ataca liberando histamina, que hace que los espacios entre las células de las paredes capilares se amplíen para permitir el paso de los glóbulos blancos que combaten la infección. En ocasiones el líquido se filtra desde los capilares a los tejidos circundantes provocando una hinchazón temporal. Las articulaciones afectadas por algunos tipos de artritis tienden también a hincharse.

Para evitarlo: frutas, verduras y movimiento

Cualquiera que sea la causa, los estudios coinciden en la alimentación y la actividad física como factores preventivos. Bonfanti indica que, si bien la gran mayoría de frutas y verduras pueden considerarse útiles, aconseja especialmente "aquellas que son más ricas en antioxidantes y sustancias antiinflamatorias como los frutos rojos, los cítricos, la piña, las verduras de hoja verde oscura, los espárragos, la remolacha o el tomate". Y añade: "Hay que evitar el consumo de carnes rojas y optar las blancas bajas en grasa como pechuga de pollo o pavo sin piel, y pescados, tanto blancos como azules". Son recomendaciones muy concretas, pero efectivas para volver a identificar la imagen del vientre que nos devuelve el espejo como propia.

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