Llegar al mundo por parto natural o por cesárea condiciona la composición de la microbiota del recién nacido, al igual que influye si la alimentación es con leche materna o con leche de fórmula.

FUENTE: Efe Salud

Cuando estamos en el seno materno somos seres estériles, no contaminados, y el primer contacto que tiene el recién nacido con la microbiota es en el momento del parto, como expuso la investigadora Dulcenombre Gómez Garre del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

La bióloga participó en las XXIV Jornadas Internacionales de Nutrición Práctica celebradas este mes de febrero en la Fundación Pablo VI de Madrid y organizadas por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA).

La microbiota está formada, entre otros microorganismos, por millones de bacterias que colonizan el intestino, el tracto uro-genital o las cavidades nasales y orales.

Solo en el intestino se calcula que hay 38 millones de bacterias de mil especies diferentes que interactúan con nuestro organismo y realizan algunas de sus funciones.

Microbiota del recién nacido

Los niños que nacen por parto natural obtienen una flora parecida a la vaginal materna, rica en bifidobacterias y lactobacillus, el primer contacto que tienen al nacer.

Pero cuando nacen por cesárea las bacterias que llegan a su organismo lo hacen a través de la piel de la madre e incluso de la piel de los facultativos que atienden el parto, indicó la experta.

“En ese momento ya se ha comprobado que la microbiota del recién nacido es completamente diferente si nace por una vía u otra”, recalcó.

La alimentación del bebé

En estos primeros días de vida también es fundamental la alimentación del bebé para la composición de su flora intestinal.

Según explicó la investigadora, es diferente la microbiota de los niños alimentados con la leche materna que la de aquellos que lo hacen con leche de fórmula.

“Lo positivo es que los niños nacidos por cesárea y alimentados con leche materna recuperan parcialmente la composición de la microbiota intestinal que tiende a parecerse a la de los bebés nacidos por un parto vaginal y que son alimentados con leche materna”, aseguró Dulcenombre Gómez.

“Probablemente -añade- la composición de la microbiota de los niños de parto natural, rica en bifidobacterias y lactobacillus, no sea casual, sino que esté adaptada para procesar bien la leche materna”.

Las repercusiones

“Durante mucho tiempo se ha especulado si nacer por cesárea conlleva a tener determinados problemas al crecer y es algo que no está resuelto”, señala.

Un estudio reciente con 1.400 niños, citado por la investigadora, refleja que los bebés de cesárea pueden desarrollar de dermatitis atópica o asma antes de los 6 años.

“Pero cuando empiezan a tomar alimentos sólidos y, sobre los 6 años, los estudios no reflejan diferencias” entre los nacidos por una vía u otra.

Otro de los factores que puede provocar problemas en niños pequeños son los tratamientos con antibióticos “porque pueden inducir cambios en la composición de la microbiota intestinal que perduren en la época adulta”.

Microbiota en el adulto

“La microbiota sana probablemente sería la que tienen las personas centenarias, las que han cumplido más de cien años, porque es rica en bifidobacterias y lactobacillus”, aseguró la bióloga.

Pero la cuestión es cómo conseguir mantener esa riqueza microbiana ya que a lo largo de la vida existen diferentes factores de riesgo que afectan a su composición y por tanto a sus funciones.

Y el principal factor que incide en la flora intestinal del adulto es la dieta.

“No es lo mismo tomar proteínas de origen animal que de origen vegetal. Los de origen vegetal inducen la proliferación de bifidobacterias y lactobacillus . Según un tipo de dieta o otra así es la composición de la microbiota intestinal”, argumentó la especialista del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

También aseguró que las personas que “se adhieren a la dieta mediterránea” tienen una microbiota rica en bifidobacterias y lactobacillus respectecto a otras dietas.

La dieta afecta a la pérdida de diversidad pero también, además de medicamentos como los antibióticos, hábitos de vida como cambiar los ciclos de luz, trasnochar, vivir en zonas urbanas con ritmos de vida acelerados…

“Factores de la vida actual hacen que nuestra microbiota en lugar de ser una selva rica y diversa, se esté convirtiendo en monocultivos o que incluso la estemos arrasando completamente”, asegura la investigadora.

Esta pérdida de la diversidad bacteriana se asocia con numerosas patologías de muy diverso tipo , no solo las relacionadas con el metabolismo, también neurodegenerativas, cardiovasculares o cáncer, como el de colon.

Y también influye en la obesidad. Así se refleja en estudio, citado por la experta, y realizado con gemelas, una obesa y otra con normopeso.

La investigación consistió en trasplantar la microbiota de una y de otra en modelos animales de peso normal.

El modelo animal que recibió la microbiota de la gemela obesa desarrolló obesidad y la que recibió la de la gemela con normopeso no desarrollaron obesidad.

“Existen factores en ese trasplante que modificaron el metabolismo del hospedador”, concluyó la experta.

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