Casi el 65% de los pacientes que ha requerido ingreso en UCI tenía exceso de grasa, un factor que duplica el riesgo de mortalidad.

FUENTE: La Razón

A pesar de lo poco que sabemos todavía sobre el Covid-19, ya existen algunas evidencias que confirman que la obesidad no es un buen compañero de viaje cuando el SARS-CoV-2 se adueña del organismo. «Debido a que la prevalencia de obesidad en China es baja, ésta no se identificó al principio de la pandemia como factor de riesgo. Sin embargo, en España y en Europa entre el 20% y 25% de la población la sufre y casi el 40% en Estados Unidos, lo que confirmó a la obesidad como uno de los factores de peor pronóstico junto a la edad mayor de 65 años y la hipertensión arterial», advierte Carlos Sala, jefe de las Unidades de Obesidad de Quirónsalud Valencia y Alicante, que han recibido la certificación Protocolo Seguro frente al Covid-19 emitida por Applus+.

La primera evidencia científica que vincula el exceso de grasa con el incremento del riesgo por coronavirus la publicó en «Nature» un grupo de Seattle, «que apreció que el 85% de los pacientes con obesidad que ingresaban por la infección acababa en la UCI intubado y ventilado, y el 62% de ellos fallecía, frente al 36% de los no obesos», detalla el doctor Sala, quien recuerda que «posteriormente, otros estudios confirmaron estos hallazgos, otorgando un riesgo de complicaciones seis veces mayor en caso de obesidad, y casi el doble de riesgo de mortalidad. Esto coincide con lo apreciado en nuestras UCI, en las que casi el 65% de los pacientes que han requerido ingreso padecían obesidad».

¿Cómo actúa la grasa frente al SARS-CoV-2?

Ante esos datos, cabe preguntarse por qué la grasa resulta tan dañina en el interior del organismo infectado por SARS-CoV-2. Tal y como explica el doctor Sala, «los obesos presentan una mecánica ventilatoria alterada, con menor capacidad pulmonar, peor intercambio gaseoso en los alvéolos y una musculatura respiratoria más débil, lo que dificulta todavía más la adaptación a las mascarillas en caso de ingreso en UCI». Y a eso se suma, además, que «tanto la obesidad como el Covid-19 aumentan el riesgo de trombo-embolismo, multiplicando el riesgo del paciente. Además, los afectados obesos padecen un estado inflamatorio crónico que potencia la sobre respuesta inflamatoria característica de la infección, llamada tormenta de citoquinas, causante del mayor daño pulmonar», detalla el experto.

A los argumentos que explican que los pacientes con obesidad responden peor al Covid-19 se añade, además, la gran cantidad de enfermedades asociadas que ensombrecen el pronóstico, «como diabetes, hipertensión arterial, dislipemia, esteatosis hepática (hígado graso), apnea del sueño SAOS, nefropatía (enfermedad renal), etcétera», recuerda Sala.

Y, además de implicar un peor pronóstico, la grasa también parece ser un factor más elevado de contagio, ya que, tal y como apunta Sala, «entre las investigaciones puestas en marcha también se postula que el tejido graso se comportaría como un reservorio del virus, ya que los adipocitos también expresan el receptor ACE-2 (puerta de entrada del virus) como las células del pulmón, por lo que los obesos serían infectivos más tiempo y tardarían más en negativizar los test PCR».

¿Cómo reducir peso?

Por todo ello, ante un posible rebrote, el especialista recomienda «minimizar los riesgos consultando en unidades especializadas y multidisciplinares con experiencia contrastada que nos ayuden a perder peso, incluso mediante la cirugía bariátrica en caso necesario, ahora que nuestros hospitales reúnen todas las condiciones para una cirugía segura y libre de coronavirus», recomienda el especialista.

«Es fundamental recuperar los hábitos saludables que hemos perdido durante el confinamiento, tanto por la dieta como por el sedentarismo, o adoptarlos en caso de que previamente no tuviéramos una vida saludable. Normalizar la dieta, volviendo a los alimentos frescos como verduras de temporada, el ejercicio frecuente, y la vida activa ordenada es lo deseable. La manera más exitosa de adelgazar es adoptar hábitos saludables, bien mediante educación dietética e intervención psicológica en caso de sobrepeso, o bien con el apoyo de la cirugía bariátrica en los casos de obesidad, ya que, además de perder el exceso de peso y recuperar autoestima, se corrigen las enfermedades asociadas (diabetes, hipertensión, dislipemia, apnea del sueño, hígado graso, artropatía, etc.), que empeoran la calidad y reducen la esperanza de vida», aconseja el doctor Sala.

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