Cómo actuar correctamente en la desescalada.

Tras la declaración de la pandemia de COVID-19 anunciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la aplicación del estado de alarma en España, las vidas y rutinas se vieron interrumpidas de golpe con el aislamiento social; una situación que tuvo un efecto psicológico negativo en muchas personas que han experimentado miedo, nerviosismo, incertidumbre, dificultades para conciliar el sueño, etc. Hasta el punto de que los expertos están estudiando los efectos psicológicos, sociales y neurocientíficos que la crisis sanitaria está provocando en personas de diferentes áreas geográficas. Y, en líneas generales, con el fin de sobrellevar esta situación, se ha recomendado mantener un estilo de vida saludable con ejercicio diario y una alimentación variada, así como establecer rutinas y retomar aficiones. También se destaca la importancia de conservar la comunicación con familiares y amigos y, en caso necesario, de manera no presencial con el uso de las nuevas tecnologías. Además, se ha insistido en evitar cualquier sustancia que pueda deteriorar el estado de salud, como el consumo de alcohol o tabaco.

Recomendaciones de la OMS

A medida que avanza la pandemia, aumentan los estudios científicos que investigan un tratamiento para la COVID-19 y, aunque hasta la fecha no se han encontrado resultados concluyentes, se ha depositado una gran confianza en varios de ellos. En este sentido, la conclusión a la que han llegado los expertos es que se deben mantener los estándares de calidad para asegurar una colaboración internacional que repercuta en un beneficio global. Y, aunque el confinamiento ha reducido notablemente el número de casos de personas infectadas, consideran que es necesario el desconfinamiento para lograr una mejora de la salud mental de las personas.

El desconfinamiento servirá para retomar nuestras funciones diarias de forma progresiva hasta alcanzar la nueva normalidad. Para poder realizarlo de la forma más prudente, la OMS ha indicado aquellos principios que hay que tener en cuenta:

  • Romper la cadena de trasmisión: detectar y tratar aquellos casos con síntomas similares, y aislar a enfermos y a aquellas personas que han estado en contacto con ellos.
  • Contar con recursos sanitarios suficientes: para atender con garantías los nuevos casos detectados con COVID-19.
  • Minimizar los riesgos en lugares con alto potencial de contagio: controlar aquellos lugares donde puede haber una gran concentración de personas y es más fácil la transmisión.
  • Establecer medidas preventivas en los lugares de trabajo: promover medidas como la incorporación por turnos o fichar con métodos sin contacto.
  • Gestionar el riesgo de importar y exportar casos: detección y aislamiento de casos para evitar su propagación.
  • Asumir la importancia de que todos los ciudadanos se muestren comprometidos con las limitaciones: las medidas de prevención pueden reducir los casos considerablemente y evitaría un repunte.

A este respecto, el Ministerio de Sanidad ha aprobado un plan para la transición hacia la nueva normalidad (28 de abril de 2020) para la salida gradual de los españoles del confinamiento en la que se incluyen las indicaciones de la OMS: cuatro fases (fase 0, fase I, fase II, fase III) de desescalada que irán adoptando medidas más permisivas a medida que se avance de fase. Como es evidente, las fases se van a aplicar de forma irregular y programada en cada provincia según ciertos criterios: valoración de la transmisión del virus, gravedad de las hospitalizaciones, capacidades de detección y respuesta por parte del sector sanitario.

Vuelta al trabajo

Todos aquellos que regresen a sus puestos de trabajo, ya sea porque estaban teletrabajando o en un ERTE, deben recordar que, si presentan sintomatología común en COVID-19 no acudan a su centro de trabajo y que llamen al teléfono 900 300 555 (distinto en cada Comunidad Autónoma) para informar de la situación. En el caso de que se conviva con una persona con COVID-19, aunque no se presenten síntomas, no hay que acudir al trabajo y se debe permanecer en casa, haciendo un seguimiento de los síntomas. Además, si se pertenece a un grupo vulnerable de COVID-19, hay que consultar al médico si se debe acudir al puesto de trabajo.

Para desplazarse al centro de trabajo, debe priorizarse el desplazamiento individual frente al transporte público, siempre asegurando la distancia de seguridad. Para los conductores de coche, solo puede ir una persona por fila y mantenerlo limpio. En transporte público, es obligatorio llevar mascarilla y en algunos casos como el autobús, el conductor asegurará las distancias.

En el centro de trabajo, se debe cumplir con las medidas de prevención de contagio: evitar tocarse los ojos, nariz y boca; utilizar el codo cuando se estornude o un pañuelo desechable; lavarse las manos con frecuencia al menos durante 40 segundos; mantener la distancia de seguridad, sobre todo en zonas comunes y al saludar a compañeros; evitar compartir el equipo de trabajo, usar cada uno el suyo o desinfectar lo que se comparta; tirar a la papelera todo aquello de deshecho lo antes posible. Y no hay que olvidar que, si se empiezan a notar síntomas típicos de COVID-19, se debe avisar urgentemente a los superiores y extremar las medidas de higiene. En el regreso a casa, respetar las medidas preventivas para evitar contagios, especialmente si se convive con una persona que pertenece al grupo de riesgo.

FUENTES:

  • Plan para la transición hacia una nueva normalidad. Ministerio de Sanidad. Abril 2020.
  • Buenas prácticas en los centros de trabajo. Medidas para la prevención de contagios del COVID-19. Ministerio de Sanidad. Abril 2020.
  • Plan para la Transición hacia la Nueva Normalidad. Ministerio de Sanidad. Abril 2020.
  • Cuadro de criterios para el cambio de fase. Plan para la Transición hacia la Nueva Normalidad. Ministerio de Sanidad.
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