La muerte anunciada del paciente que se encontraba en estado de muerte cerebral, tras participar como cobaya en unos ensayos clínicos remunerados, acentúa la incertidumbre nacional.

FUENTE: ABC.

Según el comunicado oficial de la asociación de Centros Hospitalarios Universitarios (CHU), cuatro de las cinco personas que continúan ingresadas en el Hospital Universitario de Rennes «presentan daños neurológicos graves que podrían ser irreversibles».

El ministerio de Sanidad ha pedido acciones de «extrema urgencia» a los tres equipos que estudian un caso tan misterioso como inquietante: la muerte de un hombre y la hospitalización de otros cinco que participaban como cobayas en los trabajos de experimentación en seres humanos de un nuevo analgésico. El experimento estaba siendo realizado por un laboratorio francés, «Biotrial», por cuenta de una gran empresa farmacéutica portuguesa «Bial», fundada en 1924 cerca de Porto, un grupo familiar considerado oficialmente «en vanguardia, en materia de innovación e investigación».

En París, la Inspección General de Asuntos Sociales (IGAS) ha comenzado a estudiar en detalle las condiciones de trabajo e investigación de «Biotrial», que pagó unos 1.000 euros a las 90 personas que aceptaron trabajar como «cobayas» para experimentar un nuevo analgésico destinado a reducir el dolor.

Por su parte, la Agencia Nacional para la Seguridad de los Medicamentos (ANSM) comenzó el viernes pasado una «inspección técnica» de los laboratorios de «Biotrial». En el terreno judicial, eventualmente penal, los servicios especializados de la Gendarmería nacional han comenzado un largo rosario de interrogatorios.

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