Este análisis se realiza ya tras la cirugía pero sería más efectivo en la fase de diagnóstico.

FUENTE: ABC.

Poner nombre y apellido a un tumor de mama en el momento del diagnóstico permite a los oncólogos apuntar mejor en el tratamiento y predecir la respuesta del paciente al mismo. Es decir, realizando un test genético en ese momento inicial se evita una tercera parte de los errores actuales a la hora de definir el tratamiento. Así lo demuestran los resultados de un estudio publicado en la revista «BMC Medicine» y liderado por investigadores del Hospital Clínic de Barcelona y del Institut de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps).

La investigación, en la que también han participado científicos del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y de la Universidad de Carolina del Norte, constata que los test genómicos realizados en el momento del diagnóstico son vitales para mejorar la terapia ya que «permiten identificar la verdadera biología del tumor y proporcionan información valiosa en cuanto al pronóstico de la paciente, así como la respuesta de su tumor a la quimioterapia», según explica a ABC el doctor Aleix Prat, responsable del Servicio de Oncología del Clínic y del equipo de Investigación Genómica Translacional y Terapias Dirigidas en Tumores Solidos del Idibaps.

Análisis de 50 genes

Este test se utiliza actualmente de forma selectiva una vez se ha realizado la cirugía en pacientes con tumores sensibles a hormonas con el objeto de dedicir si es necesario el tratamiento posterior con quimioterapia. «Se trata de utilizar antes esta herramienta en beneficio de la paciente», apunta Prat, que ya aplica esta técnica en el Clínic. «Como es la misma tecnología, no hace falta aprobar nada, solo tiene que decidir llevarla a la práctica clínica la propia comunidad médica», añade Aleix Prat. Matiza, no obstante, que una vez realizado el test un comité multidisciplinario de expertos decide la mejor estrategia terapéutica y de seguimiento para cada caso concreto.

«En la investigación hemos demostrado que analizando 50 genes del tumor, aprovechando la punción inicial para la primera biopsia que se realiza a la paciente, se evitaría la quimioterapia a aproximadamente un 20 por ciento de las afectadas a las que se les ha indicado y no la necesitan y, por otro lado, se indicaría a otro 15 por ciento de pacientes que no la reciben y sí la necesitan», explica el oncológo del Clínic. «En total se corregiría un tercio de errores en el tratamiento», añade el especialista.

En el estudio se han evaluado los datos genómicos y clínicos de 957 pacientes con cáncer de mama, una de las series más importantes de las publicadas hasta ahora, para determinar la capacidad de identificar el subtipo molecular del tumor y evaluar su utilidad a la hora de predecir la respuesta a la quimioterapia, así como el pronóstico del tratamiento. Según los investigadores, «la biología identificada con datos genómicos es la variable más importante para predecir la respuesta al tratamiento y la supervivencia, más allá de las 4-5 variables que se utilizan actualmente en la clínica».

«La técnica es la misma porque es el mismo test que realizamos ya cuando las pacientes han pasado por el quirófano. No obstante, hemos demostrado con el estudio que aplicarlo en un principio, en el preciso momento del diagnóstico logramos, a la larga, mejorar la supervivencia porque afinamos más en el diagnóstico y en la estrategia terapéutica», constata el responsable del Servicio de Oncología del Hospital Clínic.

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