La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha publicado el Manual de Práctica Clínica en Epilepsia con los últimos avances sobre esta patología.

FUENTE: EFE Salud

La epilepsia es una patología que se caracteriza por la predisposición continuada a la aparición de crisis epilépticas. Suele estar acompaña de consecuencias psicológicas, cognitivas y sociales, entre otras.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a 400.000 personas en nuestro país y se diagnostican alrededor de 20000 nuevos casos al año. Con este motivo, el Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (GESEN) acaba de publicar el nuevo Manual de Práctica Clínica en Epilepsia.

Se organiza en 5 capítulos que aglomeran todo el conocimiento actual de esta enfermedad: aspectos diagnósticos, terapéuticos, manejo del enfermo, pronóstico y un Vademécum de fármacos antiepilépticos.

“El objetivo es la actualización de los conocimientos que hay en epilepsia para que estén a disposición de todos los neurólogos y médicos”, indica Francisco Javier López, neurólogo y coordinador del GESEN.

El retraso en el diagnóstico de esta patología puede llegar a alcanzar los 10 años.

Este tiempo supone que el enfermo está sin recibir un tratamiento con el que solucionarían la mayor parte de sus síntomas. Algo que impacta de manera directa en su calidad de vida. “Es un tiempo perdido en una curación”, incide el doctor López.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala la epilepsia como la segunda enfermedad neurológica en años de vida perdidos o vividos con discapacidad. Reduce la expectativa de vida de entre 2 y 10 años.

Esta situación se ve agravada por el hecho de que 1/3 de los pacientes son farmacorresistentes. “Esto supone que siguen teniendo una mala calidad de vida porque siguen teniendo crisis. Supone todo un reto”, indica el coordinador del GESEN. Esto obliga a la investigación de nuevos fármacos y técnicas quirúrgicas.

Nuevos tratamientos y consecuencias sociales

A día de hoy, la investigación en esta patología avanza en dos campos.

“Hay investigación en nuevos fármacos que busquen en sitios distintos de las células para poder atajar las crisis epilépticas”, explica Francisco Javier López.

La otra vía de investigación busca saber cómo funciona la crisis epiléptica en un paciente. “Se intenta saber cómo es la progresión desde que se inicia en unas células hasta que afecta al resto del cerebro para buscar una solución quirúrgica y no ya farmacológica”, comenta el neurólogo.

El avance en el conocimiento de esta patología permite que el paciente pueda vivir con normalidad. “Las consecuencias más notables de padecer epilepsia tienen que ver con la calidad de vida y aspectos sociales”, aclara el doctor López.

Padecer crisis epilépticas supone, en algunos casos, problemas importantes en la vida cotidiana de los enfermos.

“El paciente con crisis no puede conducir, realizar algunas actividades o trabajar en determinadas profesiones por lo que depende de otras personas”, explica Francisco Javier. Aunque los fármacos tratan de minimizar los riesgos lo máximo posible a veces “puede suponer un problema”.

El coordinador de la Asociación Española de Neurología también destaca el soporte social como parte importante en la vida de los pacientes. La gente sigue ocultando que padece epilepsia por miedo.

“Hubo épocas en que a los pacientes epilépticos se los veía como endemoniados. Desde entonces siempre fue una enfermedad maldita que poco a poco se va sacando de las sombras”, argumenta el neurólogo.

Epilepsia y COVID-19

En estos meses de crisis sanitaria también se han podido establecer algunas relaciones entre la epilepsia y la COVID-19.

“Se han observado pacientes con COVID que tienen afectación del sistema nervioso central y puede haber casos de encefalitis que cursan con crisis convulsivas, es decir, las crisis epilépticas pueden ser el debut de la COVID-19”, explica el neurólogo. No es algo frecuente, pero el coordinador del GESEN advierte que se han descrito algunos casos en las publicaciones estos meses.

En el caso de los pacientes epilépticos que se hayan contagiado de COVID-19, el doctor indica que ya por el hecho de tener fiebre, sobre todo si es muy alta, pueden empeorar sus crisis.

El confinamiento, el estrés y las preocupaciones son también factores que pueden agravar las crisis de los pacientes epilépticos.

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