Debido a que tienen una piel más fina y se mueven más, los niños son más susceptibles a padecer rozaduras.

FUENTE: 20 minutos

El verano es la época del año en la que más rozaduras nos hacemos en los pies. El calor, el sudor, no llevar calcetines y estrenar calzado nuevo son las principales causas. Aunque también les pasa con frecuencia a los adultos, los niños, cuya piel es más fina, no paran de correr sea lo que sea que lleven puesto y tienen que estrenar, por fuerza, calzado nuevo cada temporada, todavía son más susceptibles de padecerlas.

Para evitar o minimizar las molestas y dolorosas rozaduras, podemos llevar a cabo algunos trucos a la hora de elegir y poner calzado nuevo a los niños cualquier época del año, pero muy especialmente en verano.

Elegir bien la talla

Puede parecer muy obvio, pero, dado que los niños cambian muy rápido de talla, sobre todo durante el verano, que es cuando más les crecen los pies, hay que estar alerta para que no se les queden pequeños y les aprieten. También hay que evitar que les bailen, pues favorece las rozaduras. Puede que para que no pase ni una cosa ni la otra tengas que comprar varios números el mismo verano, pero el ‘truco’ de comprarles un número más para que les aguanten unos meses no es recomendable es verano. Sobre todo, con las sandalias.

Escoger calzado de calidad y adecuado

Hay varios tipos de calzado que podemos elegir para que lleven en verano. Los deportivos no son la mejor opción, pues el pie puede transpirarle demasiado, pero sí las zapatillas de lona o algodón, que traspiran muy bien. Las sandalias, siempre de materiales nobles, como la piel, pues con los sintéticos es más probable que se produzcan rozaduras. El interior también cuenta, así que busca forros transpirables y acolchados, como los de piel. También es recomendable que les sujete bien el pie, sobre todo en la parte del talón, y que lleven velcro o hebillas. Las cangrejeras es mejor dejarlas solo para cuando se vayan a mojar el pie y que estas sean blandas y de goma de buena calidad. Una vez fuera del agua cámbiaselas.

Los calcetines, los mejores aliados

Puede que con sandalias no queden estéticamente bien o se nieguen a ponérselos, pero lo cierto es que los calcetines evitan las rozaduras. En el calzado cerrado, ya sean Merceditas, zapatos, alpargatas de esparto, náuticos o zapatillas de lona, tienen que llevarlos siempre. Para que no les den mucho calor, escógelos de algodón y, si prefieres, invisibles, tipo pinkies, pero de no ponérselos, estará más expuesto a rozaduras y también hongos.

Estrenarlos en casa

Estrenar un caluroso día de verano un zapato y llevarlo todo el día puesto no es la mejor de las ideas, por eso a menudo nos recomiendan que nos los pongamos a ratos en casa, sobre todo los zapatos de fiesta o los que nos vamos a poner en una ocasión especial para que ese día no nos rocen. Si este consejo lo llevamos a cabo con cualquier tipo de calzado, nos ahorraremos muchas rozaduras también en nuestros hijos. Poniéndoselos a ratitos en casa, además de ir ablandándolos poco a poco, nos permitirá saber si les rozan en alguna parte, les molestan, son la talla adecuada, etc.

Hidratación en el pie, y en el zapato

Si notamos que alguna parte del zapato está dura o creemos que debería, por ejemplo, estar más ancho, podemos usar sprays dilatadores para zapatos para que ceda la piel antes. Un truco de la abuela es aplicar una crema bastante untosa o vaselina en las zonas que suelen rozar -como el talón, por dentro, en el interior de las tiras de las sandalias…- para que se reblandezca antes. Otro truco casero es meter el calzado en el congelador después de aplicar la crema zapatos en el congelador, una vez que los hemos untado con crema. Tampoco tenemos que olvidarnos de hidratar los pies del niño. Bastará con la crema que le aplicamos en el resto del cuerpo para mantener sus pies hidratados y menos susceptibles a las rozaduras.

Revisa el interior y las costuras

A veces, sobre todo si los niños tienen la piel muy sensible, cualquier costura, dobladura, hilo… que sobresalga, aunque sea mínimamente, puede dar lugar a rozaduras. Para que esto no ocurra, hay que revisar muy bien el calzado, por dentro y por fuera, antes de comprarlo. Otra opción es reblandecer estas zonas con crema, como contamos en el punto anterior.

Tiritas para prevenir

Además de llevarlos en el bolos siempre, si tu hijo es susceptible de padecer rozaduras, ponle tiritas o un compeed antes de que le pase.

Y si ya se ha hecho la rozadura…

Las rozaduras son heridas superficiales que no revisten gravedad, más allá de una pequeña infección, pero que pueden llegar a ser tan molestas y dolorosas como para amargarnos el día. Si no hemos podido evitar que se produzcan, al menos podemos acelerar su curación y reducir las molestias siguiendo algunas pautas.

•Curarlas y desinfectar bien las rozaduras. Meter los pies en agua con sal, desinfectar con agua oxigenada, clorhexidina…

•No explotar las ampollas. Las ampollas son un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo para proteger la piel, protegerla de infecciones y que esta se regenere antes, por eso no conviene explotarlas. Si son muy grandes (más de 3 cm), muy dolorosas y presentan signos de infección, lo mejor es acudir al médico, pero nunca explotarlas por nuestra cuenta. Lavar con agua y jabón y secar con cuidado hasta que desaparezcan por sí solas.

•No usar durante unos días el calzado que le hizo la rozadura.

•Mantener la herida al aire todo el tiempo posible, y taparla cuando les calcemos, si es posible, llevando calcetines.

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