La gravedad de las gestantes en el tercer trimestre y el desconocimiento sobre la Covid subieron las intervenciones en la primavera de 2020

FUENTE: La Razón

La pandemia de la Covid-19 ha parado en seco nuestro mundo sin apenas pedir permiso, pero hay asuntos que no pueden detenerse, tal y como ocurre con la llegada al mundo de una nueva vida. Sin embargo, el coronavirus y el contagio masivo de la población, incluidas las mujeres embarazadas, sí ha cambiado la manera en la que han nacido los bebés durante los últimos meses, hasta el punto de que la tasa de cesáreas que se realizaron en nuestro país durante la primera ola del 2020 sufrió un incremento del 10% en comparación con los números de años anteriores. Así lo demuestra una revisión científica de sello español titulada «El perfil de las pacientes obstétricas con infección por SARS-CoV-2 según el país de origen» y publicada hace tres semanas en la prestigiosa revista «Journal of Clinical Medicine».

«En concreto, el porcentaje de cesáreas que se realizaron entre marzo y septiembre, que son los datos analizados, a mujeres con Covid-19 ascendió hasta el 35,9%», asegura el doctor Juan León, jefe de sección de Ginecología y Obstetricia del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, encargado de liderar la investigación. Y esa cifra supone situarse diez puntos por encima del último dato publicado hasta el momento por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que estima que el 26% de todos los partos realizados en nuestro país durante 2018 fueron por intervención quirúrgica. «En nuestra revisión comprobamos que en todos los países analizados se incrementó el número de partos intervenidos, con un promedio del 60%, siendo España la región en la que menos creció esta cifra», apunta el doctor León.

La causa de este aumento generalizado de cesáreas puede justificarse por diversos motivos: «El primero de ellos era la falta de conocimiento que teníamos durante los primeros meses de la pandemia, hasta el punto de que se desconocía el posible riesgo de trasmisión del virus entre la madre y el feto. Además, en mujeres positivas por SARS-CoV-2 el desarrollo de síntomas y patología grave se incrementa durante el tercer trimestre. En aquellos primeros meses, a falta de herramientas terapéuticas para controlar la enfermedad, la cesárea se convertía en la alternativa más oportuna para salvaguardar la salud de la mujer que, en ocasiones, tras dar a luz pasaba a la UCI con el objetivo de controlar la Covid-19», detalla el doctor León. Y este «modus operandi» también lo defiende el doctor Tirso Pérez de Medinajefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, quien argumenta que «en las primeras semanas de marzo, ante gestantes que presentaban neumonía bilateral grave que amenazaba su vida se optó por practicar cesárea, pues era lo más seguro para el feto y la mujer, aunque por suerte en nuestro hospital apenas tuvimos que realizar este procedimiento en tres embarazadas».

De hecho, según los datos que maneja el doctor Pérez de Medina, la tasa de cesáreas practicadas en su hospital en 2020 se ha mantenido estable en la línea de años anteriores, «rondando el 17-18%». Esa situación también se repite en la Sanidad privada, tal y como reconoce la doctora Laura Emilia Muñoz Saá, miembro del departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad de Navarra, quien asegura que «en nuestro centro la tasa de cesáreas no se ha visto modificada por la pandemia. Sin embargo, durante la primera ola la infección por Covid sí condicionó la actitud de los obstetras puesto que, ante el desconocimiento acerca de la enfermedad, hubo una mayor tendencia a realizarla. Al ir conociendo el curso de la enfermedad hemos ido manejando de manera óptima las últimas etapas de la gestación y actualmente, a ser posible y salvo gravedad materna, se intenta que el parto sea vía vaginal».

Y esta decisión no es baladí, ya que «las cesáreas aumentan el riesgo de complicaciones en las embarazadas con coronavirus», asegura el doctor Pérez de Medina. Los datos lo corroboran, ya que un estudio dirigido por Óscar Martínez Pérez, adjunto del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Puerta de Hierro-Majadahonda, publicado en la revista científica «JAMA» el pasado mes de mayo, demostró que el 21,6% de las gestantes Covid-19 sufrió un empeoramiento de su situación clínica tras dar a luz por cesárea, frente al 4,9% de las que lo hicieron por vía vaginal. Tras la intervención, un 13,5% de las madres tuvo que ser ingresada en la UCI, frente a ninguna de las que alumbraron de manera natural.

Lecciones aprendidas

Con ese bagaje detrás, los protocolos puestos en marcha para atender partos durante la pandemia son claros: «Se realizan cesáreas exclusivamente por criterios obstétricos y también se opta por la inducción sólo cuando hay un argumento médico. La pandemia no ha cambiado nuestra forma de actuar en ese sentido, ni tampoco el hecho de que haya saturación del sistema sanitario. Eso no condiciona la decisión de programar un parto, ya que siempre se opta por la resolución más natural», asegura Gloria Boal, vocal matrona del Consejo General de Enfermería, quien detalla que lo que sí incluyen los nuevos protocolos «es la realización de pruebas PCR a todas las mujeres antes de ingresar para dar a luz y, según el resultado, se les deriva a una zona u otra del hospital».

Y si el contagio aparece durante el embarazo, «las mujeres Covid positivo han de ser tratadas en primer lugar de dicha infección, procurando la resolución del cuadro materno a la par que salvaguardando el bienestar fetal. El control de estos embarazos se realiza de manera muy estrecha, administrando profilaxis para las complicaciones tromboembólicas asociadas a la infección por Covid en todas las gestantes e individualizando los cuidados. Se realizan ecografías avanzadas para asegurar la ausencia de complicaciones fetales. Si la paciente es positiva ya en el término de la gestación se suele programar la finalización de la misma, siempre individualizando los cuidados», detalla la doctora Muñoz Saá.

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