Es posible que sufras el Síndrome de Piernas Inquietas, descúbrelo aquí

Cuando estamos en ambientes tranquilos y silenciosos, especialmente en las horas más tardías del día -atardecer o anochecer-, es más fácil percatarse del golpeteo de unos zapatos contra el suelo que, aun pasando los minutos, no cesa. Ese constante y sutil pero molesto ruido nos invade y cada vez somos más conscientes de que aparece con más frecuencia de la deseada. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de que esto se debe al síndrome de piernas inquietas (SPI).

 

Una necesidad incontrolable

Algunas personas simplemente no pueden dejar de mover las piernas cuando están sentadas, sobre todo cuando lo están durante mucho tiempo (por ejemplo, en los aviones). Esto puede agravarse a lo largo de la noche; de hecho, cuando duermen, tienen movimientos periódicos de corta duración (15-40 segundos) -o incluso durante toda la noche- en una pierna o hasta en un brazo.

No es porque quieran, sino porque sienten que no tienen otra elección. Experimentan la necesidad de mover las piernas debido a que sufren punzadas, ardor, hormigueo, inquietud y espasmos; el moverlas -cambiando de posición o levantándose- les produce un alivio casi instantáneo en el que las piernas vuelven a “estar bien” y “dejan de molestar”, aunque puede volver la necesidad de manera inmediata tras el cese del movimiento. De hecho, estas personas pueden controlar durante un tiempo este problema, pero cuanto más tiempo permanecen sin moverse, mayor urgencia tienen de hacerlo después. No obstante, no todo acaba ahí, sino que, con la edad, estos síntomas pueden darse con más frecuencia y durante más tiempo.

Por supuesto, esta sensación de incomodidad se debe al SPI o también llamado enfermedad de Willis-Ekbom: un trastorno neurológico estrechamente relacionado con el sueño; en parte debido a que los síntomas se producen en nuestro cerebro, pero también porque los síntomas se desarrollan cuando la persona está descansando o durmiendo.

Al relacionarse el SPI con una carencia de descanso, estas personas con frecuencia experimentan somnolencia diurna y agotamiento. Además, afecta al estado de ánimo, las relaciones personales y la concentración -tanto académica como profesional-, por lo que acaba repercutiendo en diversos aspectos del día a día de las personas que sufren este síndrome.

 

Causas

Sorprendentemente en una gran mayoría de casos se desconoce la causa de esta enfermedad y se denominan SPI idiopático. Aunque el SPI puede tener carácter hereditario, ya que al estudiar los antecedentes familiares de estas personas se ha demostrado que un 65% está relacionado por factores genéticos. Hasta el momento se conocen cuatro genes implicados.

Asimismo, se ha observado una estrecha relación con alteraciones del metabolismo del hierro, ya que ciertas circunstancias pueden guiar hacia déficits de este oligoelemento. De este modo, las donaciones frecuentes, las menstruaciones abundantes, así como durante el embarazo (especialmente durante el último trimestre) y la insuficiencia renal, pueden desenmascarar o agravar un SPI. Una vez repuestos los valores de hierro, se puede volver a la normalidad o manifestarse más adelante.

Por su parte, las alteraciones o el bloqueo de la dopamina -sustancia química del cerebro que es necesaria para producir movimientos musculares fluidos y seguros- también se contempla como posible causa. Esto se debe a ciertas enfermedades neurológicas en las que el cuerpo tiene una producción baja de dopamina como la enfermedad de Parkinson u otras enfermedades complejas como la diabetes, esclerosis múltiple, artritis reumatoide o fibromialgia. No obstante, es importante destacar que no todas las personas con SPI sufren simultáneamente la enfermedad de Parkinson. También están implicados algunos medicamentos que interfieren con las funciones de la dopamina con acción antidopaminérgica, como los antidepresivos, antipsicóticos o los indicados para la alergia (antihistamínicos) y náuseas.

Además de los ya mencionados, también se ha visto que puede estar relacionado con otros factores o trastornos como es el consumo de sustancias como alcohol, nicotina o cafeína y las alteraciones del sueño como la apnea del sueño.

 

¿Cómo saber si realmente tengo SPI?

Para el diagnóstico siempre es necesario la intervención del médico y, puesto que no hay una prueba concreta para determinar el SPI, se te realizará una entrevista. El médico se puede basar en la descripción de los síntomas que experimentes, aquellas situaciones en las que sientas alivio, medicamentos que se te han prescrito o si has tenido alguna alteración al dormir. Además, es posible que realice análisis de sangre y estudios del sueño nocturno. Todo ello con el fin de poder relacionarlo con alguna de las causas ya mencionadas.

En cuanto a los niños, resulta más difícil descartar aquellas enfermedades que se pueden confundir con este trastorno debido precisamente a que les resulta más complicado describir sus síntomas y cuándo suceden. Por lo que con frecuencia se confunde con trastorno de déficit de atención (TDA) o con dolores de crecimiento.

 

Tratamiento y consejos

Una vez diagnosticado debemos centrarnos en el futuro ya que, aunque no existe una cura como tal, los tratamientos disponibles pueden ayudar a minimizar los síntomas. Recordemos que los síntomas pueden empeorar a lo largo de los años (y aún más rápido cuando hay una enfermedad asociada), así como también puede haber periodos de tiempo en que estos son muy leves o desaparecen por completo. A pesar de que pueden regresar, si se siguen unas pautas resulta más fácil que no afecte considerablemente en el día a día.

Existe una gran variedad de medicamentos que resultan útiles, pero no controlan definitivamente el SPI, por lo que es posible que se hagan diferentes pruebas o modificarlos con el tiempo para asegurar que son efectivos.

Además, se recomienda realizar unos cambios en el estilo de vida, que puedes cumplir con estos #consejosMICOF:

  • Sigue un horario regular de sueño.
  • Mantén una dieta sana y asegúrate de que consumes suficiente hierro.
  • Reduce la ingesta de cafeína.
  • Evita el consumo de alcohol y tabaco.
  • Practica ejercicio moderado y estiramientos.
  • Realiza masajes en las piernas, aplícate bolsas o toma baños calientes o fríos.

Por último, recuerda que es imprescindible no restar importancia a los síntomas que experimentas, ya que a simple vista puede percibirse como nerviosismo o cansancio cuando en realidad puede ser SPI. Por ello, ante cualquier duda acude a un profesional sanitario.

Farmacias abiertas y de urgencia más cercanas