Como cada 4 de mayo, celebramos el día mundial del asma con el fin de darle visibilidad - clásicamente denominada enfermedad y actualmente más conocido como síndrome-. Este síndrome se caracteriza por englobar diferentes fenotipos clínicos que comparten manifestaciones clínicas similares cuya etiología probablemente es distinta. Es decir, que esta enfermedad crónica de las vías respiratorias, en la que participan células y mediadores de la inflamación, provocan una hiperrespuesta bronquial, que finalmente obstruye el flujo aéreo (parcial o totalmente) de forma reversible.

Actualmente, esta patología respiratoria constituye un considerable problema de salud a nivel mundial. Esto se debe a que tiene una elevada prevalencia – se cree que afecta aproximadamente entre un 6,3 y un 13,5% de personas de todas las edades-. De hecho, aproximadamente un 10% de los niños entre 6 y 7 años son asmáticos en España, pudiendo ser incluso superior en zonas costeras como es la Comunidad Valenciana. En cuanto a los adultos, se estima que al menos la mitad desarrolló esta enfermedad durante la infancia.

Precisamente por su característica de ser crónica y el hecho de que muchos de los pacientes comienzan a desarrollarla en edad infantil, es por lo que los pacientes requieren un correcto manejo de su medicación para reducir sus limitaciones y mejorar su calidad de vida.

 

Características a tener en cuenta

Como hemos mencionado anteriormente, cada enfermo presenta unas variabilidades dentro de la misma enfermedad que influyen en el tratamiento de la persona. Por lo que se debe tener en cuenta la gravedad, que, en adultos, se clasifica en 2 categorías: intermitente y persistente; dentro de la segunda categoría se divide en leve, moderada y grave.

El control de la enfermedad se define como el grado de reducción de las manifestaciones tras el uso del tratamiento que engloba 2 conceptos: el control de los síntomas y el riesgo futuro; en otras palabras, las posibles consecuencias futuras de ese control. El primer concepto, el control de los síntomas, es la frecuencia y presencia de síntomas, así como los medicamentos que han sido necesarios y si repercute en el día a día de la persona. Puede estar bien, mal e incluso parcialmente controlado. Cuando está bien controlada, las manifestaciones están reducidas o ausentes casi por completo tras el uso de los tratamientos pautados, cumpliendo de esta forma los objetivos. Sin embargo, en algunas ocasiones nuestros pacientes pueden tener parcialmente controlado el asma, es decir que los síntomas intercrisis y la función pulmonar es la adecuada, mientras que a su vez desarrollan exacerbaciones con frecuencia. Por otro lado, pueden darse pocas exacerbaciones, pero presentan síntomas de forma habitual.

El segundo concepto es el riesgo futuro, en el que se evalúan los factores de riesgo de desarrollar una limitación del flujo aéreo, padecer exacerbaciones y sufrir los efectos secundarios de los medicamentos.

 

Instruir a nuestros pacientes para el correcto uso de los medicamentos

El propósito del tratamiento para el asma es alcanzar y mantener un control de la enfermedad e igualmente reducir y prevenir los riesgos futuros. Para ello, los tratamientos son individualizados. Existe una gran variedad de fármacos indicados para el asma que están divididos en 6 escalones terapéuticos en función de la gravedad del asma y del control de la enfermedad, siendo el escalón 1 el que menor cantidad de medicación conlleva y por tanto recomendado para personas con mayor control y asma menos severo, mientras que el escalón 6 para formas más severas de asma. Además, dentro de cada escalón existen tratamientos a demanda, otras opciones o de elección.

Al margen de los tratamientos pautados, es preciso realizar medidas de supervisión, un control ambiental, así como educar a los pacientes en su medicación para asegurar su adhesión y el correcto uso de estos ya que en ocasiones puede resultar en complicaciones a la hora de coordinar, especialmente cuando se trata de medicamentos inhalados.

En primer lugar, puede resultar productivo que los pacientes comprendan el tipo de inhalador que están utilizando en cada momento y se pueden distinguir en función del color:

  • Los broncodilatadores (facilitan la entrada de aire a las vías respiratorias): de rescate, mantenimiento y anticolinérgicos, cuyo envase puede ser de color azul, verde o gris.
  • Los corticoides son antiinflamatorios y cuyo envase oscila del salmón al marrón.
  • Cuando se combinan los broncodilatadores y los corticoides, resultan en envases de colores que oscila del morado al rojo.

Además, podemos ofrecer unos #consejosMICOF sobre inhaladores (broncodilatadores, corticoides y una combinación de ambos):

  • Si administras más de un medicamento inhalado, primero el broncodilatador y 10 a 20 minutos después, el antiinflamatorio.
  • Para prevenir la aparición de hongos, enjuágate la boca y haz gárgaras después de usarlo especialmente cuando se trata de corticoides.
  • Limpia tanto la boca como la cara del lactante o niño con una gasa humedecida con agua.
  • No lo utilices cuando están a una temperatura inferior a la ambiental.
  • Según su envase pueden ser con cartuchos presurizados o de polvo seco. Ambos adecuados y eficaces cuando se utilizan correctamente.

Por otro lado, las cámaras espaciadoras de inhalación son utilizadas por personas que han sido pautadas con fármacos inhalados mediante inhaladores de cartucho presurizado (pMDI) que no coordinan correctamente la inhalación con la propulsión de la dosis. Entre sus ventajas se incluyen: el incremento de aproximadamente un 20% de depósito del medicamento en el pulmón reduciéndolo en la zona orofaríngea y, por tanto, los efectos secundarios como en la candidiasis. Debemos tener en cuenta que el tamaño del dispositivo varía según la edad y las mascarillas faciales se acoplan a la cámara espaciadora para lactantes, niños pequeños y pacientes incapaces de cooperar. Entonces, ¿cómo se usan?

Para administrar el fármaco inspirando desde la boquilla proporcionaremos los siguientes #consejosMICOF:

  1. Quita la tapa de la boquilla.
  2. Inserta el bote del medicamento aerosol en el adaptador universal.
  3. Agita conjuntamente cámara-medicamento para que se mezcle correctamente.
  4. Introduce la boquilla en la boca.
  5. Presiona el medicamento e inspira lenta y profundamente hasta llenar los pulmones.
  6. Mantén la respiración entre 5 y 10 segundos y exhala.
  7. Enjuágate la boca.

En caso de necesitar la mascarilla, añádela a la boquilla de la cámara y cubre tanto la nariz como la boca.

Además, la limpieza de la cámara de inhalación debe realizarse al menos una vez al mes, desmontarla y limpiarla con agua tibia y jabón y secarla al aire. Aunque se limpie, se recomienda el uso individual de las cámaras.

 

 

FUENTES:

  1. Guía Española para el manejo del asma (GEMA 5.0).
  2. Cámaras espaciadoras para inhalación: uso y dispensación en atención primaria. Gerencia asistencial de atención primaria, Salud Madrid.
  3. Instrucciones del manejo del inhalador de cartucho presurizado (MDI). SEICAAP.
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