El calor empeora los síntomas de esta enfermedad, que afecta a un 30% de españoles, especialmente mujeres. Expertos de Quirónsalud señalan que el frío favorece la efectividad en el tratamiento de varices

FUENTE: 20 Minutos

La Enfermedad Venosa Crónica (VC) o Insuficienca venosa crónica (IVC) es una de las patologías más frecuentes entre la población. De hecho, según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria hasta el 71% de la población mayor de 16 años presenta algún síntoma de EVC, y un 30% de la población española padece la enfermedad de manera crónica. Esta enfermedad, que afecta en un mayor grado a las mujeres, es hereditaria, crónica y progresiva y va empeorando con la edad. En mujeres de más de 50 años, por ejemplo, las varices están presentes hasta en la mitad de ellas. Además, aunque está presente todo el año, la llegada del calor agrava los síntomas y merma aún más la calidad de vida de los pacientes con EVC. Por este motivo es necesario que, en cuanto llegue la primavera, las personas afectadas por insuficiencia venosa crónica presten una especial atención a la enfermedad y extremen las medidas. De lo contrario, la enfermedad puede agravarse y provocar complicaciones tan graves como la tromboflebitis o trombosis venosa profunda.

¿Qué síntomas se agravan con el calor?

Los síntomas provocados por la enfermedad venosa crónica son muy variados, y dependen del grado de la misma, pero, en general, los más comunes son los siguientes:

  • Dolor, hormigueo y pesadez en las piernas. Estos síntomas aparecen en cualquier estadio del EVC y empeoran con el reposo.
  • Hinchazón, especialmente en pantorrillas y tobillos. Empeoran de pie.
  • Calambres, sobre por la noche.
  • Enrojecimiento, sequedad y picor.
  • Presencia de telangiectasias (arañas vasculares), dilataciones de los capilares, que se traducen en pequeñas líneas rojizas o violetas con aspecto de telaraña.
  • Varices reticulares o venas varicosas. Dilataciones de las venas de pequeño tamaño primero (reticulares) y más largas y visibles cuando la enfermedad está más avanzada (venas varicosas). Si tratamos la insuficiencia venosa muy prematuramente y de manera constante, puede que nunca aparezcan.
  • Signos dérmicos, como dermatitis, eccemas, hiperpigmentaciones… e incluso úlceras, pero esto suele aparecer cuando la enfermedad está muy avanzada.
  • Los casos muy avanzados pueden derivar en coágulos en las varices (varicoflebitis) o hemorragia por rotura de las varices (varicorragia).

Consejos para aliviar los síntomas

Si padecemos IVC, hay que tratarse desde el primer momento y siempre, no sólo en verano ni cuando se agraven las molestias. De lo contrario, la enfermedad puede progresas a estadios más peligrosos. Con estos consejos, los síntomas serán mucho más llevaderos, sobre todo el verano, con la llegada del calor y la dilatación de las venas.

  • Evita las horas de más calor. Si puedes evitarlo, no salgas a la calle durante las horas de más calor.
  • No tomes el sol. Tomar el sol es doblemente perjudicial para la EVC. Por un lado, porque al tomar el sol, solemos estar quietos, y el sedentarismo la empeora. Además, tomar el sol provocará que la temperatura aumente la dilatación de las venas. Si vas a la playa o a la piscina, mejor en el agua y moviéndote. También se deberán evitar otras fuentes de calor directo en las piernas, como la depilación con cera caliente, los baños calientes o las saunas.
  • Mucha agua… Hidratarse por dentro y por fuera es fundamental tanto para para favorecer la circulación como para que la piel esté más elástica y evitar síntomas como picores, dermatitis…
  • …y poca sal. La dieta es fundamental, ya no solo para evitar la obesidad -uno de los principales factores de riesgo- sino también para favorecer la circulación. Así, debemos evitar la sal a toca costa -favorece los edemas- y optar por abundantes frutas y verduras, especialmente las que favorecen la circulación, como los frutos del bosque, las uvas, el melón, etc.
  • No dejes de hacer deporte. Con el calor apetece menos, pero es precisamente cuando más aconsejado está para controlar la IVC. Busca horas de menos calor, opta por deportes de agua, camina en lugar de correr… ¡pero de dejes de moverte!
  • Ropa amplia y calzado cómodo. Las prendas muy ajustadas no son aconsejables, pues dificultan el retorno venoso, al igual que los tacones.
  • No estés mucho rato de pie o sentado. En caso de que tengas que hacer viajes largos en avión o coche, para a menudo y levántate siempre que puedas. Para compensar, siempre que tengas la ocasión, eleva las piernas por encima del nivel del corazón.
  • Hazte masajes. Con agua fría (o un gel frío de la farmacia), regálate cada día un buen masaje de manera ascendente, como el que nos recomiendan en la Asociación Cuida tus Venas. Visita siempre que puedas a un masajista fisio o centro de estética donde te hagan un buen drenaje linfático o presoterapia, muy útiles para mejorar los edemas.
  • No dejes las medias. Durante el verano a nadie le gusta llevar medias de compresión, pero es importante que no dejes de usarlas, aunque sea solo unas horas al día.

No abandonar nunca el tratamiento

La adherencia de muchos tratamientos médicos disminuye con el verano las vacaciones… Es importante que nunca ocurra, pero todavía menos si la enfermedad, como es el caso, empeora con el calor. Así, además de seguir los consejos de estilo de vida descritos anteriormente, deberás seguir con la medicación que te tomes habitualmente. Es más, en muchos casos puede que el médico opte incluso con aumentar o completar la medicación.

Si no tomas medicación específica, hay suplementos o tratamientos dermatológicos que pueden ayudar a paliar los síntomas, como geles o medicamentos orales venotónicos y flebotónicos a base de hierbas o sin receta médica, como castaño de indias, ácido ascórbico, diosmina, oxerutina, ginkgo biloba, rusco…

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