El seguimiento del tratamiento logra reducir los síntomas, una mejora de la respuesta pulmonar y una mayor calidad de vida del paciente

FUENTE: ABC

En el mundo unos 300 millones de personas padecen asma, una enfermedad crónica que ha ido incrementando su incidencia en las últimas décadas. Las causas de este incremento son múltiples y complejas, los expertos señalan la occidentalización, la obesidad relacionada con un estilo de vida sedentario y la cada vez mayor presencia de contaminantes en el aire. En España afecta a entre un 3 y un 7% de la población -más a mujeres en edad adulta y más en varones en la etapa infantil- y, lejos de lo que se cree, puede desarrollarse a cualquier edad. «En el asma siempre existe predisposición genética y sobre ella existen factores de riesgo ligados al propio paciente como tener atopia (riesgo alérgico), obesidad, rinitis, hiperrespuesta bronquial... Y a ello le sumamos factores como contaminantes ambientales, alérgenos, el tabaco o incluso estrés», explica Carolina Cisneros, neumóloga del madrileño Hospital de la Princesa, quien recuerda que «no se cura, es una enfermedad crónica donde siempre existe una alteración inmunológica latente».

Adherencia al tratamiento

Durante un ataque de asma, el revestimiento de los bronquios se inflama provocando un estrechamiento de las vías respiratorias y una disminución del flujo de aire que entra y sale de los pulmones. Los expertos insisten en la importancia, una vez diagnosticado el paciente, de dar una buena información para que lleve a cabo un continuo y correcto tratamiento. «Como en otras patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión arterial, el control se efectúa con el mantenimiento riguroso del tratamiento pautado por los especialistas. Pero como la sintomatología del asma es variable, cuando los pacientes no tienen síntomas consideran que no deben tomar ninguna medicación», explica Cisneros.

Los estudios evidencian que más de la mitad de los asmáticos no están bien controlados porque no cumplen el tratamiento. Cisneros deja claro que «el uso regular de medicamentos para el asma logra una reducción efectiva de los síntomas y una mejora de la respuesta pulmonar, que a su vez deriva en una mejor calidad de vida del paciente».

Algunos de los síntomas que deben alertar al asmático de que sus problemas respiratorios no están bajo control son dificultad para respirar, tos, pitidos, opresión en el pecho, complicación a la hora de realizar actividades diarias como consecuencia de los síntomas o uso más habitual del inhalador de rescate.

Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) se ha diseñado y validado el cuestionario Test de Adhesión a los Inhaladores (TAI) que permite estimar el cumplimiento de la terapia inhalada en los pacientes con EPOC y asma. Además, en las comunidades autónomas en donde se ha instaurado la receta electrónica propone comprobar la retirada de los medicamentos en las farmacias y adelantan que es posible que los inhaladores que se usen habitualmente para el tratamiento acaben incorporando dispositivos electrónicos que puedan conectarse a alguna aplicación a través del teléfono móvil para ayudar a los pacientes a seguir correctamente su tratamiento. A día de hoy, cuentan con llamadas y avisos a través de internet que contribuyen a que sigan su tratamiento tal y como los médicos lo prescriben.

A la carta

Hoy, las líneas de investigación siguen profundizando en el estudio de los fenotipos asmáticos para desarrollar tratamientos a la carta. «Existe un tratamiento estándar para el control de la enfermedad, pero será el médico quien en función del perfil del paciente y de los factores asociados recomiende un tratamiento individualizado. No hay dos asmáticos iguales», sentencia la doctora Cisneros.

Con la colaboración de Pfizer.

A la carta

Hoy, las líneas de investigación siguen profundizando en el estudio de los fenotipos asmáticos para desarrollar tratamientos a la carta. «Existe un tratamiento estándar para el control de la enfermedad, pero será el médico quien en función del perfil del paciente y de los factores asociados recomiende un tratamiento individualizado. No hay dos asmáticos iguales», sentencia la doctora Cisneros.

Falsos mitos del asma

En este año, el día Mundial del Asma, celebrado este 4 de mayo, ha querido centrar la atención en desmontar mitos que provocan confusión y que conllevan que muchos pacientes no puedan ser tratados de manera adecuada.

Asma y alergia. Aunque en muchas ocasiones van de la mano, son patologías distintas. «Se puede ser alérgico, con síntomas en la piel, con rinitis y no tener asma. Estornudar no es un síntoma respiratorio, pero sí toser, sentir falta de aire o notar presión en el pecho. Cuando el asma se presenta en un paciente alérgico hablamos de alergia respiratoria. Pero uno puede ser alérgico y tener asma, o tener asma sin alergia», explica Cisneros.

Deporte. Un paciente bien controlado puede llegar incluso a hacer deporte de élite. No obstante, los expertos señalan que actividades como el running, atletismo o fútbol resultan más asmógenas que otras como la natación, la marcha o la bicicleta.

Enfermedad infantil no contagiosa. Aunque tiene una importante prevalencia en la infancia, hasta un 10%, puede aparecer en la fase adulta. No es una enfermedad contagiosa, y son las infecciones virales (como el resfriado o la gripe) las que provocan un emperoamiento del paciente.

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