Un ataque de ansiedad o pánico produce un gran malestar en forma de taquicardias, sensación de falta de aire, sudoración o mareos. Actuar con rapidez puede ayudar a que la crisis sea más breve.

FUENTE: 20 Minutos

Alrededor de un 20% de la población ha sufrido o está en riesgo de padecer algún tipo de trastorno de ansiedad, una patología que ha aumentado en el último año debido a la pandemia.

Tener ansiedad de manera puntual es completamente normal, pues se trata de un mecanismo de nuestro organismo para mantenernos alerta y que podamos reaccionar ante una situación amenazante, de ahí que nos haga experimentar nerviosismo, inquietud y que nuestro ritmo cardiaco se acelere ante determinadas situaciones, como un examen, un evento importante, la espera de unos resultados, etc.

Esta ansiedad se convierte en trastorno cuando los síntomas de la ansiedad se producen de manera frecuente, sin que exista un motivo o una ‘amenaza real’ o cuando esta no ocurre de verdad, sino que la ansiedad se produce tan solo con imaginarnos que algo malo va a ocurrir. Este estado emocional produce una serie de síntomas físicos, que cuando aparecen de un modo muy repentino, intenso y agresivo se conoce como ataque de ansiedad o ataque de pánico. Los síntomas que suele experimentar la persona que está sufriendo una crisis de ansiedad son:

  • Palpitaciones y taquicardias
  • Aceleración del ritmo respiratorio (hiperventilación)
  • Sudor
  • Bosca seca
  • Sensación de falta de aire
  • Temblores
  • Dolor en el pecho o en el abdomen
  • Mareos
  • Sensación de irrealidad
  • Náuseas
  • Hormigueos en las extremidades

Estos episodios suelen ser breves y no representa un riesgo vital, pero producen un enorme malestar a quienes lo padecen. De hecho, en muchas ocasiones piensan incluso que van a morir debido a que los síntomas a veces recuerdan a los de infarto. Además, una vez has padecido uno es muy probable que vuelva a pasar. Esto se debe a que genera ansiedad anticipatoria, es decir, que el temor ante la posible aparición de una nueva crisis nos predispone a padecer otra.

¿Cómo actuar en plena crisis?

Ayudar a una persona que está experimentado una crisis de ansiedad no es fácil, especialmente si nunca hemos padecido una, pero con algunos consejos lograremos que dure menos y paliar así parte de su sufrimiento.

  • Mantener la calma. Si para ayudar a una persona que padece una crisis provocada por un exceso de nerviosismo respondemos con más nerviosismo, conseguiremos que su malestar y su ansiedad se acrecienten.
  • Acércate, pero sin presionar. Alguien que está padeciendo una crisis de ansiedad se tranquiliza si tiene alguien cerca, pero sin agobiarle. Si son varias las personas que se acercan, podría ponerse aún más nervioso.
  • No le digas que se calme. Si una persona tiene un ataque de ansiedad es porque no puede controlar su nerviosismo en este momento. Si nos acercamos y le decimos -aunque sea con buena intención- que se calme, le estamos dando a entender que podría estar calmado si quisiera, que depende de él, cuando no es así. Estos pensamientos no harán más que acrecentar su malestar.
  • Acércate a ella y háblale con un tono tranquilo, en voz baja y firme, con frases cortas y simples. Podemos decirle, por ejemplo: “estás teniendo una crisis de ansiedad, no te preocupes, estoy contigo, voy a ayudarte a encontrarte mejor, respira conmigo, dime qué necesitas, etc.”
  • Ayúdale a controlar la respiración. Calmar la hiperventilación es una de las claves para conseguir que la crisis termine antes. Para conseguirlo, hay que invitar a la persona a realizar respiraciones profundas y lentas, si es necesario respirando con ella. También es muy útil respirar en una bolsa de papel o ahuecando las manos delante de la nariz y la boca.
  • Invítale a concentrarse en otras tareas. Por ejemplo, puedes decirle que cuente hasta 10, que se concentre mirando a un punto fijo, que te mire a los mientras le hablas… El objetivo de esto es que se distraiga y deje de pensar en los síntomas y sensaciones que está experimentando para que vayan desapareciendo.

Si la crisis no empieza a remitir pasados 15 minutos, sería conveniente acercarse a un centro de salud o un hospital. Tanto para evitar alargar el malestar como para descartar que no se trata de algo distinto a una crisis de ansiedad, como un episodio cardiaco.

¿Qué hacer después?

Los ataques de pánico pueden ocurrir de manera aislada, pero lo más común es que se deriven de un estado de ansiedad. Por este motivo es importante hablar con la persona para ayudarle a comprender el por qué del ataque. Y es que, si este episodio se volverá a repetir, es recomendable acudir a un especialista en salud mental (un psicólogo o un psiquiatra) para que evalúe su caso por si existe algún trastorno de ansiedad (de pánico o generalizada), fobias, depresión, etc. que requiera de ayuda profesional.

Farmacias abiertas y de urgencia más cercanas