Los expertos desaconsejan consumir más de 200 mg diarios de cafeína.

FUENTE: 20 Minutos

La alimentación durante el embarazo es todo un mundo. Sí o no al jamón, sí o no a los lácteos, sí o no a la cafeína... Café, infusiones, refrescos, en algunos medicamentos... es posible que diariamente consumas más cafeína de la que crees, y si de normal, más allá de que te vaya a costar conciliar el sueño no tendría importancia, sí se trata de un elemento a tener en cuenta durante el embarazo.

Los especialistas no recomiendan tomar demasiada cafeína durante el embarazo, pero, ¿cuánto se considera 'demasiada'?

Cafeína, pero poca

El 90% de las mujeres embarazadas consumen cafeína durante los meses de gestación ya sea a través de algún alimento para paliar la fatiga, o a través de algún medicamento.

Según los expertos, lo ideal sería evitar el consumo de este estimulante, aunque de consumirse, no se recomienda que sean más de 200 mg diarios. 200 mg de cafeína equivalen aproximadamente a tres tazas de café pequeñas.

No solo es desaconsejable consumir cafeína durante el embarazo, sino también si estamos en el proceso de intentar concebir.

¿Cuáles son los riesgos de tomar cafeína durante el embarazo?

Según los expertos, el cuerpo de una persona tarda entre cuatro y seis horas en eliminar los efectos de la cafeína, mientras que el cuerpo de una mujer embarazadas puede tardar más de medio día.

El consumo de cafeína provoca la liberación de ácido en el estómago, por lo que nos puede causar molestias, y puede afectar en el crecimiento y desarrollo de las células del feto, alterando el oxígeno, el flujo en sangre, y pudiendo provocar malformaciones.

En los casos más extremos, el consumo excesivo de cafeína puede provocar aborto espontáneo, parto prematuro o bebés con bajo peso, según algunos estudios.

En el caso de las embarazas o las mujeres que están intentando quedarse en estado, se les recomienda cambiar esta sustancia por otras hierbas como tila o manzanilla, aunque si la madre es consumidora asidua de cafeína, lo ideal es ir reduciendo la dosis poco a poco, para que el cuerpo se vaya acostumbrando.

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