Las partículas de arena del desierto que arrastra la ola de calor tienen una especial afección en las personas con asma o bronquitis

Fuente: Levante

Las partículas de arena del desierto del Sahara que acompaña la ola de calor que está azotando la Comunitat Valenciana y prácticamente toda España tiene graves consecuencias para los pacientes con enfermedades pulmonares. Una calima que se ha extendido por todo el Mediterráneo gracias a un anticiclón cuyo centro está en el norte de Argelia. Desde allí bombea viento del sur y llega hasta nuestro territorio como una masa de aire subtropical.

La primera ola de calor del verano está golpeando de lleno a la Comunitat Valenciana y, en especial, este fin de semana cuando se esperan registros muy elevados que han llevado a la Conselleria de Sanidad a decretar la alerta máxima por calor con temperaturas superiores a los 42 grados.

Esta situación atmosférica favorecerá la subida de las temperaturas y disparará la sensación térmica de agobio. Pero además de las altas temperaturas, la presencia de polvo en suspensión en la atmósfera ha traído consigo otros riesgos que podrían afectar a las personas que ya tienen problemas respiratorios.

Los expertos alertan que estos episodios, más comunes en las islas Canarias y conocidos como calima, se desarrollan cuando las pequeñísimas partículas de polvo mineral, de origen natural procedentes del desierto del Sáhara y con diámetros comprendidos en su mayoría entre las 10 y las 2,5 micras son arrastrados por el aire.

La calima se caracteriza, además por el aire seco y cálido de componente. Este procedente del desierto del Sahara. Estas dos circunstancias sumadas al polvo en suspensión que enturbia el ambiente están detrás de muchas molestias que podría comenzar a producir en los próximos días entre la población afectada por problemas pulmonares.

Estos aerosoles o partículas se conocen como PM10 y tienen la capacidad de penetrar por las vías respiratorias. Si la concentración de las partículas supera 50 ug/m3 que la normativa comunitaria fija

como umbral tolerable, acarrea riesgos a la población, principalmente a la más vulnerable, especialmente aquella que padece enfermedades crónicas respiratorias como el asma o la bronquitis.

Pueden darse episodios en los que las patologías previas se compliquen y aparezcan brotes.

Las partículas de polvo en suspensión pueden llegar a resecar las vías respiratorias, afectando especialmente a niños, ancianos y personas con enfermedades como asma o la enfermedad obstructiva

crónica (EPOC). Es aconsejable, por ello, que los colectivos de riesgo eviten salir a la calle, permaneciendo en lugares húmedos donde tengan acceso a una buena hidratación y evitando los esfuerzos físicos. Esto último también se puede aplicar al resto de la población en las áreas de riesgo.

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