Ahora que abundan los suplementos para incrementar esta hormona como fuente de vigor y juventud, sepa que tienen lado oscuro

FUENTE: EL CORREO

¿Cansado más allá de lo habitual? ¿Siente que ha perdido el ímpetu con el que enfrentaba su rutina diaria? ¿Hace tiempo que se despidió de su amiga libido? ¿Se nota tristón sin encontrar motivos reales para ello? Puede que la causa sea su testosterona. Los factores que pueden provocar un cuadro como el descrito en hombres son de diversa condición; pero los niveles de esta hormona no siempre son tenidos en cuenta a la hora de buscar la causa de esa sensación de bajón generalizada. A pesar de su importancia para numerosos procesos biológicos, los bulos han crecido a su alrededor para atribuirle cualidades que distan de ser reales. Destaca la fama que tienen ahora los fármacos para subir el nivel de esta hormona. Pero tienen su lado oscuro: si estos (algunos tan sencillos como un gel para aplicar en el pecho) no cuentan con control médico pueden tener consecuencias nefastas. El doctor Ignacio Moncada, especialista miembro de la Sociedad Española de Andrología, y Carmen Pérez Blanco, doctora en Endocrinología y Nutrición Médica, portavoz de la plataforma de análisis Melio, dan las claves para conocer en profundidad la hormona del vigor. Aquí, diez verdades y mentiras que conviene saber.

A más testosterona, más fuerza y vigor

Esta hormona es esencial en el desarrollo de la fuerza y la musculatura, además de estar implicada en el vigor sexual, cierto. Pero esta idea no debe dar lugar a la ecuación: a más testosterona, más... «Cuando no existe un déficit real diagnosticado mediante un análisis, y con la valoración de síntomas, suplementar para incrementarla resulta perjudicial», explica la endocrina de Melio. Los efectos secundarios más inmediatos pasan por la disfunción sexual (sí, aunque resulte paradójico), disminución de la fertilidad, alteraciones cardiovasculares, toxicidad hepática y trastornos mayores del estado de ánimo, como los comportamientos agresivos. «Esta hormona también tiene la cualidad de incrementar el volumen de hematíes, esto es, hace que la sangre sea más espesa. Y esto aumenta la posibilidad de riesgo cardiovascular», advierte el andrólogo Ignacio Moncada. El aumento de mamas y el empeoramiento de la apnea del sueño también se cuentan entre los síntomas.

Es solo una preocupación de ancianos

Es cierto que la testosterona cae al cumplir años. Pero a diferencia de las mujeres, que sufren una caída de estrógenos en la menopausia de forma inevitable y brusca, la hormona de los hombres retrocede paulatinamente y no en todos ellos al mismo ritmo. Pero el margen es amplio: hasta el 90 cumpleaños de un hombre no se considera que haya llegado al punto de no retorno en la producción de esta sustancia. No obstante, comienza su declive entre los 35 y los 40 años y decae una media de un 1% cada año. Para cada edad hay unos niveles óptimos establecidos y esto es lo que se diagnostica mediante una analítica. «No es frecuente que se pida para consultar el nivel de testosterona, pero es la única forma de confirmarlo. Ahora que se venden autotest en farmacia, y con el mayor uso de estos kits de diagnóstico por la pandemia, quizá se popularicen», valora Pérez Blanco.

No solo la edad acaba con ella

La edad sí es su principal enemigo, pero no el único. También debe temerse al estrés y la obesidad. Estos dos factores, tan prevalentes en la población de ambos sexos, alteran directamente esta hormona. «El aumento de la grasa abdominal provoca múltiples alteraciones endocrinas, entre las que se incluye la disminución de la testosterona y el aumento de su conversión a estrógenos, además de la alteración de otras sustancias que producen un 'biofeedback' negativo, disminuyendo las gonadotrafinas y aún más la testosterona», explica la endocrina. Y qué decir del estrés... «Los niveles elevados de cortisol inhiben la secreción de testosterona de forma directa». Ejercicios de relajación o la respiración diafragmática, la meditación o el yoga ayudan. Además de estos factores, se puede ver debilitada por anomalías congénitas, daño testicular por traumatismo, por la radioterapia y por daño en la hipófisis, órgano que da la señal al testículo de fabricarla.

Es imposible de recuperarla cuando se pierde

Los hombres creen que la pérdida de esta hormona es algo que tienen que aceptar como parte de su propia biología. Pero no es así del todo: se puede recuperar. Siempre, eso sí, con un control médico adecuado. Existe la terapia de reemplazo de testosterona (TRT), que es el tratamiento que se aplica frente al déficit diagnosticado. Con este se mejoran aspectos como el deseo, la función y el rendimiento sexual, la densidad mineral del hueso, la composición corporal, la masa y la fuerza muscular, así como la diabetes tipo 2. Estas terapias suelen recomendarse a hombres de entre 45 y 55 años. «Más mayores no acuden a consulta», afirma Moncada.

Su carencia afecta más allá del ámbito genitosexual

«La mayoría de los que acuden al médico lo hacen porque están preocupados por su disfunción eréctil, por la dificultad para culminar la relación sexual, por el bajo deseo... Y es cierto que con baja testosterona esto se ve comprometido. Pero en la mayoría de los casos que vemos no es esta la causa, sino problemas somáticos como el cansancio, conflictos personales, el estrés y otros asuntos de corte psicológico», valora el andrólogo. Pero las consecuencias van más allá del ámbito sexual, aunque sea el que más preocupa. Los síntomas incluyen una disminución de la masa y fuerza muscular, de la memoria y la función cognitiva, así como el aumento de grasa, sensibilidad reducida a la insulina, tolerancia alterada a la glucosa, triglicéridos y colesterol elevados... El déficit de testosterona también está asociado con alteraciones del estado de ánimo, ansiedad, insomnio o depresión. La alerta, pues, pueden darla otras partes del organismo.

Cuanta más, mejor para la fertilidad

Tanto si se aplica el tratamiento médico de la TRT como si se realiza una suplementación sin supervisión médica, el exceso de testosterona puede causar efectos negativos y provocar infertilidad. Resulta extraño, si se tiene en cuenta que sus niveles óptimos están implicados en el vigor y el deseo sexual, pero no en la producción de espermatozoides. Al contrario, «el exceso de testosterona por suplementos puede provocar atrofia testicular» –prosigue la endocrina– y confundir al organismo, que responde con el bloqueo de la producción de esperma.

Alimentos y vitaminas ayudan a incrementarla

Es difícil, si no imposible, hacer que una patología remita solo a base de comida y suplementos vitamínicos. Sucede igualmente con la testosterona. Es cierto que realizar ejercicio de fuerza incrementa la masa muscular y sube los niveles de forma natural, «pero esto no te va a curar una patología», avisa Pérez Blanco. Y prosigue: «Algunas fuentes afirman que ciertos alimentos, vitaminas o suplementos pueden aumentar los niveles, sin embargo, la mayoría de estas afirmaciones están incompletas o incluso no están sustentadas por estudios científicos». Ahora bien, lo que sí se sabe es que el zinc y la vitamina D son importantes para la síntesis de testosterona, y un déficit de estos micronutrientes puede afectar negativamente. En estos casos, la suplementación sí ayudaría.

No solo atañe al hombre

Quizá esta sea la creencia más extendida y la menos acorde con la realidad. Esta hormona también tiene implicaciones en el metabolismo de las mujeres, más específicamente en el funcionamiento de los ovarios, además de en el desempeño intelectual y la libido. «Hay estudios que demuestran que una suplementación ayuda a las mujeres en este sentido», apunta Moncada. Pero no es un tratamiento recomendado por sus efectos secundarios. La endrocrina de Melio señala como problemas derivados de la elevada testosterona y otros andrógenos en mujeres el hirsutismo (vello excesivo en la cara, el pecho, los glúteos, el abdomen y la espalda), las alteraciones en la menstruación, alopecia y, el más frecuente, el síndrome de ovario poliquístico.

La automedicación, en el punto de mira

Los fármacos de testosterona no se venden sin receta, pero la automedicación está a la orden del día porque se pueden conseguir por canales no reglamentarios y porque «se venden suplementos para deportistas en cuya etiqueta no figura la presencia de esta sustancia», advierte la endrocrina, que cita un estudio español que hablaba de la adulteración de un 14% de los suplementos, pero que podría llegar a más de la mitad. Por otro lado está el consumo ilegítimo en deportes de competición (dopaje), pero también se da en personas que practican ejercicio como ocio.

Medicarse tiene un peligro: el cáncer de próstata

Esta es la cuestión más polémica en torno a la posibilidad de tratarse contra el déficit de testosterona. Pero tiene matices. No significa que incrementar el nivel de la hormona aumente el riesgo de desarrollar el cáncer. «De hecho, este cáncer aparece cuando el hombre sufre un descenso», aclara el doctor Moncada. «Lo que sí es cierto es que, si aparece el cáncer, acelera su desarrollo. De ahí que la terapia deba hacerse siempre bajo control médico, estricto y periódico».

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