Los buenos resultados frente a la Covid-19 han llevado a probar esta tecnología en patologías que van desde el cáncer a la gripe pasando por el VIH o la malaria

Fuente: La Razón

Pocas cosas positivas pueden decirse de una pandemia como la que estamos viviendo. La drástica reducción en el número de enfermedades infecciosas en general –y la gripe en especial– gracias a las medidas de protección contra el coronavirus (lavado de manos, mascarillas, distancia de seguridad), es una. Otra, la llegada de las vacunas de ARN mensajero (ARNm). Los buenísimos resultados obtenidos con las dos primeras aprobadas frente a la Covid-19 han supuesto el espaldarazo definitivo a una técnica que, aunque venía estudiándose desde la década de los 90, gracias al éxito obtenido frente al SARS-CoV-2 se abren las puertas a su aplicación en enfermedades de todo tipo.

Y el cielo es el límite, aseguran los expertos. En el momento actual hay en marcha al menos 217 ensayos clínicos para desarrollar vacunas con esta tecnología –según Clinical Trials, el registro de ensayos clínicos de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU– en patologías emergentes como el Zika, enfermedades en las que se lleva décadas intentando lograr una con escaso o nulo éxito, como son el VIH o la malaria, e incluso diferentes tipos de cáncer, por citar solo algunos ejemplos. Y muchos, también, contra la Covid.

Son, sin duda, la gran esperanza. «Es una técnica es más sencilla, más barata y adaptable. Por eso se abren todas las posibilidades ya que la Covid ha servido como prueba de concepto. Y se ha visto que funciona», cuenta César Nombela, catedrático emérito de Microbiología y director de la Escuela de Biotech & Pharma de IMF Smart Education. Entre las ventajas que aportan, continúa el experto, destaca «un diseño muy fácil de hacer; un proceso relativamente barato y una adaptabilidad notable. Esta técnica ha venido para quedarse».

Pero, ¿qué la hace tan prometedora? «Las vacunas que utilizan el ARN mensajero no introduce el virus debilitado, sino que dan información a las células para que ellas mismas fabriquen las defensas contras el virus. El ARN es el libro de instrucciones del ADN. Es como una fotocopia que tiene las instrucciones de una hoja concreta –explica Mercedes Jiménez Sarmiento, científica del Centro de Investigación Margarita Salas del CSIC–. Es una molécula muy inestable y, por eso, después de usarlas, las células la desechan. Por eso también no se había empleado antes. Hasta que no se ha profundizado en su conocimiento, en su estabilidad y en cómo introducirlo en nuestras células no se ha podido emplear».

Frente al cáncer

A pesar de que son muchos son los estudios en marcha que ensayan con esta tecnología, también es cierto que la mayoría están aún reclutando pacientes o en fases iniciales de su desarrollo. Uno de los más adelantados, en fase II, es frente al cáncer colorrectal avanzado. En él participan 13 hospitales españoles. El trabajo, un proyecto que desarrolla BioNTech con la tecnología de ARNm que se empleó por primera vez contra la Covid-19, busca una vacuna personalizada para prevenir recaídas en este tipo de tumor.

«Se trata de un ARN mensajero liposomal que codifica hasta 20 neoantígenos tumorales identificados en el tumor resecado del paciente. El estudio ha calculado incluir 164 pacientes que serán estratificados por estadio II vs III y por ADN tumoral circulante (ctDNA) antes o después de la quimioterapia. El objetivo primario del estudio es la supervivencia libre de enfermedad», explica Pilar García Alfonso, jefe de Sección del Servicio de Oncología Médica y responsable de la Unidad de Tumores Digestivos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, uno de los centros participantes.

Aunque, como advierte, «es difícil saber cuándo tendremos resultados ya que el primer análisis preliminar se realizará con 15 pacientes con ctDNA+ y por ahora solo se han detectado dos en España», tiene claro que las vacunas basadas en el ARN «son una de las estrategias antitumorales más potencialmente eficaces de los últimos años, es un tratamiento dirigido a desencadenar una respuesta inmune de una forma selectiva en relación con los neoantígenos tumorales». Tal es así que «hay estudios en marcha en melanoma, está pendiente de iniciar otro estudio en cáncer de mama y posiblemente se realizarán en otros tumores sólidos», continúa.

Décadas intentando lograr una

También se están probando en patologías en las que no ha sido posible encontrar vacuna pese a los intentos. De nuevo BioNTech está trabajando en una nueva sustancia con la técnica de ARNm para luchar contra la malaria. Y es que, aunque existe una vacuna frente al paludismo que se lleva probando desde 2019, su eficacia no llega ni al 30%.

Moderna, por su parte, ha anunciado que empezará los ensayos en humanos con dos vacunas contra el VIH basadas en ARN mensajero (la ARNm-1644 y ARNm -1644v2-Core). De acuerdo con Clinical trials, el ensayo comenzará en 15 días (el 19 de septiembre) y se estima que concluya en mayo del 2023. El equipo de investigación, formado por Moderna y las universidades de Texas, George Washington, Emory y el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hitchinson, tienen el objetivo de evaluar la seguridad e inmunogenicidad de estas vacunas, para lo que buscan 56 personas sin VIH entre 18 a 50 años.

También se está estudiando la aplicación del ARNm en la vacuna de la gripe. En este caso es el laboratorio Sanofi Pasteur el que ha iniciado un ensayo clínico de fase 1 contra la influenza estacional. En él se evaluará la seguridad e inmunogenicidad de un candidato a vacuna monovalente (de una sola cepa) que codifica la proteína hemaglutinina de la cepa A/H3N2 del virus en hasta 280 participantes. En esta primera fase se probarán varios niveles de dosis de ambas formulaciones de vacunas administradas a adultos sanos de 18 a 49 años de edad.

Contra la gripe

«La ventaja en este caso es que facilitaría mucho el proceso con respecto a la vacuna tradicional, que producimos a destajo (unos 550 millones de vacunas). Su manufactura es larga, ya que se cultiva en huevo de gallina y requiere de un proceso de extracción del virus del embrión del huevo y de purificación posterior., entre otros De esta forma el proceso sería mucho más fácil, podríamos producir el código genético in vitro, con lo que acortamos los tiempos, empleando menos recursos y, gracias a esa mayor rapidez, también el margen de error entre las estimaciones de la OMS sobre qué cepas van a circular cada temporada», explica Carlos Guzmán, responsable médico global de la vacuna de ARNm contra la Covid-19 de Sanofi. Todo ello, además, contribuiría a mejorar el porcentaje de protección que confiere esta vacuna que, aunque varía según los años y la cepa empleada, es baja: en torno al 65-80%.

La compañía invertirá 400 millones de euros al año en un Centro de Excelencia dedicado a este tipo de vacunas, el primero en su clase, para intensificar el desarrollo y la disponibilidad de una nueva generación de vacunas también frente a otras enfermedades respiratorias como bronquiolitis o la fibrosis quística.

Pero la lista va mucho más allá: rabia, esclerosis múltiple, amiloidosis, enfermedades raras... el número de patologías para las que se busca con esta tecnología es amplio. El tiempo dirá, y en esta ocasión probablemente lleve años o puede que incluso décadas –no como ha sucedido de forma excepcional con el coronavirus– conocer si llegan a buen puerto o naufragan en el camino.

No son infalibles: el caso de Curevac contra la Covid-19

Pese a las grandes expectativas levantadas con esta nueva generación de vacunas no hay que perder de vista que no son el Santo Grial. Prueba de ello es que, a pesar del gran éxito logrado con las desarrolladas contra el SARS-CoV-2 por Pfizer-BioNTech y Moderna, otro suero que empleaba esta misma tecnología, el de la alemana Curevac, apenas consiguió una eficacia del 47%, inferior al 50% mínimo requerido por la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
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