Realizar este gesto para tranquilizarse puede tener consecuencias para la salud

Durante las épocas de mayor estrés o nerviosismo se recurre a la onicofagia, coloquialmente conocida como la acción de morderse las uñas. Este gesto refleja la ansiedad que la persona experimenta en un momento determinado y que puede provocarle la relajación parcial e inmediata. Sin embargo, habría que ver si ese ‘beneficio’ buscado al morderse las uñas compensa ya que, además de tener resultados antiestéticos, puede acarrear otros problemas de salud.

Causas y consecuencias

Estos hábitos se observan con frecuencia en niños y adultos jóvenes y está ligado a estados emocionales descompensados y que pueden extenderse hasta la edad adulta. Entre las diferentes causas para la conducta de morderse las uñas, la principal es el estrés y la ansiedad. Surge a raíz de situaciones y momentos más estresantes como, por ejemplo, a consecuencia de las excesivas expectativas de los padres respecto a los hijos, lo que repercute en los niños mediante comportamientos fijos y repetitivos como morderse las uñas. Tampoco puede descartarse el hecho de que los niños lo hagan como imitación de los gestos de personas, especialmente de aquellas que son un referente. En momentos de menor actividad, como ver la televisión o estar tumbado en el sofá, puede aparecer sin ningún factor determinante; en estos casos resulta más difícil de controlar.

Además de las posibles causas descritas en el desarrollo de este hábito, la onicofagia puede producir efectos negativos a diferentes niveles. Por un lado, todo lo relacionado con el aspecto físico se puede resumir en la producción de lesiones en la uña en sí hasta heridas que se producen en la cutícula y la piel que la rodea; estas heridas dejarían entonces una vía de entrada para bacterias y virus que podría desembocar en infecciones seguidas de inflamación. También puede producir deformaciones en las uñas y en las manos -en ciertas ocasiones también en los pies- y a su alrededor, causando así limitaciones en los efectos estéticos, lo que dificulta la realización de algunas actividades en las que es necesario precisión de las manos, como tocar un instrumento musical o dibujar. Una vez vuelven a aumentar de tamaño, las uñas pueden crecer torcidas o con una longitud limitada, impidiendo que se reestablezcan por completo. De este mismo modo, la función de las uñas se vería limitado, que es la de proteger los dedos de golpes y servir de barrera para la entrada de microorganismos en el cuerpo.

Por otro lado, puede afectar a nivel dental, provocar un mal encaje dentario y un desgaste del esmalte de las piezas dentales que puede acarrear caries. También pueden producirse cortes e infecciones en la mucosa labial: aftas, labios cortados y herpes. Asimismo, cuando la onicofagia se haya iniciado por cambios emocionales como ansiedad o estrés, el tener una manicura llena de heridas sangrantes y visibles puede acarrear vergüenza por su aspecto y, finalmente, empeorar las relaciones sociales con otras personas. En estos casos, será necesario llegar a la raíz del problema para solucionarlo.

Cómo dejar de morderse las uñas

El primer paso para terminar con esta mala costumbre es que la persona se interese por ello. En el caso de que la persona no muestre interés, es primordial insistirle en la importancia de hacerlo.

Consejos para evitar morderse las uñas:

  • Relacionar momentos en los que se muerdan las uñas para intentar evitarlos. Por ejemplo, si se trata de momentos de aburrimiento, evitar los ratos muertos e intentar tener ocupadas las manos -tocar un instrumento u objetos que sirvan de relajación-.
  • Evitar tomar productos estimulantes como, por ejemplo, café, té, refrescos con cafeína, etc.
  • Buscar un sustitutivo cuando entren ganas de mordérselas.
  • Hacerse la manicura a menudo, manteniéndolas cortas y limadas, hará que las personas se acostumbren a vérselas bien arregladas, lo que puede ser un incentivo para evitar que más adelante arranquen el esmalte o se muerdan las uñas.
  • Llevar guantes para evitar la tentación en épocas de frío.
  • Cubrir los dedos con protectores de goma o tela.
  • Aplicar esmalte de uñas que contenga propiedades amargas. No obstante, hay que tener en cuenta que, si bien las sustancias amargas disuaden a la persona de querer morderse las uñas, con el tiempo puede acostumbrarse al sabor de estas sustancias.

La situación cambia por completo cuando la persona a la que se quiere ayudar es un niño, ya que algunos de los puntos no se pueden controlar o no se adaptan adecuadamente a las actividades cotidianas. En estos casos se recomienda:

  • Aplicar el esmalte de uñas siempre que no sean menores de 3 años.
  • Reprender el comportamiento para evitar que se produzca de nuevo.
  • Combatir el hábito concienciando sobre la onicofagia, advirtiendo las señales y desarrollar una respuesta, como proporcionarles objetos que puedan manipular.

Cómo utilizar el esmalte de uñas

Existen diferentes presentaciones de esmaltes de uñas: unos tienen envases tradicionales con recipiente y tapón que incorpora el pincel, otros, los más modernos, tienen forma de stick.

Debido a que la onicofagia puede deteriorar las uñas dejándolas frágiles, quebradizas y débiles, lo ideal es que los esmaltes de uñas, además de disuadir para que la persona deje de mordérselas, fortalezcan, hidraten y mejoren su aspecto. Preferiblemente, los esmaltes también dispondrán de secado rápido, condiciones organolépticas adecuadas (sabor muy amargo, pero olor agradable), con una pauta posológica única, con resultados visibles en un corto periodo de tiempo y que favorezcan la regeneración de la cutícula y piel alrededor de las uñas.

A pesar de que no todos los productos dermatológicos están formulados de igual forma ni presentan las mismas características, sí que comparten una sustancia amarga para disuadir a las personas de morderse las uñas. Este principio activo se trata del benzoato de denatonio, considerado como la sustancia más amarga por el libro de los Récord Guinness, descubierto en 1958 por un equipo científico de Macfarlan Smith que trataba de producir un nuevo anestésico local y obtuvo como resultado una sustancia inocua. Gracias al amargor que produce al entrar en contacto con las papilas gustativas ayuda a evitar la onicofagia, así como accidentes. Esto se debe a que también lo contienen otros productos que no están dirigidos a ser ingeridos, como por ejemplo juguetes infantiles que se recubren con benzoato de denatonio con el fin de disuadir a los más pequeños para que no los muerdan y se los traguen.

Las lacas de uñas difieren unas de otras, ya que algunas contienen extractos para completar y mejorar las propiedades. Por ejemplo:

  • Extracto de Allium sativum como antimicrobiano.
  • Aceite de la semilla de Ricinus communis como hidratante y emoliente.
  • Aceite de la semilla de Helianthus annuus como emoliente y enmascarante.
  • Extracto de castaño de indias, Aesculus hippocastanum, ingrediente astringente que provoca una sensación que combina amargura y sequedad, potenciando así el benzoato de denatonio.

Previamente a la aplicación del esmalte de uñas, se debe limpiar la zona. Al aplicarlo, deberá ser en el borde de la uña y, en el caso de que sea persistente, también aplicar sobre la piel que rodea la uña cuando se trata de hábitos muy persistentes. Aplicar alrededor de 2 veces al día, pero según se especifique en el envase. Se debe tener en cuenta el periodo de validez tras su apertura ya que normalmente se recomienda desecharlo transcurridos los meses indicados.

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