A pesar de ser una de las bebidas más populares en el mundo, hay mucha desinformación sobre las bondades y perjuicios de esta bebida 'imprescindible' en la vida de muchas personas.

Fuente: El Mundo

¿Eres de los que se toma un café a las cinco de la tarde y ya no pega ojo? ¿O por el contrario eres capaz de tomarte un café después de cenar y dormir a pierna suelta? ¿Cuántos cafés podemos tomarnos al día sin poner en riesgo nuestra salud? ¿Realmente es malo tomar café? A pesar de ser una de las bebidas más populares en el mundo, son numerosos los mitos que pululan a su alrededor. En este artículo combatimos la desinformación en torno al café, un imprescindible en la vida de muchas personas.

¿Realmente el café hace que estemos 'más despiertos'?

Sí. Existe suficiente evidencia científica de que la cafeína aumenta el estado de alerta. Si tenemos la percepción de que tomar un café nos despeja es porque realmente lo hace. El aumento de la concentración y del estado de alerta tiene lugar a partir de 75 mg por café.

¿Cuántas tazas de café podemos tomar como máximo al día?

Las autoridades sanitarias recomiendan no superar los 400 mg de cafeína diarios. La cantidad de cafeína por café depende de factores como la variedad que se consuma (no es lo mismo robusta que arábiga) o la forma de preparación. Según datos de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), una taza de café filtrado contiene 80-90 mg de cafeína por cada 100 ml mientras que un expreso está en torno a los 80 mg por cada 100 ml. En general tomar entre tres y cinco tazas diarias como máximo sería lo recomendable. Excepto si estás embarazada que en este caso se aconseja, como máximo, la mitad.

¿Qué otros alimentos y bebidas también contienen cantidades relevantes de cafeína?

Aunque hace años la cantidad era superior, hoy en día una bebida energética de 250 ml contiene aproximadamente la misma cantidad de cafeína que un expreso. En una taza de té encontramos unos 50 mg de cafeína, en una lata de cola unos 40 mg y, por último, en una tableta de chocolate unos 15-20 mg por cada 100 g.

¿Por qué el café afecta de manera diferente a cada persona?

La explicación a estas diferencias, como la de tantas otras cuestiones, está en nuestros genes. Las personas que tienen la enzima CYP1A2 (cariñosamente podemos llamarlas Zipi) son capaces de metabolizar la cafeína muy rápido. Es decir, la eliminan y los restos se van corriendo por la orina. Por el contrario, aquellos que no tienen la enzima CYP1A2 (es decir, los que no son Zipi, sino Zape), no transforman la cafeína en su cuerpo tan rápido y sus efectos pueden mantenerse durante más tiempo. ¿Cómo sé yo si soy Zipi o Zape? Para saberlo sería necesario realizar un estudio genético, pero tampoco nos volvamos locos. Podemos valorar individualmente cómo nos sienta el café y autorregular su consumo.

¿Es verdad que el café sube la tensión?

La relación del café con la hipertensión es una gran duda que ha resuelto la ciencia. Es verdad que, tras tomar café, la cafeína aumenta la presión arterial en el corto plazo, pero cuando el café se metaboliza la presión arterial vuelve a ser normal. En las personas Zape (es decir, metabolizadores lentos) este efecto es más sostenido en el tiempo.

¿Qué beneficios nos aporta tomar café?

El café es rico en antioxidantes y hay estudios que, sin echar las campanas al vuelo, indican que su consumo podría reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular, de diabetes tipo 2, de párkinson o el riesgo de cáncer de hígado y útero.

¿Cuáles son los inconvenientes de tomar café?

Es cierto que no todo son ventajas. Todos sabemos que con altas dosis de cafeína es frecuente la aparición de insomnio, nerviosismo y ansiedad. Por otro lado, existen asociaciones negativas al consumo del café que pueden perjudicarnos indirectamente. Por ejemplo, la ingesta de café se vincula al consumo de azúcar y tabaco. También se ha estudiado la relación entre el consumo de bebidas calientes con el cáncer de esófago.

Por último, existe cierta polémica en torno a la acrilamida del café. La acrilamida es una sustancia que se forma al tostar el café y que se encuentra en mayor o menor cantidad dependiendo de muchos factores. Por ejemplo, en el café expreso hay más acrilamida que en el ristretto y en el largo, o en la variedad robusta más que en la arábica. En el soluble y en el descafeinado también hay mayor la concentración. Sin embargo, ¡que no cunda el pánico! No hay riesgo de 'pasarnos' con la acrilamida tomando café en las cantidades recomendadas (recordemos, máximo 3-5 tazas diarias). La acrilamida, además de en el tabaco, se encuentra en concentraciones superiores en otros alimentos que no nos dan tanto miedo como el churruscadito de las tostadas o en las patatas. El lema del Ministerio de Sanidad es: "Elige dorado, no tostado".

En resumen: ¿café? Sí, gracias. Y además yo soy Zipi... así que póngame dos tazas.

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