La mayoría de los españoles acostumbran a comer frente a una pantalla. Una actitud con consecuencias nocivas para nuestra salud que repite, de forma recurrente, más del 90 % de la población

Fuente: EFE Salud

Desde las redes sociales hasta los videojuegos, pasando por la televisión y las plataformas de contendido en streaming. No importa de qué forma nos expongamos a esta distracción, las consecuencias sobre nuestra alimentación son igual de nocivas.

En una entrevista con EFEsalud, la profesora de nutrición de la Universidad Europea y secretaria científica de SEDCA (Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación), Andrea Calderón, señala que uno de los inconvenientes puede deberse, en el caso de los trabajadores, a la falta de tiempo.

En el caso de niños y jóvenes entra en juego el factor entretenimiento: “Cada vez hay más estudios en España sobre el tiempo que pasan los niños y adolescente viendo pantallas, entre 3-4 horas de media“.

El tiempo que están comiendo, también están con las pantallas. Esto hace que coman más y de peor calidad. Porque ver una película o jugar a los videojuegos se asocia a tomar comida basura, productos de mala calidad nutricional o ultraprocesados”, comenta Calderon.

De ahí la necesidad de limitar las  horas diarias del uso de pantallas. Esto incluye tabletas, móviles, ordenadores… En especial a los niños, los más perjudicados por las deficiencias alimentarias.

El problema radica, añade la nutricionista, en que “frente a las pantallas, muchas veces, centras toda la atención en lo que estás viendo y no en lo que estás comiendo”.

Habla, además, de la falsa creencia de tener que comer hasta estar saciados por completo. “Eso no es del todo cierto”. Menciona el concepto del eje intestino-cerebro. Es decir, nuestro sistema digestivo conecta con nuestro cerebro. “Lo que pasa es que cuando tu vas comiendo y tu cuerpo piensa que es suficiente se mandan señales hormonales de tu intestino para avisarte de que ya estás lleno”.

Sin embargo, “al estar focalizados en otra tarea esta conexión puede fallar, dejando de ser consciente de lo que estamos ingiriendo. No nos damos cuenta de que estamos saciados”, advierte .

Al inhibirse la señal de aviso, sufrimos las consecuencias. La experta destaca algunos de  los efectos perjudiciales. Entre ellos que “al terminar, nuestra ingesta de calorías con lo que conlleve de grasas, es más alta de lo que el cuerpo necesita y más alta de lo que habríamos comido si no estuviéramos frente a una pantalla. De ahí viene, que entre comillas, te des atracones más grandes de comida”.

Trastorno por atracón, un gran desconocido

La prevalencia de los atracones es mucho más alta de lo que se cree. Si bien existe un despunte de esta enfermedad, también es cierto que, tal y como considera Calderón, “antes no se hablaba de ese tema al igual que sucede con otros trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia. De hecho, no hace tantos años que existe un diagnóstico de trastorno por atracón. No se diagnosticaba”.

La psicóloga Rosalía Menéndez también considera que la incidencia y prevalencia de trastornos de alimentación en los jóvenes se ha incrementado sostenidamente durante los últimos años. En gran parte por el uso, cada vez más extendido, de las Redes Sociales, alerta.

Existe un vínculo entre los atracones y el hábito de comer expuestos a una pantalla

Es posible que este trastorno se haya incrementado en la actualidad por el consumo de entretenimiento en televisión y el auge de las redes sociales.

Así lo explica Andrea Calderón: “Las redes sociales, medios de comunicación y televisión tienen mucho que ver, sobre todo en jóvenes o la cultura de la dieta, cumplir unos patrones, cánones de belleza, no sentirte bien contigo misma, entonces fuerzas tanto el comer de menos, fuerzas tanto el cuerpo que llega un punto en el que eso te genera mucha ansiedad, frustración, ya no aguantas más y te das un atracón”.

Aquí hay dos problemas, nutricionalmente los atracones no son saludables. ” Lógicamente no te das un atracón a fruta, te das un atracón a bollería, productos altos en grasa, azúcares, etc”, resalta la nutricionista.

Pero la parte más importante es el aspecto psicológico,  no el nutricional, ya que lo que se está generando es un trastorno mental.  No solo por lo que comes, sino porque estás manteniendo una mala relación con la comida que puede derivar en problemas mucho mayores.

La profesora aconseja el modelo del plato saludable: la mitad del plato en forma de verdura u hortaliza, un tercio en forma de proteína, y la proporción restante con hidratos de carbono”.

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