Se trata de la incapacidad del cuerpo de degradar esta sustancia presente en los alimentos. La razón evolutiva de que la intolerancia a la lactosa sea mucho menos común en Occidente que en el resto del mundo.

Fuente: 20 Minutos

La histamina es una sustancia que produce nuestro cuerpo y que está presente en muchos de los alimentos que consumimos de forma natural, y es fundamental para numerosos procesos vitales. Sin embargo, en algunos casos raros, algunas personas pueden experimentar una reacción a la histamina presente en los alimentos. Es lo que conocemos como intolerancia.

¿Qué es la intolerancia a la histamina? ¿Cuáles son sus causas?

La intolerancia a la histamina es una condición por la que el cuerpo de algunas personas es incapaz de degradar de manera adecuada la histamina presente en los alimentos en cantidades que una persona sana sí puede descomponer. Esto provoca que pase al cuerpo en una cantidad excesiva, lo que a su vez desencadena una reacción.

Para entender el fenómeno, es necesario conocer lo que es la histamina y algunos de los procesos en los que interviene. La histamina es una amina biógena; es decir, una molécula de bajo peso nitrogenada producida por organismos vivos.

En concreto, en los humanos la producen las células enterocromafines del estómago, las neuronas histaminérgicas, los mastocitos, los basófilos, las plaquetas, los monocitos, los macrófagos, las células dendríticas, los neutrófilos y los linfocitos.

Tiene varias funciones diferentes, que incluyen la regulación de las secreciones mucosas y gástrica, la contracción de los músculos lisos como los que mueven los bronquios o el intestino, la vasodilatación y el aumento de permeabilidad de los vasos sanguíneos, la regulación del ritmo circadiano (alternancia entre vigilia y sueño), la estimulación de las fibras nerviosas sensibles al dolor, y la regulación de la hematopoyesis (creación de células sanguíneas).

Por ello, el exceso de esta sustancia en el cuerpo puede producir una sintomatología relacionada con la afectación en todas estas áreas.

La intolerancia a la histamina de los alimentos, pues, se debe normalmente a que el cuerpo de la persona afectada produce de modo deficitario una enzima llamada diaminooxidasa (DAO), encargada de la inactivación de esta sustancia en el intestino.

La razón de esto, normalmente, está en determinadas alteraciones intestinales como la enfermedad inflamatoria intestinal, la disbiosis, la parasitosis o la enfermedad celíaca que perjudican a la acción o producción de esta enzima. En casos más raros, esta disfunción puede tener su origen en el déficit de vitamina C, B6 o cobre (necesarios para que la enzima funcione correctamente) o en alteraciones genéticas.

¿Cuáles son sus síntomas?

Debido a la variedad de funciones que, como hemos visto, cumple la histamina, los síntomas de su exceso (a consecuencia de la intolerancia) pueden ser muy variados e inespecíficos.

Los más comunes son gastrointestinales, como dolor abdominal, hinchazón abdominal, diarrea, dispepsia o ardor gastroesofágico.

Otros que pueden darse son respiratorios,  e incluyen congestión nasal, asma, dificultad para respirar, estornudos y edema de lengua o glotis.

También son frecuentes reacciones cutáneas urticariformes y picor, cefaleas, mareos inespecíficos, niebla mental y alteraciones del ciclo menstrual.

Todos los citados hasta ahora suelen darse después de la ingesta de alimentos ricos en histamina y su duración varía entre unas horas y varios días. Sin embargo, también se han descrito cuadros con sintomatología crónica de tipo neurológico y psiquiátrico, incluyendo trastornos de ansiedad y depresivos, fatiga crónica y alteraciones del sueño. Sin embargo, a menudo es difícil saber si estos signos responden a la intolerancia en sí misma o a la causa primaria que subyace a la misma.

¿Cómo se trata?

La principal estrategia de tratamiento de la intolerancia a la histamina consiste en el seguimiento de una dieta baja en histamina, complementada con la toma de suplementos nutricionales de DAO cuando se consumo algún alimento rico en esta sustancia. A veces, es posible probar la reintroducción de estos alimentos pasado un tiempo de respuesta favorable. En algunas circunstancias, el facultativo puede prescribir tratamientos con antihistamínicos o la toma de suplementos de cobre o vitaminas C y B6.

Así, algunos alimentos considerados ricos en histamina (y por lo tanto cuya ingesta deberían reducir o evitar las personas con intolerancia a la histamina) son las carnes y los pescados (especialmente si son fermentados, ahumados o en conserva), las bebidas alcohólicas, los alimentos fermentados (muchos quesos, yogures, salsa de soja) los encurtidos (chucrut, pepinillos en vinagre) y ciertas frutas (fresas, cítricos), verduras (berenjena), legumbres y frutos secos (granos de soja, cacahuetes). Hay que señalar, no obstante, que a menudo es difícil establecer el nivel concreto de histamina presente en un alimento, especialmente en los fermentados, ya que depende en buena medida del grado de maduración del mismo.

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