Los confinamientos durante la pandemia de COVID-19 y sus repercusiones sociales y económicas han aumentado la exposición de las mujeres a la violencia de género por parte de sus parejas.

Fuente: EFE Salud

Con ocasión del Día Mundial de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cada 25 de noviembre,  EFEsalud ha repasado distintos informe que la Organización Mundial de la Salud ha publicado sobre los efectos de la violencia en la salud de la mujer.

Sólo un dato: más de una cuarta parte de las mujeres de entre 15 y 49 años que han tenido una relación de pareja han sido objeto de violencia física y/o sexual de pareja al menos una vez en su vida (desde los 15 años).

Las estimaciones sobre la prevalencia de la violencia de pareja sufrida a lo largo de la vida van del 20 % en el Pacífico Occidental, 22 % en los países de ingresos elevados y Europa, 25 % en las Américas, 33 % en África, 31 % en el Mediterráneo Oriental, y 33 % en Asia Sudoriental, zonas geográficas establecidas por la OMS.

Además de la violencia de pareja, el 6 % de las mujeres de todo el mundo refieren haber sufrido agresiones sexuales por otras personas, aunque los datos al respecto son más limitados.

La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas en su mayoría por hombres contra mujeres.

Violencia de género: graves problemas de salud

La violencia de pareja (física, sexual y psicológica) y las agresiones sexuales provocan en las mujeres graves problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva a corto y largo plazo. También afectan a la salud y el bienestar de sus hijos.

La violencia de género puede tener consecuencias mortales, como el homicidio o el suicidio; producir lesiones: el 42 % de las mujeres víctimas de violencia de pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia  y ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por el VIH.

Un estudio de la OMS de 2013 sobre la carga para la salud asociada con la violencia contra las mujeres reveló que las mujeres que han sufrido malos tratos físicos o abusos sexuales tienen una probabilidad 1,5 veces mayor de padecer infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por el VIH en algunas regiones, en comparación con las mujeres que no habían sufrido violencia de pareja.

Por otra parte, también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos. La violencia de pareja durante el embarazo está asociada con un aumento en la probabilidad de abortos involuntarios, muertes fetales, partos prematuros y bebés con bajo peso al nacer.

Este mismo estudio puso de manifiesto que las mujeres víctimas de violencia de pareja tenían un 16 % más de probabilidades de sufrir un aborto involuntario y un 41 % más de probabilidades de tener un parto prematuro.

Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión, estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios e intentos de suicidio.

Según ese análisis, las mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida.

Entre los efectos sobre la salud también se encuentran las cefaleas, los síndromes de dolor (de espalda, abdominal o pélvico crónico), trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general.

La violencia de género sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de tabaco y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo. También se asocia a la comisión (por el hombre) y el padecimiento (por la mujer) de actos de violencia.

Según la OMS, las consecuencias de la violencia para la salud pueden ser inmediatas y agudas, duraderas y crónicas o mortales. Las investigaciones sistemáticamente encuentran que cuanto más grave es el maltrato, mayores son sus repercusiones sobre la salud física y mental de las mujeres.

Además, las consecuencias negativas para la salud pueden persistir mucho tiempo después de que haya cesado el maltrato. Las consecuencias de la violencia tienden a ser más graves cuando las mujeres sufren más de un tipo de violencia.

Salud física y reproductiva

  • Lesiones físicas agudas o inmediatas, por ejemplo hematomas, excoriaciones, laceraciones, heridas punzantes, quemaduras o mordeduras, así como fracturas de huesos o dientes
  • Lesiones más graves que pueden conducir a discapacidad, como lesiones en la cabeza, ojos, oído, tórax o abdomen
  • Afecciones del aparato digestivo, problemas de salud a largo plazo o mala salud, incluidos síndromes de dolor crónico
  • Muerte, por ejemplo por femicidio o en relación con el sida
  • Embarazo no planeado o no deseado
  • Aborto o aborto inseguro
  • Infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por VIH
  • Complicaciones del embarazo o aborto espontáneo
  • Hemorragias o infecciones vaginales
  • Infección pélvica crónica
  • Infecciones de las vías urinarias
  • Fístulas (desgarros entre la vagina y la vejiga o el recto, o ambos tipos de desagarro)
  • Relaciones sexuales dolorosas
  • Disfunción sexual

Salud mental y conductual

  • Depresión
  • Trastornos del sueño y de los hábitos alimentarios
  • Estrés y trastornos de ansiedad (por ejemplo, trastorno por estrés postraumático)
  • Autoagresión e intentos de suicidio
  • Baja autoestima
  • Uso nocivo de alcohol u otras sustancias
  • Múltiples compañeros sexuales
  • Pérdida de memoria

Los estudios también muestran que es más probable que las mujeres con antecedentes de maltrato señalen que tienen una variedad de problemas crónicos de salud como cefaleas, dolor pélvico crónico, dolor de espalda, dolor abdominal, síndrome de colon irritable o trastornos del aparato digestivo.

En investigaciones basadas en la población efectuadas en los Estados Unidos se encontró que las mujeres víctimas de violencia por parte de una pareja tenían un riesgo de padecer problemas ginecológicos tres veces superior al de las no maltratadas.

Violencia de género: embarazo

Las niñas y las mujeres que quedan embarazadas como resultado de una relación sexual forzada a menudo interrumpen su embarazo independientemente de que tengan o no acceso a un aborto sin riesgos.

En cuanto a la infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, en estudios realizados en muchos entornos de ingresos altos y bajos se ha descubierto que las mujeres seropositivas al VIH tienen mayores probabilidades que otras mujeres de haber sido víctimas de violencia física y sexual .

Por otro lado, los datos vinculan la violencia  de género física y sexual durante el embarazo con muchas complicaciones, entre ellas escaso aumento de peso materno, aborto espontáneo, mortinatalidad e insuficiencia ponderal al nacer.

Por ejemplo, en un estudio efectuado en Nicaragua se descubrió que casi la cuarta parte de las madres de lactantes de bajo peso al nacer habían sido víctimas de violencia física infligida por sus parejas durante el embarazo, en comparación con 5 % de las madres que no habían sufrido maltrato.

Otra consecuencia de la violencia durante el embarazo a menudo pasada por alto es la muerte materna. En entornos tan diversos como Bangladesh , la India  y Estados Unidos, la violencia infligida por la pareja es la causa de una proporción considerable de defunciones de embarazadas.

En el Reino Unido, más de 14 % de las defunciones maternas corresponden a mujeres que han dicho a los profesionales de salud que las que están involucradas en una relación de maltrato.

No estás sola

El 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y en 52 idiomas diferentes, al igual que el correo 016-online@igualdad.gob.es; también se presta atención mediante WhatsApp a través del número 600000016, y los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10.
En una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062) y en caso de no poder llamar se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.
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