La aerofagia y los gases son algo común en los niños y pueden causarles dolor, malestar e incluso reflujo.

Fuente: 20 Minutos

La aerofagia, tener gases e hinchazón con dolor abdominal, es algo bastante frecuente en los bebés de menos de un año y va asociada a lo que se conoce como cólico del lactante. Sin embargo, no se trata de un problema que se frena al cumplir el año, pues sigue siendo común entre los niños pequeños. En general, se trata de una afección leve que no reviste gravedad, pero que puede llegar a ser muy doloroso e incómodo para los niños.

¿Qué síntomas produce la aerofagia?

Cuando se acumulan gases en el estómago o en el intestino, estos pueden dar lugar a varios síntomas.

Hinchazón y malestar abdominal. Al quedarse atrapado, el gas tiende a elevarse, por eso es común que se presente hinchazón en el estómago y la tripa del niño, que puede ir acompañada de sensación de presión, tanto en la parte del intestino como en el pecho.

Dolor en el abdomen y/o el estómago. Además de provocar hinchazón, en ocasiones los gases duelen, y mucho. Esto ocurre porque el gas detiene el flujo normal de los jugos gástricos, haciendo que la presión se acumule y cause dolor.

Hipo y eructos. Los eructos son la forma en a que el aire que tragamos sale al exterior. Por tanto si el niño ha tragado gases. Además, puede aparecer hipo, que ocurre cuando el diafragma se irrita o a causa del nerviosismo.

Reflujo. Si los gases del estómago ejercen presión hacia arriba, puede ocurrir que los gases del esófago asciendan hacia el esófago produciendo ardor, regurgitaciones, dolor y en algunos casos incluso vómitos, aunque no es muy frecuente.

¿Por qué se producen los gases?

Los gases pueden aparecer por dos razones: por haber ingerido aire, porque se produce un exceso de gases en el intestino durante la digestión y estos no pueden ser expulsados con normalidad.

La primera de las causas, conocida como aerofagia, se produce en el momento en el que comemos. Ingerir aire es normal, y luego se expulsan con normalidad, Pero si tragamos aire en exceso, pueden acumularse en el estómago y causar las molestias antes mencionadas. Esto puede ocurrir por comer muy deprisa, por comer con nerviosismo, por tomar bebidas con gas, con pajitas o por masticar chicle

La descomposición de los alimentos también produce gases, generalmente en el intestino. Esto es un proceso natural que surge de la fermentación de algunos alimentos. Si existe algún problema, como una falta de enzimas digestivas, los niños serán más propensas a padecer gases, especialmente con alimentos ya de por sí flatulentos y ricos en fibra, como las legumbres o algunas verduras.

Cómo tratarlos y prevenirlos

Los gases en los niños pueden aliviarse de varias maneras. Si duelen mucho, podemos darles algún analgésico común, tipo paracetamol, pero lo ideal es ayudarle a que expulse los gases:

  • Masajear la barriga del niño con movimientos circulares mientras está sentado facilita la expulsión de los gases y alivia el dolor. También ayuda aplicar calor local.
  • Infusiones que ayudan a eliminar los gases, como la manzanilla, la melisa, el anís estrellado o la tila.
  • Invitarle a que se mueva. Tal vez, si le duele, no le apetezca ponerse a bailar o a saltar, pero sí dar un paseo, salir a la calle, etc. El movimiento ayuda a eliminar los gases.
  • Existen medicamentos para combatir los gases, pero no se ha demostrado su eficacia en niños, así que mejor evitarlos.
  • Invitarle a que bebe agua a pequeños sorbos.

Si aparecen algunos síntomas más, como vómitos, o los síntomas perduran más de un día, hay que acudir al médico. Si el dolor va en aumento e irradia alrededor del ombligo, lo mejor es acudir a urgencias para descartar que se trata de apendicitis.

Los gases también pueden prevenirse o minimizarse si:

  • Evitamos que ingiera bebidas gaseosas, que mastiquen chicle o coman muchos caramelos.
  • Evitamos las pajitas.
  • Observamos con qué alimentos se le presentan los gases, y ofrecer menos a menudo los más flatulentos, como coliflor, brócoli, ciruelas, legumbres, los fritos…
  • Intentamos que esté tranquilo mientras come, que coma despacio, no hable mientras coma, etc.

Si los síntomas persisten o se producen muy a menudo, sería conveniente acercarse al pediatra para descartar que se trate de alguna intolerancia alimentaria, como intolerancia a la lactosa o al gluten.

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