Las conservas son seguras, mientras que con las semiconservas es preferible ser precavidos.

Fuente: 20 Minutos

El embarazo es una etapa delicada para nuestra salud y la del futuro bebé, por lo que es muy importante controlar algunos de nuestros hábitos vitales y, muy especialmente, la alimentación. Así, es posible que tengamos que dejar de lado algunos elementos por lo demás habituales de nuestra dieta.

Un tipo de alimentos con los que frecuentemente surgen dudas son las conservas y las semiconservas, un concepto este último menos conocido y que algunas personas podrían no saber distinguir rápidamente.

¿Cuál es la diferencia entre conservas y semiconservas?

Las conservas son un grupo de alimentos conocidos y de uso muy común en Occidente, y se caracterizan por una forma particular de conservación destinada a eliminar todos los microbios potencialmente patogénicos y a preservar una determinada preparación incorrupta durante largos periodos de tiempo (a menudo, varios años).

Por ejemplo, las conservas se pueden elaborar mediante el empleo de técnicas como la cocción, el azucarado, el sellado hermético y el envasado al vacío.

Las semiconservas, por su parte, emplean técnicas de conservación que, aunque alargan considerablemente la vida de los alimentos, no resultan tan efectivas y no impiden completamente la proliferación de microorganismos. Se consideran semiconservas muchos alimentos sometidos a procesos como el ahumado, el salado o el secado. Una diferencia notable con las conservas es que en el caso de algunos productos (como los pescados), requieren ser mantenidas en el frigorífico y se estropean a temperatura ambiente.

¿Cuáles se pueden consumir durante el embarazo?

Como podemos deducir de todo ello, en principio las conservas son una opción más segura desde el punto de vista sanitario y, por ello, no existe ninguna contraindicación en general para su consumo durante el embarazo (si bien puede haber algunas específicas para algunas conservas, como ciertos pescados, pero no debidas al método de conservación sino a la composición química del propio alimento).

Por el contrario, las semiconservas deberían evitarse por prudencia, ya que aunque es raro que ocurra siempre existe algún riesgo de contaminación- por patógenos que pueden causar patologías graves en embarazadas, como la listeria.

Aún así, hay muchas semiconservas para las cuales en tiempos recientes se han comenzado a exigir técnicas de esterilización (como el congelado) que hacen seguro su consumo respetando otras indicaciones (como vigilar el alto contenido en sodio de las anchoas). Igualmente, hay procesos que podemos llevar a cabo de manera casera (principalmente, de nuevo, el congelado previo al consumo) que pueden hacer más seguro el consumo de semiconservas.

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